Recientemente, Naciones Unidas declaró la hambruna en ciertas zonas de Sudán del Sur (la primera en el mundo desde 2011) y generó alarma mundial: al menos 100 000 personas están en riesgo inmediato de padecer inanición.
Como complemento de esta noticia inquietante, Naciones Unidas estima que unos 20 millones de personas se encuentran en un "punto crítico", dado que el hambre acecha no solo en Sudán del Sur sino también en Nigeria, Somalia y Yemen. Las crisis de este tipo, que afectan parte de la población más pobre y vulnerable del mundo, requieren la atención urgente de los organismos internacionales de desarrollo y de sus asociados con el fin de satisfacer las necesidades de desarrollo de corto y largo plazo.
La Asociación Internacional de Fomento (AIF), el fondo del Banco Mundial para los más pobres, es una de las entidades que envían apoyo a los sitios perjudicados. Hace poco anunciamos la elaboración de un paquete de financiamiento por valor de USD 1600 millones para contribuir a encarar la crisis del hambre en los países afectados, y estamos trabajando para hacer aún más.
Al mismo tiempo, estamos elaborando iniciativas de largo plazo para ayudar a los países a abordar los impactos de los conflictos, el desplazamiento interno y las sequías. Los esfuerzos por impulsar el crecimiento del sector privado son parte intrínseca de la labor que llevamos adelante para resolver el desempleo, una de las causas profundas de la inestabilidad.
Nuestra respuesta ante estas crisis es reflejo de la firmeza y la eficacia de la alianza multilateral de la AIF. En diciembre pasado, una coalición de más de 60 Gobiernos donantes y prestatarios acordaron proporcionar la cifra récord de USD 75 000 millones para la decimoctava reposición de los recursos de la AIF (AIF-18, la próxima ronda de financiamiento de la entidad, de tres años de duración) y asumieron compromisos de amplio alcance con los que se busca ampliar considerablemente la labor de la entidad en algunos de los problemas más complejos que azotan a los países más pobres.
Esta reposición trae buenas noticias, en particular para los rincones más frágiles del mundo. Desde 1960, hemos obtenido resultados con los que se han mejorado la seguridad y los medios de subsistencia de los ciudadanos de países desarrollados y en desarrollo. Se espera que con la AIF-18 podamos continuar generando resultados significativos, entre los que se incluye brindar servicios esenciales de salud y nutrición a un máximo de 400 millones de personas y acceso a fuentes mejoradas de agua para unos 45 millones de personas.
Los esfuerzos que desplegamos actualmente para brindar servicios sociales básicos y oportunidades económicas a los 9,5 millones de desplazados en el Cuerno de África no solo permiten mejorar las condiciones de vida, sino que también reducen los riesgos de inestabilidad política y contribuyen a impedir la expansión de las crisis.
Los compromisos de los donantes, junto con una serie de instrumentos de financiamiento innovadores, permitirán a la AIF duplicar los recursos (a más de USD 14 000 millones) que proporciona a países que enfrentan fragilidad, conflicto y violencia, y además abordar las causas profundas de estos riesgos antes que cobren mayor magnitud. Se proporcionarán también USD 2000 millones adicionales para brindar apoyo a los refugiados en las comunidades que los reciben. Los esfuerzos dirigidos a estimular el desarrollo del sector privado en situaciones de fragilidad y conflicto (elemento central para crear empleo y lograr una transformación económica) recibirán un importante impulso a través del nuevo Servicio de Financiamiento para el Sector Privado (SFSP) de la AIF, dotado de USD 2500 millones.
El mundo nunca se librará por completo de las crisis. Pero si recurrimos a las ideas más acertadas y las personas más capacitadas en pos del objetivo común de trabajar juntos a través de las fronteras y elevar la calidad de vida de la humanidad, podremos con toda seguridad avanzar hacia un mundo mejor para todos.
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