Programas piloto en América Central y América del Sur hallan nuevas formas de reducir la pobreza extrema

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Pilot Programs in Central, South America Find New Ways To Reduce Extreme Poverty


Este otoño será un momento de inflexión para la comunidad internacional del desarrollo. Estamos moviéndonos de un Objetivo de Desarrollo del Milenio que desafió al mundo a reducir la tasa mundial de pobreza extrema a la mitad a un Objetivo de Desarrollo Sostenible que nos pide aprovechar este impulso y trabajar en pos de terminar realmente con la pobreza extrema.
 
Ni lo duden, esto no será fácil. Debernos crecer de manera sostenida y compartida, poniendo especial énfasis en el crecimiento agropecuario de los países más pobres. Necesitamos programas y políticas equitativas, asegurar que cada niño tenga las mismas oportunidades de éxito en la vida y que todos los ciudadanos puedan beneficiarse de los sistemas fiscales y sociales y de las instituciones representativas. También debemos asegurarnos que aquellos que viven en la extrema pobreza, y aquellos vulnerables a una recaída en la misma, estén protegidos cuando los mercados mundiales o locales fallen o cuando la enfermedad y la sequía aquejen en sus comunidades.

Sin embargo, junto a ello también tendremos que encontrar formas nuevas de pensar problemas añejos. Si bien la comunidad mundial hizo un esfuerzo enorme para cumplir con el ODM 1 con cinco años de anticipación, llegar a aquellos que permanecen en la pobreza será cada vez más difícil a medida que nos acercamos a la erradicación de la pobreza en el 2030.
 
Esta semana estaré en Londres para la Conferencia Internacional de Análisis del Comportamiento, que se centra en un área de trabajo promisoria que nos podría ayudar a lograr un impacto más efectivo en las vidas de aquellos donde la pobreza ha arraigado. El Informe sobre Desarrollo Mundial 2015 sobre Mente, Sociedad y Comportamiento puso el foco en cómo el estrés de aquellos que viven en la pobreza puede hacer que las barreras existentes en su camino fuera de la pobreza sean aún más difíciles de vencer. Este es el momento de llevar este asunto de la teoría a la práctica.
 
Por suerte, un reciente informe sobre la pobreza crónica en América Latina muestra que no siempre es necesario desarrollar grandes y costos programas nuevos: podemos integrar el análisis del comportamiento a los programas existentes, haciendo modificaciones pequeñas y económicas que pueden ayudarnos a alcanzar a aquellas personas olvidadas por los programas tradicionales. Éstos son solo algunos ejemplos:

  • En la Nicaragua rural, un programa que brinda subvenciones y capacitación a empresas fomentó la interacción grupal de manera explícita, generando un espacio único para que beneficiarios y líderes locales pudieran contactarse. Esta pequeña modificación tuvo un gran impacto: mejoró las expectativas y el desempeño empresarial, aumentando el ingreso no agropecuario en US$3,30 per cápita y el valor promedio de los animales del hogar en US$12. Estos pueden parecer números pequeños, pero hay que tener en cuenta el contexto: siendo el ingreso base derivado de actividades no agropecuarias de US$8,75 per cápita, el ingreso adicional atribuible a la interacción social y a las mayores expectativas es significativo —40 por ciento.
     
  • En Bogotá, Colombia, un programa piloto analizó la manera en que el estrés moldea la forma en que la gente ve el futuro. Los beneficiarios de un programa bimensual de transferencia condicionada en efectivo fueron divididos en dos grupos al azar. Uno de ellos recibió el pago completo como de costumbre, dos veces al mes. El otro recibió solo dos tercios del pago dos veces al mes; el último tercio se depositó en una cuenta de ahorro y fue desembolsado en un pago único en diciembre, justo antes de la fecha de pago de la escuela de sus hijos. Esta simple modificación del cronograma de pagos fue efectiva: si bien ambos esquemas de pago tuvieron un impacto similar en la asistencia escolar, el enfoque de tipo “ahorrar para cuando se lo necesita” desembolsó el dinero cuando los padres más lo necesitaban, resultando en una tasa de rematriculación escolar más elevada.
     
  • En Perú, un programa abordó el tema de la inclusión financiera y los hábitos de ahorro. Los primeros resultados mostraron que ayudar a familias pobres a abrir una cuenta de ahorro no es suficiente para mejorar su tasa de ahorro. Para solucionar esto, el programa experimentó con mensajes de texto para alentar a las personas a ahorrar más. Recordatorios simples como “acuérdate de ahorrar” tuvieron éxito, incrementando el nivel de ahorro en seis por ciento respecto a aquellos quienes simplemente tenían una cuenta de ahorro. Aún más efectivo, sin embargo, fue combinar este recordatorio con mensajes específicos como “Recuerda ahorrar para alcanzar tu propio objetivo de 20” —esta simple frase aumentó la tasa de ahorro en un 16 por ciento

Ahora mismo usted puede estarse preguntando, “si este enfoque funcionó, ¿por qué no es usado en todos lados?” La respuesta es que implementar acciones conductivas no es tan simple como parece; éstas deben personalizarse de manera específica para cada grupo de las diferentes regiones que componen los más pobres de entre los pobres. Lo que tuvo éxito en Bogotá, por ejemplo, podría no funcionar en otra ciudad colombiana, ni hablar de otra ciudad en otra parte del mundo. Por lo tanto, una de las maneras de abordar el problema es asegurarse que las políticas y programas sean lo suficientemente flexibles como para resolver estas diferencias, adoptando los enfoques que sí funcionan entre las comunidades que se intenta beneficiar.
 
Esta es apenas una de las innovaciones que nos llevará a alcanzar el objetivo del Grupo del Banco Mundial de erradicar la pobreza extrema para el 2030, un objetivo que tendrá el total apoyo de la comunidad internacional luego que adoptemos el primer Objetivo de Desarrollo Sostenible. El desafío de llegar a aquellos que siguen viviendo en la pobreza es intimidante, aunque no insalvable. Será crucial que todos — gobiernos, instituciones de desarrollo, actores locales, sociedad civil y ONG — no solo aprovechemos los progresos logrados y las políticas y programas efectivas, sino también que encontremos nuevas formas de evolucionar hacia una reducción de la pobreza más sostenible, inteligente y permanente.
 
Esta entrada forma parte de una serie producida por el Huffington Post, “Qué funciona: Objetivos de Desarrollo Sostenible”, junto a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODD) de las Naciones Unidas. El conjunto de hitos propuestos serán debatidos en la Asamblea General de la ONU entre el 25 y 27 de septiembre de 2015 en Nueva York. Los objetivos, que reemplazarán a los Objetivos de Desarrollo del Milenio (2000-2015), cubren 17 áreas clave para el desarrollo —incluidas pobreza, hambre, salud, educación y equidad de género, entre otras. Como parte del compromiso de The Huffington Post con un periodismo orientado a las soluciones, esta serie de blogs Qué funciona ODD se centrará en un objetivo por día hábil durante el mes de septiembre. Esta entrada trata sobre el Objetivo 1.
 
Para saber qué puedes hacer, haz clic aquí y aquí.

Emigdio Centurión Recalde
07 de Septiembre de 2015

estrategias existirán Muchas pero mientras no dejemos de ser ambiciosos, insensibles, indiferentes y sin interés a superar la pobreza, las acciones tendientes al mismo siempre serán insuficientes.

TEOFILO ALMONTE
07 de Septiembre de 2015

EL PROBLEMA ES QUE LA POBREZA DEBE SER ENFRENTADA DESDE LOS POBRES Y NO QUE LOS RICOS DESEEN RESOLVERLE EL PROBLEMA. LO QUE DEBEN HACER LOS GOBIERNOS ES FACILITARLES LOS RECURSOS PARA QUE SALGAN DE LA POBREZA ICLUYENDO ASESORES

Elvia A Valle Villalta
07 de Septiembre de 2015

Buenas noticias, ojala en Honduras se apliquen sistemas similares , sobre todo con transparencia , sin politizacion,sin activistas politicos. Para poder llegar a combatir la pobreza, desnutricion y analfabetismo q nos agobia

Herbert
09 de Septiembre de 2015

Hay programas muy buenos pero para contrarrestar la pobreza primero se debe invertir en educación sacar a esta gente del analfabetismo y capacitarlos en programas de producción agraria por ejemplo, programas que les permitan generar un ingreso extra donde la mano de obra sean ellos mismos, de esta forma creo que podríamos reducir los indices de pobreza, sin intermediación de los gobiernos centrales sino directamente a la comunidad que se ah seleccionada porque la mayoría de veces son los gobiernos quienes se quedan con la ayuda internacional o con un gran porcentaje de la misma beneficiando a los mismos de siempre perdiendo el rumbo del verdadero fin.