Prosperidad compartida: ¿Un eslogan más?

|

Disponible en:

Rural migrants in a job skills training course in China. © Li Wenyong/World Bank

¿No podemos simplemente poner fin a nuestros problemas de pobreza? A decir verdad, una gran parte de la reducción de la pobreza que se ha observado en los últimos 10 años puede atribuirse al crecimiento. Y la correlación entre este y el aumento de los ingresos de los pobres es muy alta. Según un reciente documento de David Dollar y varios coautores, los ingresos de los pobres aumentan en promedio a un ritmo similar al de toda la población. Durante muchos años el mantra ha sido que las economías deben crecer y que con ello se reducirá la pobreza. Por ejemplo, en China, (i) el rápido crecimiento produjo una disminución drástica y sostenida de la pobreza y en Chile, muchos años de crecimiento sostenido han dado lugar a una tasa de pobreza extrema de un solo dígito.
 

Existe una correlación entre el crecimiento y la reducción de la pobreza. Pero esta no es perfecta. El crecimiento no siempre favorece a los pobres. La prosperidad no siempre es compartida, o no lo es en una medida que sea justa para los pobres. El nuevo objetivo de “promover la prosperidad compartida” del Grupo del Banco Mundial busca concitar aún más interés acerca de este problema en el debate sobre el desarrollo. Si realizamos una encuesta sobre el significado de la frase “prosperidad compartida”, es probable que muchos respondan “crecimiento y equidad”, o algo por el estilo. Una manera de dar forma a esa idea es mediante la adopción de un principio que pensadores como Rawls y Gandhi propusieron hace mucho tiempo: centrarse en el bienestar de los menos favorecidos como la verdadera medida del progreso de la sociedad. De acuerdo con este principio, el objetivo de “promover la prosperidad compartida” usa como indicador el aumento del ingreso per cápita del 40% de la población más pobre de cada país en desarrollo, un indicador simple que señala la necesidad de tener una economía en expansión, junto con una preocupación fundamental por la equidad. Es como un pastel que se agranda y debe ser distribuido de manera equitativa.
 
Para poder compartir la prosperidad, es básico que haya prosperidad, ya que es casi imposible que los ingresos de los pobres aumenten sin que crezca la economía general. Sin embargo, esto no es cierto a la inversa: puede haber crecimiento con poco o ningún aumento de los ingresos de los menos favorecidos. Tal vez el caso mejor documentado de crecimiento económico no compartido sea el de Estados Unidos. En el último decenio (2003-2012), mientras la economía (producto interno bruto) creció más del 20%, los ingresos de los hogares en conjunto permanecieron básicamente fijos, y los ingresos del 40% más pobre se redujeron aproximadamente un 7%.

¿Qué ha ocurrido con la prosperidad compartida en los países en desarrollo? En un documento que presentamos con Ambar Narayan y Sailesh Tiwari, (i) damos a conocer los primeros resultados usando una base de datos de 79 países en desarrollo que tienen por lo menos dos encuestas de hogares razonablemente comparables y realizadas con una diferencia de cinco años, entre 2005 y 2010. En general, a las personas menos favorecidas de estos países les ha ido bien en la segunda mitad de la última década a pesar de la crisis de 2008. La tasa media de crecimiento de los ingresos per cápita del 40% más pobre de la muestra es de 4,2%, lo que es bastante alto en términos absolutos. Esto es consistente con la reducción ampliamente difundida de la pobreza en la última década, y más alto que el incremento del ingreso per cápita de la población general (3,1%). De hecho, en casi dos tercios de los países, los ingresos de los menos favorecidos aumentaron más rápidamente que los del resto de la población. Y es probable que se observe un aumento más rápido del ingreso del 40% de la población más pobre de los países donde la desigualdad ha ido disminuyendo, al menos durante este periodo.
 
Sin embargo, aquí es donde terminan las buenas noticias. Entre los países en desarrollo, el aumento del ingreso del 40% de la población más pobre es más lento, en promedio, en las naciones más pobres. De hecho, la tasa media de incremento de los ingresos del 40% más pobre en países de ingreso bajo y medio bajo es de 3,1%, dos puntos porcentuales por debajo de la tasa de crecimiento de países en desarrollo más ricos. Se observa también un patrón similar para el aumento general de los ingresos de los hogares. Esto sugiere que se debe matizar la percepción de convergencia entre el norte y el sur. Los países en desarrollo son un grupo heterogéneo en el que el aumento de los ingresos de los hogares en los países más pobres (y los ingresos de las personas pobres de los mismos) va a la zaga del de los países más ricos. Aunque se ha producido una confluencia entre países en desarrollo e industrializados en promedio, se están creando otras desigualdades dentro del mundo en desarrollo. Y los países más pobres se están quedando atrás, incluso durante esta época de resultados positivos para el bienestar del mundo en desarrollo en general.
 
La prosperidad compartida implica una mejora continua del bienestar de los pobres, que sea sostenible a través de las generaciones. Esto requiere una fuerte inversión, crecimiento y creación de empleo, en un entorno favorable que sea respaldado por el Estado y las instituciones sociales. Además, se necesita un contrato social sano y estable por medio del cual el crecimiento genere recursos para inversiones que mejoren las oportunidades para todos, protejan a los más vulnerables contra privaciones y crisis, amplifiquen las voces de todos los ciudadanos y grupos, y logren un proceso de desarrollo que sea sostenible y compartido con las generaciones futuras.

Autores

Jaime Saavedra

Director de Desarrollo Humano para América Latina y el Caribe del Banco Mundial

Jorge Bernedo A.
17 de Octubre de 2013

Muy buena nota estimado Jaime.
espero que todo te vaya bien siempre.
Un apunte en el Perú también estamos con tasa de extrema pobreza de un solo dígito, como habrás visto ya, aunque posiblemente no estemos con los niveles de vida de Chile.
También me parece que en nuestro país sucede - como en otros - que todos progresan, pero los estratos altos progresan más que los bajos. Eso es suficiente para sostener la relativa estabilidad social en la que vivimos.
También tengo un dato que me preocupa. Al comparar el IDH 2003 con el 21012 por provincias, resulta que 24 de las 30 provincias que más avanzaron tienen que ver con el cultivo de coca y la minería ilegal. Es esta "salida de la pobreza" ( a la que habría que añadir otras formas ilegales y no éticas)la que estamos incubando? ¿es esto natural y "preferible" en algunos casos? ¿no hace más urgente esta alerta el desarrollo de políticas severas contra la corrupción y a favor del empleo?
Bueno, suficiente lata.
Un abrazo
JB.

Mario Cervantes
01 de Noviembre de 2013

He visto alguno de sus analisis de reduccion de la pobreza en forma estadistica y como conclusion Ud remarca la necesidad de garantizar el desarrollo economico como medio de generacion de empleo, claro es buenisimo ello, pero no veo que mencione el tema educativo en especial en los ninos, como herramienta para su autosalida de la pobreza, pues para mi solo es consecuencia de una falta de oportunidad educativa de calidad, lo que hace que la poblacion pobre sea pasto de la pobresa y sea solo gente que espere oportunidacdes de trabajo simple y de Baja renumeracion.
Espero que ahora que asume el cargo como Ministro de Educacion, se vuelque a efectuar una verdadera reforma del sistema educativo del pais, sistema que a partir del fujimorismo se volco al lado privado, haciendo que el estado haya desatendido este importante elemento de progreso para el pais, uno de los factores que ha hecho incrementar la delincuencia juvenil, pues es gente que no identifica ninguna oportunidad para su salida de la pobresa e incursiona en lo mas facil que es la delincuencia, dado que la legislacion penal con sus deficiencias tambien asi lo permite al no sancionar los delitos de robo menores.