Ya sea que las personas vivan en ciudades bulliciosas, bosques apartados o pequeñas naciones insulares, la naturaleza sustenta nuestra salud, nuestras economías y nuestros futuros. La biodiversidad proporciona alimentos, empleos y patrimonio cultural, y además regula el clima.
En el Banco Mundial, estamos conscientes del nexo entre la pobreza y el cambio climático, y el papel que desempeña la diversidad biológica en ambos problemas. Nuestra misión y visión se han ampliado para centrarse no solo en poner fin a la pobreza, sino también en crear un planeta habitable, y la sostenibilidad está incorporada en toda nuestra labor. Así se reconoce que las inversiones en biodiversidad no solo son buenas para el medio ambiente, sino que tienen asimismo sentido desde el punto de vista económico.
Por ejemplo, casi 500 millones de personas —o un poco más del 6 % de la población mundial— participan en las cadenas de valor de la pesca y la acuicultura, creando puestos de trabajo y respaldando la seguridad alimentaria. Gran parte de nuestra alimentación depende de los polinizadores, especialmente de las abejas. La tasa de rentabilidad de cada dólar invertido por los Gobiernos en las zonas protegidas y en el turismo basado en la naturaleza (i) es, al menos, seis veces la inversión original, y ello impulsa el empleo en esos lugares. Solo en un parque nacional de Zambia, por ejemplo, el turismo genera puestos de trabajo para el 30 % de la población en edad de trabajar de la zona. Sabiendo esto, estamos invirtiendo en nuevos destinos turísticos del país (i) para aumentar las oportunidades económicas.
Las inversiones inteligentes destinadas a proporcionar servicios a las comunidades y generar empleos deben ir acompañadas de una mayor atención en integrar la naturaleza y las acciones climáticas. Un ejemplo son las soluciones basadas en la naturaleza, que se están implementando en todo el mundo como una amortiguación eficaz en función de los costos frente a las amenazas climáticas. Los manglares son otro caso claro, ya que generan resiliencia al cambio climático y los fenómenos meteorológicos extremos, en particular en las comunidades rurales y costeras, a la vez que aumentan de valor con el tiempo, a diferencia de la infraestructura tradicional construida por el hombre. Por eso vemos que los manglares se utilizan para proteger las costas de las inundaciones, y sirven como un vivero para la pesca y un sistema de almacenamiento de carbono muy eficaz. De hecho, los manglares almacenan una mayor cantidad de carbono (i) que otros tipos de ecosistemas. El Banco Mundial ha invertido en la restauración de manglares, particularmente en Asia oriental (incluida Indonesia), donde esfuerzos nacionales para restaurar estas especies empoderan a las comunidades. Los manglares tienen un valor de USD 50 000 por hectárea en las zonas costeras debido a su papel en la protección contra las inundaciones.
La labor que realizamos, desde Indonesia hasta Zambia y otros lugares, indica nuestro compromiso de realizar inversiones en la biodiversidad, y de ampliarlas. Nuestra cartera dirigida al sector del medio ambiente asciende a USD 14 000 millones, al tiempo que incorporamos las consideraciones ambientales en todos los sectores y regiones en los que trabajamos, y en todos los tipos de paisajes terrestres y marinos. Nuestro nuevo y ambicioso Programa de Desafíos Mundiales sobre los Bosques para Promover el Desarrollo, el Clima y la Biodiversidad (i) nos permitirá ampliar aún más nuestra cartera, aportando soluciones públicas y privadas para centrarnos en biomas forestales clave, como la región indomalaya en Asia oriental, las ecorregiones de miombo en África oriental, la Amazonía, la cuenca del Congo y la selva de Guinea.
También estamos trabajando arduamente para movilizar recursos, como donaciones, con el fin de respaldar la naturaleza, aprovechando al máximo los presupuestos públicos nacionales y reduciendo el riesgo para las inversiones privadas. Básicamente, nuestro objetivo es hacer llegar los fondos a los lugares y las personas que puedan beneficiarse en mayor medida. Como parte de ello, la biodiversidad sigue siendo un importante tema de conversación en la vigesimoprimera reposición de los recursos de la Asociación Internacional de Fomento (AIF-21) del Banco Mundial, que otorga donaciones y préstamos con bajas tasas de interés a las economías más vulnerables. Lo anterior ayudará a asegurar que el desarrollo no se logre a expensas de la sostenibilidad de estos países de ingreso bajo, que son los que soportan las mayores pérdidas (i) derivadas de la desaparición de la biodiversidad.
Además del apoyo financiero que entregamos, ponemos especial atención en la generación y difusión de conocimientos. Esta es una parte integral de nuestro nuevo Pacto de Conocimientos, donde se reconoce claramente que debemos trabajar con todos los asociados para intercambiar nuevas ideas sobre cómo podemos ser más eficaces en nuestras inversiones y soluciones dirigidas a proteger y restaurar la biodiversidad. Apoyamos a los países con datos y análisis necesarios, desde estudios exhaustivos sobre cómo desbloquear el financiamiento para la naturaleza mediante la reorientación de los subsidios (i) hasta conjuntos de herramientas (i) para aprovechar el valor de la gestión de sus activos naturales marinos y costeros. Los responsables de tomar decisiones necesitan datos precisos, accesibles y asequibles para tomar decisiones informadas sobre la gestión de los recursos naturales en sus países.
Nuestros esfuerzos se sustentan en el compromiso de una acción ampliable y un impacto duradero. En el nuevo sistema de calificación institucional del Grupo Banco Mundial, estamos haciendo hincapié en los resultados, a través de indicadores que abarcan la biodiversidad, la degradación de la tierra y la contaminación, y de la comprensión de que los avances de desarrollo no son sostenibles, y no durarán, si destruimos la naturaleza. Este sistema nos permite medir los avances con respecto a nuestra ambiciosa visión y ajustar el rumbo cuando sea necesario.
Pero incluso con nuestro volumen financiero y profundidad analítica, no podemos hacerlo todo solos.
Por ello, las asociaciones son clave para ayudar a los países a alcanzar los objetivos del Marco Mundial de Biodiversidad. Nuestras alianzas con el Convenio de las Naciones Unidas sobre la Diversidad Biológica (CDB) y otros organismos de la ONU, bancos multilaterales de desarrollo y entidades filantrópicas, así como con la sociedad civil, el sector privado, los países, las comunidades locales y los pueblos indígenas, son esenciales para el éxito de nuestros esfuerzos destinados a mantener un planeta habitable.
Este mes, nos reuniremos con estos asociados durante la 16.ª Conferencia de las Partes (COP16) sobre Biodiversidad en Cali (Colombia), que se ha orientado acertadamente en torno a la “Paz con la naturaleza”. El tema es apropiado porque, en última instancia, un planeta habitable se caracteriza por una producción y un consumo sostenibles, donde las personas no tienen que vivir en la pobreza, sino que forman parte de comunidades resilientes e inclusivas. Esto es lo que estamos tratando de conseguir con nuestros asociados: un planeta en el que la biodiversidad pueda continuar manteniendo a la próxima generación.
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