¿Cómo articular un diálogo entre la Adaptación al Cambio Climático y la Gestión del Riesgo de Desastres?

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Hacia una Centroamérica más resiliente Hacia una Centroamérica más resiliente

Imagina que ocho personas comparten la mesa en un restaurante. Al conversar, se dan cuenta de que tienen gustos en común y deciden elegir el mismo plato. Sin embargo, a la hora de pedir al camarero, la gran sorpresa es que cada uno opta por un plato diferente.

Pensemos en este ejemplo llevado al espacio de la política pública sobre gestión del riesgo de desastres (GRD) y la adaptación al cambio climático (ACC).Los cambios en el clima están incidiendo en la frecuencia e intensidad de los eventos naturales y cambiando la configuración del riesgo de las personas y los ecosistemas. Su manejo, que incluye reducir la vulnerabilidad al impacto de los fenómenos naturales extremos, es un área donde coinciden los esfuerzos de la ACC y la GRD. 

Si bien en ambos casos hay oportunidades y desafíos comunes, la implementación de las soluciones difiere en alguna medida. A pesar de tener los mismos objetivos, se recurre a mecanismos e instrumentos de implementación que operan a escalas o ámbitos distintos, y que, por lo tanto, no se comunican o coordinan como se quisiera. Es como si eligieran menús diferentes, cuando realmente quieren un mismo plato.

En este sentido, los países centroamericanos han trabajado para construir instituciones y marcos de políticas que los preparen para enfrentar amenazas climáticas y disminuir su riesgo de sufrir desastres . Como parte de las soluciones regionales promovidas por el Sistema de la Integración Centroamericana (SICA) - conformado por Belice, Costa Rica, El Salvador Guatemala, Honduras, Nicaragua, Panamá y República Dominicana- está el fortalecimiento de capacidades de los gobiernos en las agendas de ACC y GRD. Pero todavía hay camino por recorrer. 

Del dicho al hecho 

Los países de Centroamérica se encuentran entre los más vulnerables del mundo al impacto de los eventos climáticos extremos, con Honduras y Nicaragua en los sitios 2 y 6 a nivel global, respectivamente 

Cerca de 8 millones de personas que viven en zonas urbanas en Centroamérica están en situación de pobreza y expuestos a la degradación ambiental . Además, la región ocupa el segundo lugar a nivel mundial en crecimiento de áreas urbanas. Se estima que, en 2050, la población urbana se duplicará, con siete de cada diez centroamericanos viviendo en ciudades. En zonas rurales la situación pudiera ser peor aún por las altos niveles de pobreza extrema y la falta de fuentes de ingresos, más allá del manejo de la tierra o los bosques.

Es por ello que Centroamérica ha visto un cambio en la forma de ver el riesgo de desastres, pasando de políticas tradicionalmente reactivas a una gestión proactiva . Con esto en mente, se ha diseñado la Política Centroamericana de Gestión Integral de Riesgo de Desastres (PCGIR) y la Estrategia Regional de Cambio Climático (ERCC). Estos planes no existen aislados de compromisos internacionales que abren un espacio adicional de colaboración como la Agenda 2030 con los Objetivos de Desarrollo Sostenible, el Acuerdo de París sobre Cambio Climático y el Marco de Sendai para la Reducción del Riesgo de Desastres.

Sin embargo, la falta de asignación de roles complementarios y distintivos para la ejecución es uno de los factores principales que aún impide que los países centroamericanos puedan implementar estas agendas regionales en forma consolidada y efectiva a nivel nacional y local. Esto lleva a duplicar esfuerzos y los expone a competencias innecesarias por recursos entre los entes nacionales de coordinación de la GRD, y las entidades medioambientales, a cargo de la ACC. 

 

Cuatro propuestas concretas para Centroamérica

Hacia el futuro se podría pensar en cuatro ejes articuladores para un diálogo más cercano de las agendas de ACC y GRD que incluyan:

1.    La armonización regional de marcos de gestión del riesgo de desastres y adaptación al cambio climático.
2.    La construcción de una plataforma regional de áreas metropolitanas para proveer de información oportuna y relevante a los municipios urbanos. 
3.    La priorización del blindaje y la internalización de consideraciones climáticas de la infraestructura pública para asegurar la sostenibilidad de las futuras inversiones.
4.    La aplicación de prácticas productivas adaptadas para el desarrollo rural resiliente.

La articulación de todos los actores es esencial para que los países de Centroamérica prioricen sinergias y, ante un menú variado, elijan el mismo plato, es decir, elijan soluciones que atiendan necesidades que beneficien a todos sin duplicar esfuerzos y alcanzando objetivos comunes. 
 
Este blog forma parte de una serie que se basa en el informe Hacia una Centroamérica más resiliente. Lee la serie aquí y comparte tus opiniones en las redes usando #CentroaméricaMásResiliente

Materiales relacionados:
•    Hacia una Centroamérica más resiliente
•    Action Plan on Climate Change Adaptation and Resilience 
•    Vlog: ¿Cuáles son las áreas clave para la resiliencia en Centroamérica?
 


 


Autores

Haris Sanahuja

Especialista Senior en Gestión de Riesgo de Desastres

Katharina Siegmann

Especialista sénior en medio ambiente y cambio climático en el Banco Mundial

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