Publicado en Voces

La enfermedad por coronavirus pone de relieve la necesidad de fortalecer los sistemas de salud

El presidente del Grupo del Banco Mundial, David Malpass, en una conferencia de prensa con la directora gerente del FMI, Kristalina Georgieva, para abordar los desafíos económicos planteados por la enfermedad COVID-19. © Simone D. McCourtie / Banco Mundial El presidente del Grupo del Banco Mundial, David Malpass, en una conferencia de prensa con la directora gerente del FMI, Kristalina Georgieva, para abordar los desafíos económicos planteados por la enfermedad COVID-19. © Simone D. McCourtie / Banco Mundial

Podemos contener este brote dado nuestros objetivos compartidos — pero debemos actuar rápido

La rápida evolución del brote de coronavirus, que ya se ha propagado a más de 60 países, exige adoptar medidas urgentes para ayudar a estas naciones a enfrentar, prevenir y reducir el contagio y la pérdida de vidas.  La respuesta será más eficaz si los Gobiernos y el sector privado actúan de manera rápida y coordinada.

La experiencia adquirida durante los brotes de ébola, síndrome respiratorio agudo severo (SRAS) y zika nos ha enseñado que, con medidas correctas y adoptadas rápidamente, los países pueden detener la transmisión de enfermedades como la que hoy nos ocupa, a la que se ha denominado COVID-19, y proteger la vida de sus habitantes. Sabemos, también, que los países más pobres con sistemas de salud débiles son, a menudo, los más afectados por esos brotes y que estos impactan de manera desproporcionada en las poblaciones más vulnerables, que están menos preparadas para contener la propagación de los agentes patógenos.

Los objetivos que hemos fijado en forma conjunta son claros. Debemos limitar la transmisión entre seres humanos; identificar, aislar y atender a los pacientes en forma temprana; reducir la transmisión en las comunidades; respaldar la participación comunitaria, y reducir al mínimo los impactos sociales y económicos.

En este esfuerzo, los países presentan distintos niveles de riesgo y vulnerabilidad ante el virus, por lo que requerirán diferentes tipos de asistencia y diversos grados de apoyo financiero; por lo tanto, la flexibilidad y la capacidad de respuesta serán cruciales.

El Banco Mundial y la Corporación Financiera Internacional están actuando con rapidez para ayudar a los países a fortalecer los sistemas sanitarios y la atención primaria de salud a nivel local , a fin de proteger a la población de la epidemia y garantizar que todos tengan acceso a información sobre vigilancia de la enfermedad y a intervenciones de salud pública. Esta semana, anunciamos un paquete inicial de hasta USD 12 000 millones para los países que requieren financiamiento para hacer frente a las necesidades inmediatas derivadas de la crisis de la COVID-19. Uno de los componentes principales consiste en proporcionar financiamiento de operaciones comerciales para facilitar las importaciones del sector privado.

No obstante, las medidas para abordar la emergencia sanitaria y los impactos económicos de este brote deben ir seguidas de inversiones a más largo plazo para crear sistemas de salud más sólidos y resilientes.

Esto tiene sentido tanto desde una perspectiva de salud como desde el punto de vista económico. Destinar más recursos a la primera línea de defensa para detectar y tratar las afecciones en forma temprana, antes de que adquieran más gravedad, salva vidas, mejora los resultados de salud, reduce los costos de atención y refuerza la preparación para el momento en que se produzca un brote.

"Si este brote continúa propagándose al ritmo actual, los efectos secundarios se convertirán rápidamente en una emergencia económica que empujará al mundo a una recesión con graves impactos en los países y las personas más pobres",
Foto de David Malpass
Analia Martinez
Presidente del Grupo Banco Mundial

Con recursos limitados y escasa capacidad gubernamental, muchos de los países más pobres no cuentan con la infraestructura sanitaria o los recursos necesarios para prepararse para los brotes de enfermedades.  Sin embargo, la detección temprana de un brote y una rápida respuesta de emergencia pueden reducir las enfermedades y muertes evitables, además de atenuar los impactos económicos, sociales y en materia de seguridad.

Todos los Gobiernos deben aumentar su seguridad sanitaria, y los sistemas sólidos de salud primaria son el modo más eficaz de lograr ese fin.  Las excusas habituales referidas a la existencia de prioridades contrapuestas, la falta de visibilidad de los resultados y la ausencia de financiamiento para bienes públicos tienen menos validez que nunca.

Los costos de aumentar las defensas contra las amenazas de seguridad sanitaria constituyen tan solo una fracción de los costos ocasionados por las epidemias.  Según estimaciones recientes, la mayoría de los países deberían destinar USD 1,69 por persona al año para alcanzar un nivel aceptable de preparación para epidemias. En la mayor parte de los países, esta cifra representa menos del 2 % de su gasto en atención de salud.

Durante los brotes de SRAS y del síndrome respiratorio de Oriente Medio, observamos que se registraban tasas más altas de morbilidad y mortalidad debido a la deficiencia de los sistemas de atención de salud y la gestión hospitalaria. Para detener la propagación de la COVID-19 en los hospitales, los países necesitarán instalaciones de aislamiento, sistemas de triaje y mecanismos de prevención y control de infecciones. El número de infecciones recientes en el personal de respuesta directa pone en evidencia que también es necesario fortalecer la capacidad de los trabajadores de la salud y garantizar la disponibilidad de equipos de protección a nivel local. 

Si este brote continúa propagándose al ritmo actual, los efectos secundarios se convertirán rápidamente en una emergencia económica que empujará al mundo a una recesión con graves impactos en los países y las personas más pobres.  El Grupo Banco Mundial está trabajando en colaboración con el Fondo Monetario Internacional y con otras instituciones. Estamos preparados para usar todos los instrumentos a nuestro alcance, en la mayor medida posible. Contamos con mecanismos de financiamiento rápido que, en conjunto, pueden ayudar a los países a dar respuesta a una amplia gama de necesidades e incluyen apoyo para las personas más pobres durante las perturbaciones económicas.

Podemos contener este brote. Las medidas que los países y la comunidad internacional adopten ahora pueden salvar vidas. La magnitud de la respuesta será crucial para que esta sea eficaz. Los países también deben fortalecer sus sistemas de atención primaria de salud y vigilancia sanitaria, dado que son fundamentales para detener la propagación de este brote y de cualquier otro que se produzca en el futuro.

Originalmente publicado en el Financial Times. (i)


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Autores

David Malpass

Expresidente del Grupo del Banco Mundial

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