Publicado en Voces

Los alimentos, una materia de reflexión

Aperitivo de saltamontes, sopa de algas marinas y, como plato de fondo, hamburguesas artificiales a la parrilla. ¿Está usted arrugando la nariz? Sin embargo, deberíamos acostumbrarnos a menús similares. Según cálculos de las Naciones Unidas, para alimentar a los 2500 millones de habitantes adicionales que, según algunos pronósticos, poblarán la Tierra en 2050, necesitaremos duplicar la producción mundial de alimentos, reducir el desperdicio de comida y experimentar con alternativas alimenticias.

Nunca ha habido tantos alimentos. ¿De modo que por qué 842 millones de personas en el mundo sufren de hambre? En términos estrictamente cuantitativos, hay suficiente comida para alimentar a toda la población mundial, que llega a más de 7000 millones de habitantes. No obstante, 1 de cada 8 personas sufre de hambre. En los países en desarrollo, 1 de cada 3 niños está por debajo del peso apropiado.

Los alimentos serían suficientes para todos si todos tuviéramos dietas iguales o similares, en términos de ingesta calórica. Pero lo que ocurre en realidad es que las dietas comunes de los países occidentales bordean las 5000 calorías diarias, mientras que las personas que padecen de hambre viven sistemáticamente con menos de 2000 calorías diarias. Por un lado, muchos no tienen alimentos y, por el otro, más de 1000 millones de personas sufren de problemas relacionados con la obesidad y el exceso de peso, los que a su vez causan enfermedades.

Hoy en día, la alimentación para el planeta está representada por 2400 millones de toneladas de granos (trigo, maíz, arroz, etc.), que se producen anualmente, a lo que hay que sumar más de 300 millones de toneladas de carne, 780 millones de toneladas de productos lácteos, 160 millones de toneladas de pescado, 500 millones de toneladas de semillas oleaginosas y 180 millones de toneladas de azúcar. Esta montaña debería alcanzar para proporcionar una alimentación adecuada a todo el mundo.

Pero es muy interesante ver cómo distribuimos esta cantidad enorme de cereal. De los 2400 millones de toneladas, menos de 50 % se utiliza para el consumo humano directo. Unos 796 millones de toneladas se usan con el fin de producir comida para los animales, los que se convierten en 300 millones de toneladas de carne que los seres humanos consumimos.

Los otros 450 millones de toneladas sirven principalmente para la producción de biocombustibles, un fenómeno que ha tenido una rápida expansión en estos últimos años.

Por supuesto, al tratar de contestar estas enormes preguntas la humanidad va a confiar en los avances científicos y tecnológicos que se aplicarán en la producción de la comida y en la alimentación. El tema de los organismos genéticamente modificados (OGM) ha sido durante largo tiempo el centro de la atención y genera diversas opiniones. Pero se abren otras perspectivas, vinculadas a los alimentos biotecnológicos o a la capacidad de cambiar nuestras dietas, quizás encontrando las proteínas necesarias en los insectos o los mariscos, más que en la carne.

Los recursos del planeta no son infinitos y, por lo tanto, la idea de que podemos continuar creciendo de acuerdo a una progresión geométrica no es una hipótesis realista. El paradigma actual de la producción intensiva ya no puede seguir el ritmo de los desafíos del nuevo milenio. Los riesgos son obviamente enormes.

El cambio climático también es un factor. Si miramos hacia el año 2050, por cada grado que aumente la temperatura, las cosechas de maíz disminuirán en 7 %. Ya hemos visto un descenso de 4 % en la producción mundial.

Las sequías y las inundaciones pueden hacer que los precios de los alimentos básicos suban drásticamente, poniendo en riesgo la supervivencia de millones de personas. Incluso suponiendo un panorama no tan dramático, otro periodo de tiempo seco de larga duración en Estados Unidos (i) antes de 2030 podría aumentar el precio del maíz hasta en 140 % y duplicar los precios actuales de los alimentos. Las sequías y las inundaciones en África meridional podrían incrementar el precio de venta del maíz y de otros cereales en hasta 120 %.

Una sequía en India (i) y extensas inundaciones en Asia sudoriental podría hacer subir el precio del arroz en 22 % en los mercados mundiales. Esto a su vez podría aumentar los precios en más de 43 % en los países importadores de arroz, tales como Nigeria, (i) uno de los países más poblados de África. (i) Alzas de precios como estas serían un golpe fatal para las naciones más pobres, que gastan hasta 75 % de sus ingresos en alimentos.

Para obtener más información acerca de estos temas, revise las transmisiones en vivo de las Reuniones de Primavera del Grupo Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional (FMI): “La gestión  de la tierra y la agricultura climáticamente inteligente” (i) y “El futuro de los alimentos”.

 

Este blog fue publicado originalmente en Triptasy blog.


Autores

Kalyan Panja

#Blog4Dev contest winner

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