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Políticas prioritarias en África para alcanzar la seguridad alimentaria y nutricional en 2030

????????????????????????????  © Vincent Tremeau / ???? コンゴ民主共和国の南キブ州ミノヴァ地方で採れたコーヒー豆 © Vincent Tremeau / 世界銀行

En el curso de la próxima década, una de las principales prioridades para África será abordar el deterioro de la situación en materia de seguridad alimentaria , que se acentúa debido a los efectos del cambio climático, la disminución de la productividad agrícola, el rápido crecimiento demográfico y el aumento de la urbanización. Es alentador observar que esta prioridad se refleja en iniciativas que comparten África y todas las regiones del mundo. En el marco del Programa General para el Desarrollo de la Agricultura en África, los Estados miembros de la Unión Africana se comprometieron a lograr que, para 2025, no exista más hambre. De igual modo, en el segundo Objetivo de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas se insta a poner fin al hambre y a todas las formas de malnutrición antes de 2030. No obstante, a pesar de este y de otros compromisos, los avances han sido moderados y solo 9 de los 55 países africanos están en carrera para reducir la desnutrición al 5 %, o menos, antes de 2025.  Estos avances insuficientes subrayan la necesidad de redoblar los esfuerzos. De cara al futuro, las políticas prioritarias basadas en el aprovechamiento de la ciencia y la tecnología digital y orientadas a abordar las situaciones de fragilidad encierran las mayores promesas. 

Aprovechamiento de la ciencia para adaptar la agricultura al cambio climático

El cambio climático ya está afectando la producción agrícola en África, y las proyecciones futuras sugieren resultados incluso peores.  La frecuencia de las sequías ha aumentado marcadamente, de un promedio de una cada 12,5 años en el período 1982-2006, a una cada 2,5 años en el período 2007-16. Estas sequías, además, son más graves y prolongadas, y reducen la capacidad productiva de la tierra. Los agricultores enfrentan otros riesgos climáticos, entre ellos la disminución y la irregularidad de las precipitaciones, el acortamiento de la temporada de lluvias y el aumento de la incidencia de plagas y enfermedades. Según algunas estimaciones, en el curso de la próxima década África podría enfrentar una disminución de casi dos dígitos en el rendimiento de los cultivos y en los volúmenes de producción, así como un aumento similar de los precios de los alimentos. Se prevé que los impactos de estos y de otros indicadores serán aún mayores para 2080. En los lugares donde ya se aplican prácticas de agricultura climáticamente inteligente, los agricultores señalan que existe mayor seguridad alimentaria y resiliencia. En Rwanda, por ejemplo, el Proyecto de Explotación del Suelo, Captación de Agua y Riego en Pendiente permitió controlar la erosión, intensificar los rendimientos en las tierras agrícolas existentes y aumentar la protección contra las sequías. En el marco de este programa, el rendimiento del maíz aumentó 2,6 veces entre 2009 y 2018, y el incremento fue mayor en el caso de los frijoles, el trigo y las papas.

La aplicación de la ciencia resulta eficaz cuando las soluciones científicas se traducen en paquetes de medidas que pueden difundirse y que los agricultores pueden adoptar en escala

En Senegal, el Programa de Fomento de la Productividad Agrícola de África Occidental desarrolló nuevas variedades de sorgo, mijo, maní y caupí que tienen un alto rendimiento, una rápida maduración y son resistentes a la sequía. Estas variedades se están distribuyendo ampliamente entre los agricultores y, gracias a ellas, los rendimientos aumentaron, en promedio, un 30 %, incluso con menos lluvias y precipitaciones más irregulares. Aunque el inicio de las lluvias se retrasó en 2014, y se registraron precipitaciones totales de tan solo la mitad del promedio, la producción de los agricultores aumentó debido a las variedades mejoradas de sorgo y mijo. La ciencia ofrece enormes posibilidades para brindar soluciones sostenibles en materia de seguridad alimentaria, entre ellas innovaciones para mejorar la adaptación al cambio climático, la gestión de los recursos productivos (tierra, suelo y agua) basada en la ciencia, y la posibilidad de almacenar y transportar alimentos para reducir el desperdicio y la pérdida de alimentos. La aplicación de la ciencia resulta eficaz cuando las soluciones científicas se traducen en paquetes de medidas que pueden difundirse y que los agricultores pueden adoptar en escala, tanto a nivel de la explotación agrícola como a nivel del paisaje. Esta tarea requiere vínculos eficaces entre las organizaciones científicas nacionales, regionales e internacionales y los agricultores y los sistemas de extensión. Los investigadores y los agricultores deben generar las soluciones en forma conjunta pues de esa manera se podrán abordar los desafíos locales en materia de resiliencia desde la perspectiva de la demanda y utilizando ampliamente los conocimientos.

Utilización de las tecnologías digitales: los servicios de extensión son muy necesarios para impartir nuevas aptitudes a los agricultores y mejorar la mano de obra y la productividad de la tierra. No obstante, con frecuencia son inadecuados y no siempre dan una respuesta a las nuevas necesidades de los agricultores. En este respecto, las tecnologías digitales pueden ser útiles. Las herramientas digitales para monitorear los riesgos climáticos permiten identificar el inicio de las crisis climáticas antes de que se produzcan y facilitan las respuestas para fortalecer la resiliencia. Los sistemas de riego automatizados, los sensores del suelo y los drones permiten aumentar la eficiencia de la producción. Las herramientas digitales pueden incrementar la disponibilidad de alimentos y la posibilidad de acceder a ellos, así como mejorar la utilización y la inocuidad de los alimentos a través del seguimiento eficaz de los riesgos alimentarios. Las plataformas de comercio electrónico hacen posible que los pequeños agricultores se incorporen a las cadenas de valor, y les brindan la posibilidad de eliminar los costos de transacción vinculados a la localización de la demanda, la determinación de los precios y el aumento de la eficiencia en la prestación de servicios. En todo el planeta, existen varios ejemplos que ponen de relieve el papel que desempeña la tecnología para transformar la vida de los agricultores. Entre ellos cabe citar el caso de Hello Tractor, que conecta a los propietarios de tractores con los agricultores a través de mensajes de texto. Los agricultores de Nigeria, Ghana y Kenya pueden alquilar con facilidad máquinas que anteriormente tenían que comprar o a las que no podían acceder. Más de 500 000 agricultores han tenido acceso a servicios de tractores. Alrededor del 60 % de los agricultores declara aumentos de la productividad, y más del 90 % señala que su calidad de vida ha mejorado en general. Varias plataformas, entre ellas Digital Green y Plantix, permiten aumentar marcadamente la productividad agrícola al brindar a los agricultores la posibilidad de adquirir con facilidad nuevas aptitudes para hacer un seguimiento de la calidad de sus cultivos. Plantix proporciona herramientas de diagnóstico y seguimiento que permiten a los usuarios compartir imágenes de plantas enfermas, identificar enfermedades, plagas y deficiencias de nutrientes, y luego difundir la información a toda la comunidad. Dichas tecnologías ayudan en forma directa a mejorar la productividad en toda la cadena de valor de los alimentos.

Prevención de la fragilidad y medidas para abordar sus consecuencias en la seguridad alimentaria: la prevalencia de la desnutrición es alrededor de dos veces mayor en las áreas afectadas por conflictos. Los efectos de los conflictos en la seguridad alimentaria incluyen la interrupción de las actividades de producción a nivel de las explotaciones agrícolas, la disrupción de las funciones de gestión posterior a la cosecha, como la comercialización y el almacenamiento, y el debilitamiento de la capacidad de los hogares pobres para recuperarse de las crisis. Los conflictos generan tensiones en las instituciones locales y nacionales, que propician el debilitamiento de la prestación de servicios agrícolas y de infraestructura pública y la disminución de las inversiones a nivel de las explotaciones agrícolas y en el segmento final del sistema alimentario. África no puede abordar la inseguridad alimentaria sin abordar las causas de los conflictos y la fragilidad relacionadas con la agricultura, y sus consecuencias. En este contexto, es necesario gestionar la competencia por los recursos naturales en las áreas frágiles, en particular entre los pastores y los agricultores. Las personas externas suelen enfrentar dificultades para llegar a las áreas afectadas por fragilidad y conflictos. Por lo tanto, es importante fortalecer la capacidad de las instituciones locales para promover el diseño y la ejecución de enfoques comunitarios. A pesar de los desafíos del cambio climático y la fragilidad de los Estados en algunos lugares de África, el continente no solo tiene la posibilidad de lograr seguridad alimentaria y nutricional sino también de aprovechar el sector alimentario en pro de su desarrollo general.

Publicado originalmente en el informe emblemático anual titulado Foresight Africa (Previsión de África) (i) de la Iniciativa para el Crecimiento de África de la Institución Brookings. Puede leer el informe completo aquí (i).


Autores

Simeon Ehui

Director regional de Desarrollo Sostenible en la región de África

Holger Kray

Practice Manager for Agriculture and Food Security

Elliot W. Mghenyi

Lead Agriculture Economist in the World Bank’s Sustainable Development Practice Group

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