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Poner fin a la quema regular de gas para mantener a raya el cambio climático

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Seis meses. Cuarenta y cinco entidades suscriptoras. Estamos en camino hacia una nueva y ambiciosa norma mundial de facto para la industria del petróleo y el gas.

Parece que fuera ayer cuando altos representantes de 25 Gobiernos, empresas petroleras e instituciones de desarrollo se reunieron con el secretario general de las Naciones Unidas y el presidente del Banco Mundial para lanzar la iniciativa mundial —“Eliminación de la quema regular de gas para 2030”— (i) con el objetivo de poner fin a la práctica de la industria petrolera de quemar gas regularmente en los emplazamientos de producción petrolera de todo el mundo.

Hoy, 45 entidades suscriptoras (i) que son responsables de más del 40 % de la quema mundial de gas han dado un paso adelante comprometiéndose a no quemar gas en exceso en los nuevos desarrollos de yacimientos petrolíferos y a poner fin a la quema regular de gas existente (legado) tan pronto como sea posible y a más tardar en 2030.

Y esperamos que la cantidad de suscripciones siga aumentando hasta que todos los principales países y empresas petroleras firmen el mismo compromiso.

Cada año, cerca de 140 000 millones de metros cúbicos de gas natural producido junto con el petróleo se queman en miles de yacimientos petrolíferos del mundo. Si esta cantidad de gas se usara para la generación de energía, podría proporcionar más electricidad (750 000 millones de KWh) que la que utiliza hoy todo el continente africano. Sin embargo, actualmente el gas se quema por motivos técnicos, regulatorios y económicos, o porque no se da alta prioridad a su uso.

A menudo pienso en todas las personas que tienen que vivir alrededor de sitios en los que se quema gas en antorchas. En algunos casos, el sonido por sí solo es suficiente para causar alarma, dejando de lado el hecho de que estas son más calientes que cualquier otra cosa en la tierra, incluso más que los volcanes. De hecho, tenemos una colega en el Banco, Etta, (i) que recuerda haber crecido en la década de 1980 con llamaradas de gas y humo negro en el fondo. Imagínese despertar con ese espectáculo todos los días y preguntarse qué impactos tiene en su familia y su comunidad.

¿Qué hemos hecho en las últimas décadas para cambiar esta realidad que afecta a miles de personas que viven cerca de donde se quema gas? No lo suficiente. Y es por eso que pusimos en marcha la nueva iniciativa. Es hora de acelerar nuestros esfuerzos.

En lugar de continuar desechando este valioso recurso, en el Banco Mundial, junto con nuestros asociados, queremos ver que el gas se use con fines productivos de desarrollo o se conserve volviéndolo a inyectar en el suelo. Por ejemplo, el gas podría ser usado para producir electricidad para millones de personas privadas de energía. Podría usarse para dar energía a los hospitales y mantener las calles iluminadas por la noche. También podría servir para cocinar o dar calefacción, o como materia prima para productos petroquímicos.

Y la lista continúa.

En palabras simples, es un recurso que se podría emplear para mejorar la calidad de vida de millones de personas en todo el mundo.

Y ni siquiera he mencionado la otra gran razón por la que debemos eliminar la quema regular de gas tan pronto como sea posible: el cambio climático.

Cada año, la quema de gas da lugar a alrededor de 350 millones de toneladas de dióxido de carbono (CO2) que se liberan a la atmósfera, lo que equivale a las emisiones de aproximadamente 77 millones de automóviles. En muchas quemas, algunos de los hidrocarburos solo se queman parcialmente y el contenido de carbono se emite en forma de granos de carbono negro (hollín), que es malo para las personas y el medio ambiente.

El cambio climático es sencillamente un tema que caracteriza a nuestra generación. Tanto es así que en este mismo momento miles de personas están reunidas en París en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, (i) o COP21, para tratar de llegar a un acuerdo mundial sobre las maneras de mitigar el cambio climático. Los Gobiernos de todo el mundo estarán buscando formas de empezar a usar fuentes de energía más limpias y eficaces necesarias para la transición a un futuro con bajos niveles de emisiones de carbono. Poner fin a la quema regular de gas puede ser una contribución clave a este objetivo.
 

Encarguémonos de este tema con urgencia. Insto a todos los países y empresas petroleras que aún tienen que suscribir y comprometerse con la iniciativa a que lo hagan. Sería una poderosa demostración de gestión responsable de los recursos y cuidado del medio ambiente. De todas las medidas que podemos tomar para mitigar el cambio climático, esta es factible. Las tecnologías para volver a inyectar este gas o aprovecharlo para usos productivos están disponibles. Solo tenemos que reconocer que es hora de poner fin a esta práctica y comprometer los recursos necesarios.

Autores

Anita Marangoly George

Former Senior Director, Energy & Extractives

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