Hace quince años, cuando era parte de la Secretaría de Educación Pública de México (2008 a 2011), había un claro enfoque en el desarrollo de las habilidades del siglo XXI. Estas habilidades incluían informática, idiomas extranjeros, creatividad, pensamiento crítico y habilidades interpersonales. Aunque estas habilidades son sin duda importantes, centrarse en ellas desvió la atención del viejo y menos atractivo desafío de garantizar que todos los estudiantes alcancen un nivel adecuado de lectoescritura y matemáticas básicas. Al priorizar las habilidades del siglo XXI, los sistemas educativos asumieron implícitamente que la mayoría de los estudiantes ya alcanzaban los niveles básicos en habilidades fundacionales o éstas ya no serían relevantes. Sin embargo, las habilidades fundacionales como la lectoescritura, la comprensión de lectura, y las matemáticas básicas son y seguirán siendo relevantes a lo largo del siglo XXI. Y el gran reto es que, al finalizar el ciclo de educación básica, más de la mitad de los estudiantes en países de ingresos bajos y medios—la mayoría de ellos en contextos de pobreza—no comprenden una historia sencilla y no saben cómo utilizar operaciones matemáticas básicas para resolver problemas cotidianos.
La importancia de las habilidades fundacionales en el siglo XXI
Si bien las habilidades del siglo XXI son sin duda relevantes para quienes ya han adquirido los aprendizajes básicos, no deberían tener prioridad sobre la provisión de habilidades fundacionales, ya que éstas forman los pilares de todo el proceso de aprendizaje. La universalización de las habilidades fundacionales generaría, al mismo tiempo, ganancias de productividad y reducciones de la pobreza y la desigualdad de ingresos. El Informe sobre el Desarrollo Mundial (IDM) 2018 ayudó a cambiar el enfoque de las habilidades del siglo XXI al desafío más apremiante de proporcionar habilidades fundacionales, dando voz a millones de estudiantes pobres en países en desarrollo. La tendencia global en el número de búsquedas de los términos “habilidades del siglo XXI” y “habilidades fundamentales” del 2010 a la fecha, captura el cambio en la discusión, el cual coincide con la publicación del IDM 2018 (Figura 1).
Habilidades fundamentales y el futuro del trabajo
Garantizar que todos los estudiantes adquieran las habilidades fundacionales no es sólo un imperativo económico y moral, sino también la mejor estrategia para garantizar que una gran parte de la sociedad se beneficie del progreso tecnológico. Las habilidades fundacionales han sido esenciales para el crecimiento económico desde la Revolución Industrial, ya que promueven la innovación y permiten el uso eficaz de nuevas tecnologías. Contrariamente a algunas creencias, la lectoescritura, las matemáticas básicas y las habilidades sociales se han vuelto aún más importantes con la aparición de nuevas tecnologías. Un informe reciente del Banco Mundial destaca el papel fundamental de las habilidades fundacionales en el desempeño de tareas que complementan las nuevas tecnologías. Las empresas que implementan automatización, robotización, big data o inteligencia artificial aumentan la cantidad de tareas cognitivas y sociales que se realizan en el lugar de trabajo. El reporte demuestra que los trabajadores con niveles más altos de habilidades fundacionales son más aptos para realizar estas tareas. La evidencia para Estados Unidos muestra que la demanda de habilidades sociales como el trabajo en equipo, la colaboración y la resolución de problemas ha aumentado en las últimas cuatro décadas, una tendencia atribuida a la adopción de nuevas tecnologías. Estos resultados no deberían de sorprendernos ya que la interacción humana en el lugar de trabajo genera beneficios que las máquinas aún no pueden replicar.
Los mercados laborales del futuro estarán fuertemente influenciados por los rápidos avances tecnológicos y los cambios en la forma en que operan las empresas. En las próximas décadas surgirán nuevas ocupaciones que hoy son imposibles de imaginar; la permanencia en un mismo empleo se reducirá, aumentando con ello la cantidad de empleos y ocupaciones que los trabajadores tendrán durante su trayectoria laboral. Con la aceleración del progreso tecnológico, las competencias profesionales específicas a determinados sectores o industrias quedarán rápidamente obsoletas. Estos cambios significan que los trabajadores del mañana tendrán que reinventarse profesionalmente cada tanto. Esto presenta un desafío importante para los sistemas educativos, especialmente para los sistemas de educación vocacional, que deben anticipar las habilidades y competencias profesionales que serán demandas en el futuro, una tarea que se hará más complicada a medida que avanza la tecnología. Los trabajadores podrán navegar un mercado laboral altamente dinámico sólo si tienen las habilidades fundacionales que les permitan adquirir nuevas competencias o inclusive reinventarse por completo.
Dada la importancia de las habilidades fundacionales en un mercado laboral en constante cambio, los programas de formación para el trabajo deberían considerar la inclusión de lectoescritura, matemáticas y habilidades sociales en sus opciones de capacitación. Las oficinas públicas de empleo podrían evaluar los niveles de logro en matemáticas y lectoescritura entre los solicitantes de empleo y determinar quién se beneficiaría de un curso sobre habilidades fundamentales.
El próximo desafío: definir, medir y desarrollar las habilidades sociales.
Gracias a las pruebas estandarizadas y el creciente número de evaluaciones experimentales, hemos ampliado nuestro conocimiento sobre cómo mejorar los niveles de matemáticas y lectoescritura. Sin embargo, todavía queda trabajo por hacer para definir y medir las habilidades sociales. Las habilidades sociales como el trabajo en equipo, la empatía y la resolución de problemas son igualmente importantes para tener éxito en el mercado laboral y alcanzar objetivos de vida. Desafortunadamente, no existe un consenso sobre cómo definir y medir las habilidades sociales. Como resultado, hay un escaso conocimiento sobre cómo podemos mejorar estas habilidades. El primer paso para abordar este reto, es definir y medir las habilidades sociales de manera sistemática (a través de instrumentos estandarizados) para luego hacer más investigación que nos permita identificar estrategias para mejorarlas. Esta agenda vincula la investigación, la innovación y las políticas, todas ellas trabajando para beneficiar a los niños y jóvenes más marginados.
Si bien el enfoque en las habilidades del siglo XXI ha sido importante, no debería eclipsar la urgencia de universalizar las habilidades fundacionales. Al priorizar las habilidades fundacionales, podemos empoderar a las personas, reducir la pobreza y la desigualdad de ingresos, contribuyendo a una sociedad más inclusiva y próspera.
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Este es el quinto de una serie de blogs en los que los coautores del WDR2018 exploran desarrollos nuevos e interesantes en las áreas que cubrieron en el informe. El Blog 1 y el Blog 2 evaluaron cuánto se ha avanzado en los tres pilares de políticas descritos en el WDR 2018: evaluar el aprendizaje, actuar sobre la base de la evidencia y alinear a los actores. En el Blog 3, Dave Evans explora los impactos de la violencia escolar en los resultados del aprendizaje. En el Blog 4, Tara Beteille analiza qué impide la reforma educativa a escala utilizando hallazgos de la región de Asia Oriental y el Pacífico.
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