Desvinculación Económica de los Jóvenes: Una dura realidad mundial que debemos recordar con motivo del "Día Mundial de las Habilidades de la Juventud"

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High school students in a technical education class specializing in business administration in La Ceja, Antioquía, Colombia. Youth workforce development programs should reinforce foundational skills, reactivate disengaged youth, and target long-term unemployed youth. Copyright: Charlotte Kesl/World Bank

Aprovechar el potencial de los jóvenes y dotarles de las competencias necesarias para el éxito es una iniciativa que merece la pena conmemorar. Por esta razón, en 2014, la Asamblea General de las Naciones Unidas declaró el 15 de julio Día Mundial De las Habilidades de la Juventud en reconocimiento de la importancia estratégica de dotar a los jóvenes de competencias para el empleo, el trabajo decente y el emprendimiento. Desde entonces, este día ha brindado una oportunidad única para recordar que los jóvenes son el futuro (y el presente) de la mano de obra mundial. A medida que la fuerza de trabajo mundial se contrae debido a los cambios demográficos y a nuevas tendencias mundiales, como la digitalización, debemos capacitar a los jóvenes para que, en medio de estos cambios, participen activamente en la economía.

La desvinculación económica de los Jóvenes.

Sin embargo, siete de cada diez jóvenes de todo el mundo están desvinculados o marginalmente vinculados en la economía.

La desvinculación económica de los jóvenes se produce cuando estos se encuentran en un estado temporal o permanente en el que no acumulan suficiente capital humano debido a un acceso inadecuado a oportunidades para el desarrollo de habilidades. El segmento más extremo de jóvenes económicamente desvinculados es el conocido como población “nini” (sin educación, empleo o formación). Sin embargo, los “ninis” son solo la punta del iceberg de un problema mayor y más profundo en el que los jóvenes se dedican a actividades de baja productividad que no favorecen el desarrollo del capital humano. Esta importante población suele ser ignorada por las estadísticas nacionales y pasada por alto por los políticos de todo el mundo. Según los últimos datos disponibles de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), unos 448 millones de jóvenes están económicamente desvinculados o tienen un empleo de baja calidad (Figura 1). La desvinculación económica de los jóvenes tiene varias consecuencias negativas, como la reducción del crecimiento económico, la inestabilidad política, la exclusión social (los jóvenes se desvinculan de sus comunidades) y el aumento de la delincuencia y el malestar social, por nombrar algunas.

Figura 1: Vinculación económica juvenil – Estadísticas globales

Figura sobre Vinculación económica juvenil ? Estadísticas globales
Nota: Estimaciones de los autores a partir de datos de OIT para el año 2021. La muestra incluye jóvenes de entre 15 y 24 años. Los ninis son personas que no estudian, no siguen una formación, o no trabajan. Los jóvenes subempleados son aquellos que declaran querer trabajar más horas. Los trabajadores informales son personas empleadas sin acceso a la seguridad social y jóvenes autoempleados.

La desvinculación económica de los jóvenes en países de ingreso bajo y medio.

La desvinculación económica de los jóvenes es especialmente severa en los países de renta baja y media, sobre todo en América Latina, Asia Meridional y el África Subsahariana. En algunos países, la mayoría de los jóvenes están desvinculados de manera total o parcial, con tasas que superan el 70% u 80%. Esto pone de manifiesto una evidente crisis social y de capital humano. En cuanto a masa poblacional, los datos indican que la mayoría de los jóvenes desvinculados (alrededor del 66%) viven en Asia Meridional y América Latina.

Figura 2: Estadísticas de desvinculación juvenil por países

Figura 2  Estadísticas de desvinculación juvenil por países
Nota: Estimación de los autores a partir de datos de OIT para el año 2021. La muestra incluye jóvenes de entre 15 y 24 años.

La falta de habilidades fomenta el desenganche económico de los jóvenes.

Es poco probable que los jóvenes que carecen de habilidades se vinculen a un empleo productivo o a la educación. Los datos indican que existe una fuerte correlación negativa entre el "índice de capital humano" de un país y la desenganche juvenil, lo que sugiere que las habilidades son esenciales para ayudar a los jóvenes a alcanzar su potencial económico. El ICH es un indicador indirecto de cómo las capacidades y la salud de las personas durante sus primeros 18 años influyen en su productividad cuando se incorporan al mercado laboral. Del mismo modo, existe una correlación positiva entre países con altas tasas de jóvenes que carecen de niveles mínimos de competencias lectoras según resultados del programa PISA de la OECD de medición de habilidades, y sus niveles desvinculación juvenil.

Las oportunidades de empleo productivo requieren competencias muy complejas, técnicas y específicas del puesto de trabajo, como pensamiento crítico, resolución de problemas y cálculo avanzado. Estas habilidades especializadas son casi imposibles de desarrollar si las personas no poseen una dotación mínima de capital humano y habilidades fundamentales, como aritmética básica, alfabetización y habilidades socioemocionales.

El desarrollo de la fuerza de trabajo juvenil seguirá siendo una prioridad para el desarrollo económico.

La desvinculación económica juvenil es un reto complejo que requiere inversión, una combinación de soluciones y un enfoque sostenido. Estimaciones recientes sugieren que la economía mundial podría ganar unos 6,5 billones de USD en los próximos siete años si se colmaran las lagunas de habilidades de los trabajadores, lo que representa entre el 5% y el 6% de su producto interior bruto (PIB). Sin embargo, según datos de la OIT, la mayoría de los países invierten menos del 0,5% del PIB mundial en programas de desarrollo de la fuerza de trabajo. Teniendo en cuenta la magnitud del problema, es fundamental desarrollar diferentes políticas de intervención y programas que tengan en cuenta el nivel de participación de los jóvenes, sus habilidades y el contexto local.

  • En primer lugar, los programas de desarrollo de la fuerza de trabajo deben reforzar las habilidades básicas de los jóvenes, es decir, la alfabetización, la aritmética, y las habilidades socioemocionales y digitales. Estas habilidades son transversales, duraderas y permitirán a los jóvenes adaptarse a las nuevas tecnologías y a los cambios en el mercado laboral.
  • En segundo lugar, los programas de desarrollo de la fuerza de trabajo deberían contribuir a "reactivar" a los jóvenes desvinculados. Las políticas de activación pueden dirigirse a los jóvenes poco o muy cualificados, y su objetivo es sacarlos de la inactividad. Estas políticas a menudo implican la prestación de asistencia social (o incentivos monetarios) para volver a enganchar a los jóvenes a oportunidades económicas o de capacitación.
  • En tercer lugar, los programas deberían dirigirse a los jóvenes desempleados de larga duración. Las políticas de asistencia a los jóvenes desempleados (por lo general, personas semicualificadas) incluyen formación y desarrollo de habilidades profesionales, actividades para remediar y reforzar habilidades básicas, asistencia para la búsqueda de empleo y oportunidades para que las personas adquieran experiencia laboral a través de prácticas o programas de empleo subvencionados.
  • En cuarto lugar, los programas también deberían ayudar a los jóvenes que trabajan de manera informal a ser más productivos. Programas como la formación para el emprendimiento, el acceso a la financiación, y la formación en habilidades digitales pueden ayudar a los jóvenes del sector informal a adoptar la tecnología, acceder a plataformas de comercio electrónico, ampliar su base de clientes, racionalizar sus operaciones y aumentar la productividad.
  • Finalmente, es esencial ampliar el acceso y la calidad de los programas de apoyo a la educación formal y el aprendizaje basado en el trabajo. Los programas también deberían tener como objetivo reconectar a los jóvenes con la educación formal y proporcionar vías flexibles entre los programas de desarrollo de la fuerza de trabajo y la educación general. Para los jóvenes que han abandonado el sistema escolar, los programas de "segunda oportunidad" son una forma de animarlos a completar la educación formal. Además, los programas de educación postsecundaria (formación profesional, EFTP formal y educación superior) deberían fomentar y ampliar la educación basada en el trabajo a través de aprendizajes, prácticas y programas duales diseñados e implementados en estrecha colaboración con los empleadores.

Autores

Gemma Rodon

Analista, Education Global Practice

Nicolas Torres

Researcher, Good Business Lab

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