Ya son siete meses desde que me uní al equipo de trabajo del Banco Mundial como Coordinador de Educación Terciaria. Durante este corto periodo de tiempo he tenido la oportunidad de reunirme con una amplia variedad de personas, leer diversos reportes y participar en reuniones técnicas de revisión de proyectos y misiones con funcionarios gubernamentales y líderes institucionales de diversos rincones del planeta. Ha sido una positiva experiencia de rápido aprendizaje sobre la manera como opera una organización tan compleja como lo es el Banco Mundial y cuya contribución al desarrollo es tan significativa y a la vez cuestionada.
En mis viajes en América Latina, el Medio Oriente, África, el Sudeste Asiático y Europa, he tenido la oportunidad de reflexionar sobre los desafíos y oportunidades que la educación terciaria tiene frente a sí a nivel mundial. Es precisamente tal razonamiento el que nos ha llevado en el Banco Mundial a organizar una serie de conferencias que estaremos llevando a cabo durante un año con el tema “Educación Terciaria en la encrucijada” y en la que esperamos reflexionar colectivamente sobre los temas relevantes y tendencias de la educación terciaria en el ámbito internacional, así como, sobre el papel que ésta debe tener a la luz de la ambiciosa agenda que el Banco Mundial se ha planteado para eliminar la pobreza extrema en el mundo mediante mecanismos que permitan compartir la prosperidad en un mundo sustentable.
La primera de estas conferencias, efectuada recientemente, atrajo la participación de un grupo de educadores de más de 25 países que analizaron el intrigante dilema de la vinculación entre empleabilidad y educación superior. Sabemos que aunque debería existir una ruta relativamente tersa entre la educación terciaria y la empleabilidad, sin embargo, es un camino que se encuentra lleno de obstáculos. Datos recientes indican que un alto número de egresados de la educación terciaria en diferentes partes del mundo no pueden encontrar empleos adecuados y en ocasiones ni siquiera cualquier tipo de empleo.
Así como el tema de la empleabilidad de egresados de la educación terciaria es un tópico preocupante, existen otros que también requieren reflexión y atención, tales como el aseguramiento de la calidad, el financiamiento, la equidad en el acceso a la educación superior, la retención/deserción, la gobernanza institucional, la internacionalización, la diversificación institucional, las tensiones entre docencia e investigación, etc.
Por supuesto que construir una lista de retos en la educación terciaria es una tarea relativamente sencilla, independientemente del hecho de que cada contexto local, nacional y regional tiene peculiaridades únicas. También es fácil identificar similitudes interesantes alrededor del mundo. Por ejemplo, no hay mucha diferencia entre los estudiantes de México, India, Arabia Saudita, Rusia, los Estados Unidos, Armenia o Botsuana, los cuales comparten ansiedad y desaliento por lo que ven a su alrededor, pero también se entusiasman de igual manera frente a un futuro en el que puedan hacer contribuciones significativas. Por otra parte, es posible ver que los formuladores de políticas tienen sus propias preocupaciones, las cuales son usualmente similares, independientemente del país del que se hable: ya sea en Colombia, Inglaterra o Uganda, ellos coinciden en señalar las dificultades asociadas con la resistencia al cambio y la existencia de recursos limitados ante demandas variadas e ilimitadas.
Por su parte, el sector empleador en Italia, Tanzania y Chile comparten sus frustraciones sobre las deficiencias en habilidades y destrezas de los egresados de las instituciones de educación superior y sobre la percepción de una limitada capacidad de respuesta de las instituciones educativas a sus requerimientos. Muchas veces también es posible observar que los empleadores mismos tienen una limitada capacidad para hacerle saber a las instituciones de educación superior sus futuras necesidades de manera coherente y consistente.
Los académicos en lugares como Malasia, Jamaica o Sudáfrica comparten perspectivas sobre la inadecuada preparación de los estudiantes que están recibiendo de los niveles previos de la educación y sobre la poca atención que reciben de parte de las autoridades institucionales. A su vez los titulares de las instituciones educativas ya sea en Túnez, Canadá, Vietnam, Panamá o España, reconocen que tienen una capacidad limitada para propiciar el cambio al interior de sus instituciones y al mismo tiempo saben que se les pide un mayor involucramiento en actividades y temas que van mas allá de las funciones tradicionales de la educación superior.
No hay duda que los desafíos son significativos e inauditos. Sin embargo, siendo un incorregible optimista, veo que hay aspectos comunes positivos, especialmente en el caso de los estudiantes. Independientemente de su ubicación, los estudiantes comparten la curiosidad y el apetito por nuevos conocimientos, destrezas y oportunidades. Como bien me señalara un estudiante de la “Pandeet Dindayal Petroleum University” en Gujarat, India, “es la oportunidad para tener una mejor vida”, cuando le pregunté sobre el valor de la educación terciaria. “Y es sobre la oportunidad de que tengan una mejor vida quienes te rodean”, concluyó. Los estudiantes reconocen que el mundo actual es mucho más diverso y que tal diversidad es un activo más que una desventaja. “Es sobre la oportunidad de desarrollarse al máximo de tu capacidad”, me indicó una estudiante de la Universidad Effat en Jeddah, Arabia Saudita, cuando le formulé la misma pregunta. “La educación superior me ha permitido abrir los ojos al mundo, en tanto que me ha ayudado a fortalecer mis valores y mi identidad”, indicó.
Los estudiantes expresan esperanzas de poder cambiar el mundo que recibirán como herencia. “Es sobre cuestionarse el mundo en el que vivimos hoy y sobre aportar soluciones innovadoras”, me señaló un estudiante de mi Alma Mater, la Universidad Autónoma de San Luis Potosí en México. “Podemos hacer de éste un mundo mejor”, advirtió. Y yo concuerdo con tal afirmación pues considero que podemos tener un mundo mejor y que sin lugar a dudas la educación terciaria tiene un importante papel qué desempeñar para que tal aspiración sea posible. En primer lugar, la educación terciaria es un factor clave para la movilidad social y económica en cualquier país. En este sentido, la buena noticia es que en la actualidad, a nivel mundial, más estudiantes que nunca se encuentran inscritos en algún tipo de institución de educación superior. Hoy en día hay alrededor de 200 millones de alumnos de educación terciaria en el mundo, en comparación con solo 89 millones en 1998. Esto representa un crecimiento del 124 % en solo 15 años.
También, a pesar de la reciente crisis financiera, los retornos económicos resultantes de la educación para los egresados de las instituciones de educación terciaria son bastante significativos, tal y como lo indica un reciente estudio llevado a cabo por el Banco Mundial. Aún en países que han sufrido con el doble problema de tener que enfrentar la crisis financiera con un sistema de educación superior poco diversificado, las tasas de desempleo de los egresados de educación terciaria tienden a ser menores que las del resto de la población. Todo ello hace necesario redoblar esfuerzos para identificar vías mediante las cuales las instituciones de educación terciaria puedan ser más efectivas y puedan vincularse mejor con las necesidades actuales y futuras de la economía y la sociedad. Esto implica además revisar las políticas de educación terciaria y empleo, especialmente a los niveles regional y nacional. Y este es un tema que llegó para quedarse. Como lo expresara Tony Carnevale, director del Centro para el Desarrollo del Empleo de la Universidad Georgetown, en nuestra reciente conferencia de la serie “Educación terciaria en la encrucijada”, “más y más las políticas se están enfocando en la relación existente entre la educación superior y la preparación para el mundo del empleo”.
Concluyo este primer blog recordando que vivimos en un tiempo excitante aunque lleno de desafíos, en el que la educación terciaria puede y debe adaptarse de manera más rápida y más eficiente para atender mejor las necesidades del entorno socio-económico, local y global. No es una tarea fácil pero ciertamente es una tarea factible. Como lo señalara Paul Valéry, “lo que nos desconcierta en nuestros tiempos es que el futuro ya no es lo que solía ser”.
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