La urgencia de apoyar a la primera infancia y a sus familias en la respuesta ante el COVID-19

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La pandemia de COVID-19 ha conducido al cierre de escuelas en casi todos los países del mundo, haciendo que aproximadamente 1.5 mil millones niños y jóvenes no asistan a la escuela. Muchos países ya experimentaban una crisis de aprendizaje antes de la pandemia del coronavirus, con un estimado de 260 millones de niños que no asistían a la escuela, y el 53% de niños de diez años que van a la escuela en países de ingresos medios y bajos viviendo en pobreza, incapaces de leer y comprender un texto simple. El mundo no puede darse el lujo de que se deteriore aún más el aprendizaje de los niños. Los gobiernos están poniéndose en marcha para implementar  el aprendizaje a distancia mediante diversos canales para intentar llegar a los niños en sus casas. En el Banco Mundial estamos trabajando estrechamente con nuestras contrapartes gubernamentales con el fin de realizar inversiones inteligentes que apoyen el aprendizaje de los niños de maneras novedosas e innovadoras. 

Si bien estos momentos están repletos de grandes desafíos, presentan también algunas oportunidades. Una de estas oportunidades consiste en ampliar el acceso al aprendizaje temprano. En todo el mundo, solo aproximadamente la mitad de los niños se encuentran matriculados en preescolar, y en el caso de los países de bajos ingresos, la cifra es de solo 21%. Esto representa una gran oportunidad perdida, dado que sabemos la importancia que tiene el acceso a un aprendizaje temprano y de calidad para conducir a los niños a través de un mejor sendero que los lleve a un aprendizaje para toda la vida. Si bien los ministerios de educación trabajan para ampliar el acceso al aprendizaje mediante una variedad de distintos métodos, necesitamos garantizar que en estos esfuerzos se incluya la educación de la primera infancia.

A medida que la pandemia global del COVID-19 continúe desarrollándose, los niños pequeños se verán en una posición especialmente vulnerable. Por ello, además de la educación de la primera infancia, necesitamos garantizar también esfuerzos para promover un desarrollo holístico en la primera infancia. Durante los primeros cinco años de vida el cerebro madura más rápido que en cualquier otro momento y es más maleable que nunca. Estos primeros años representan un periodo crítico para brindar a los niños el cuidado, nutrición, salud y estimulación, y oportunidades de aprendizaje que sabemos necesitarán para tener éxito en la escuela y para crecer y convertirse en adultos saludables y productivos. Lamentablemente, sabemos que los niños más pequeños serán los más vulnerables durante esta crisis. Sabemos, por la crisis del Ébola, que los niños pequeños tienen más probabilidades de experimentar violencia, abuso y abandono durante las pandemias, mientras sus familias luchan por sobrevivir. Los niños pequeños son altamente vulnerables en momentos de shock porque los servicios que los apoyan son, por lo general, informales y están fuera del sistema, por lo que corren el riesgo de ser ignorados. Aquellos recursos que ya eran escasos probablemente serán desviados para responder a la pandemia y existe el riesgo real de que los servicios para promover mejores resultados en el desarrollo de la primera infancia sean considerados menos urgentes en el actual entorno.

Podemos llegar a los niños pequeños apoyando a sus padres y cuidadores. La naturaleza única de la pandemia coloca a los padres en la primera línea de respuesta en términos de la supervivencia, cuidado y aprendizaje de los niños. Por lo tanto, los esfuerzos para llegar a los niños pequeños necesitan empezar por alcanzar a sus padres, con apoyo, motivación e ideas prácticas y viables para que puedan ayudar a sus hijos en estos tiempos de crisis. Aún en aquellos entornos con muy bajos recursos, en carencia extrema, existen ciertas acciones que los padres pueden hacer para proteger y promover el desarrollo de sus hijos.

En el Banco Mundial estamos trabajando de manera intersectorial para apoyar los esfuerzos del gobierno por llegar a los niños pequeños y sus familias y garantizar que el desarrollo de la primera infancia sea una prioridad dentro de la respuesta ante el COVID-19. Esta semana hemos publicado dos notas orientativas muy simples: 15 formas de apoyar a los niños pequeños y sus familias en la respuesta ante el COVID-19  e Invirtiendo en la primera infancia durante el COVID-19.  Estas notas comparten ideas para usar plataformas que existen entre distintos sectores con el fin de promover mejores resultados en el desarrollo de la primera infancia. Estas ideas se toman de enfoques basados en evidencia y de programas que han funcionado en una serie de países. 

  • En Kenia, el Programa de Lectura Emerge distribuye libros escritos en idiomas locales y alienta a los padres a leer en casa con sus hijos. El programa ha incrementado con éxito el vocabulario de los niños y ha dado como resultado que a los niños se les lea con más frecuencia. Cabe destacar que el mayor incremento en frecuencia de lectura se ha presentado entre los cuidadores analfabetos, quienes utilizan las imágenes para contarles las historias a los niños. 
  • El Programa Interactivo de Instrucción Auditiva RISE en Zanzíbar ha generado un impacto duradero en el aprendizaje de los niños pequeños, donde se incluyen impactos iniciales importantes y positivos sobre las habilidades en inglés, suajili y matemáticas, en el caso de aquellos niños que participaban en el programa tanto en entornos formales como informales.  Los niños que asistieron al programa RISE muestran, seis años después, un dominio mayor y más duradero de los conceptos propios de su grado (en comparación con un grupo de control).  Este programa está manejado por la División de Aprendizaje Virtual dentro del Ministerio de Educación de Zanzíbar y ha sido integrado al presupuesto anual.
  • Los programas de entretenimiento educativo para promover el aprendizaje temprano están mostrando resultados en todo el mundo, entre ellos destacan los programas Sesame Workshop en más de 15 países y los programas de TV  Ubongo en África Oriental.   
  • Los programas de transferencia de efectivo, junto con la información y con los esfuerzos por lograr cambios en el comportamiento para ayudar a los padres a apoyar el desarrollo de sus hijos han generado impactos positivos en muchos países, entre los que se incluye el aumento de matrículas en preescolar en Uganda  y mejoras en los resultados cognitivos en Colombia y México.
  • Un programa de mensajes de texto en la zona rural de Ecuador transmite información y motivación a los padres en relación al desarrollo de la primera infancia y ha logrado mejorar los resultados de salud y nutrición. 

Los equipos del Banco Mundial pueden trabajar con países clientes para apoyar a los niños pequeños y sus familias en estos momentos, aprovechando una serie de intervenciones y mecanismos que formarán parte de la respuesta ante el COVID-19 en todos los países, ya que el Banco trabaja con los gobiernos para generar más de $160 mil millones en financiamiento de emergencia disponible para luchar contra esta crisis. A medida que nos movilizamos, las necesidades de los niños pequeños deben ser consideradas prioritarias

 

 

15 maneras de apoyar a los niños pequeños y sus familias en la respuesta ante el COVID-19

  1. Entregar alimentos de emergencia, incluso suplementos alimenticios terapéuticos micronutrientes y listos para usar a mujeres embarazadas y niños pequeños.
  2. Brindar a las mujeres embarazadas/madres recientes asesoría acerca de salud/lactancia/cuidados durante el COVID-19.
  3. Utilizar plataformas de salud y nutrición para brindar mensajes relacionados con maneras de enfrentar la crisis, crianza y estimulación temprana.
  4. Promover el lavado de manos y la higiene al interior de la familia, particularmente en entornos de bajos recursos.
  5. Brindar soporte en temas específicos de cuidado infantil y psicosocial a trabajadores esenciales en primera línea de la crisis.
  6. Distribuir libros, materiales de aprendizaje y de juego a los hogares o a través de centros de acogida comunitarios.
  7. Integrar la educación de la primera infancia dentro de los programas de aprendizaje de educación básica a distancia.
  8. Brindar entretenimiento educativo a los niños pequeños mediante radio/TV/internet/redes sociales.
  9. A medida que las escuelas vayan reabriendo sus puertas, garantizar que se incluya la educación de la primera infancia en las campañas masivas de matrícula, implementar programas de aprendizaje acelerado para niños pequeños, introducir protocolos de higiene que incluyan a los niños pequeños.
  10. Ampliar las transferencias de efectivo, becas para niños y redes de seguridad social para entregar información y recursos para promover el desarrollo de la primera infancia.
  11. Apoyar a los padres en temas de enfrentamiento de crisis, manejo de estrés y estrategias de crianza mediante teléfono/radio/TV/internet/redes sociales.
  12. Capacitar/brindar información a los trabajadores de primera línea para identificar/responder a temas relacionados con protección infantil y salud mental.
  13. Establecer servicios de apoyo para mujeres y niños que experimentan violencia y abuso doméstico.
  14. Asegurar que las campañas de información integren mensajes clave para promover el desarrollo de la primera infancia y el cuidado en relación a temas de nutrición, salud, estimulación y prevención de la violencia, así como apoyo psicosocial.
  15. Los programas de extensión agrícola brindan oportunidades para llegar a los niños y sus familias con servicios e información.

 

En este momento sería un error no invertir lo suficiente en la primera infancia y acarrearía consigo consecuencias para toda la vida en los niños, así como impactos dramáticos en el capital humano de los países en el futuro.


Autores

Amanda Devercelli

Senior Education Specialist

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