La pandemia de COVID-19 ha afectado gravemente el desempeño de los servicios de atención primaria de salud en todo el mundo, pero especialmente en los países de ingreso bajo y mediano, aunque aún no se ha medido toda la magnitud de este impacto. La pandemia también ha puesto de manifiesto deficiencias crónicas en la prestación de servicios, en particular en el caso de la salud mental.
La mayoría de los programas de salud pública tuvieron dificultades para mantener sus estándares de calidad habituales, ya que se movilizó personal e insumos para respaldar la demanda extraordinaria en los hospitales. Los pacientes con enfermedades neurológicas y mentales, que incluyen los trastornos por consumo de sustancias, no pudieron ser evaluados ni recibir tratamiento.
Al mismo tiempo, la demanda de servicios de salud mental aumentó entre los trabajadores de primera línea, los jóvenes, los migrantes y las poblaciones que viven en circunstancias precarias. La ansiedad y la depresión han aumentado entre las personas que no padecían afecciones mentales antes de la pandemia. En resumen, la demanda de servicios de salud mental se ha disparado desde 2020 y ha habido dificultades para brindar la atención necesaria.
Las consecuencias económicas de las enfermedades mentales son enormes. Las pérdidas de productividad y otros costos indirectos para la sociedad a menudo superan con creces los costos de atención médica. En promedio, los países dedican menos del 2 % de sus presupuestos sanitarios a la salud mental, y la pérdida de productividad debido a afecciones mentales equivale a USD 1 billón en pérdidas anuales. Más del 70 % del gasto en salud mental de los países de ingreso mediano aún se destina a hospitales psiquiátricos.
Adaptar las respuestas de salud mental a diferentes contextos
En América Latina y el Caribe, los países abordan este desafío de distintas maneras, por ejemplo, con apoyo recibido del Banco Mundial y Access Accelerated.
En Colombia, los proveedores de atención primaria de salud han implementado un modelo impulsado por la tecnología para la atención de la depresión y el consumo peligroso de alcohol. En Chile, se refuerza el tratamiento de salud mental en los centros de atención primaria en sintonía con la red sanitaria y la comunidad.
En Perú, se llevan a cabo iniciativas para mostrar cómo aprovechar el financiamiento basado en resultados y desarrollar servicios de salud mental comunitarios a escala nacional; mientras que, en Paraguay, los esfuerzos se concentran en reducir la brecha entre el sistema actual y la realidad de la prestación de servicios de salud mental en el marco de la nueva Estrategia Nacional de Salud Mental.
En Uruguay, se están adaptando las estrategias de prevención a la prestación de servicios de salud mental, y ello incluye la telemedicina, la respuesta comunitaria y el acceso a medicamentos para casos crónicos en el nivel de atención primaria. En El Salvador, el foco se centra en la salud de los adolescentes y el impacto de la violencia en la salud mental, y se estudian estrategias adoptadas en el marco de iniciativas multisectoriales que han logrado reducir el suicidio entre los hombres jóvenes en contextos violentos y la violencia de género que afecta a niñas y mujeres jóvenes.
La estigmatización sigue siendo un problema importante que requiere especial atención. En Chile, se adaptaron cuatro instrumentos interculturales para evaluar el estigma de las personas con enfermedades mentales y los problemas de abuso de sustancias entre los profesionales de la atención primaria. En Ecuador, el debate se centra en la reducción del estigma y la internación de los pacientes, lo que incluye la atención de la salud mental en el nivel primario y el fortalecimiento del apoyo comunitario.
En Sint Maarten, los esfuerzos se focalizan en la mejora general del acceso y la calidad de la atención de salud mental en el contexto de una isla pequeña. El país también lidera una iniciativa regional para proporcionar tratamiento a pacientes en islas vecinas, con el fin de asegurarse de que ninguna persona quede excluida.
Ampliar el acceso a los servicios de salud mental a través de la atención primaria
La urgente necesidad de dar acceso a servicios de salud mental ha impulsado un cambio en el enfoque del Banco Mundial en este ámbito, y ahora se centra en la atención primaria y la atención comunitaria. Esta estrategia ayuda a abordar varios desafíos. Alrededor de la mitad de la población mundial vive en países donde existe 1 solo psicólogo por cada 200 000 habitantes o más, por lo que la capacitación de proveedores de atención primaria de salud y trabajadores comunitarios de salud mental puede subsanar esta deficiencia.
Más importante aún, este enfoque también puede ayudar a abordar el estigma asociado con la salud mental, ya que una consulta de salud mental en la atención primaria se considera una enfermedad más a tratar en este entorno.
Además, este enfoque puede ayudar a aumentar el cumplimiento de las visitas médicas, porque los pacientes pueden abordar simultáneamente sus problemas de salud tanto físicos como mentales. Por último, se pueden obtener mejores resultados para el paciente, dado que la atención y el seguimiento a tiempo son cruciales para dicho propósito.
Más financiamiento para la salud mental
Proporcionar financiamiento adecuado para la atención de salud mental puede generar una alta rentabilidad económica. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), en Jamaica, Perú y Surinam, el rendimiento de la inversión de las intervenciones de atención de la salud mental resultó ser entre dos y cinco veces superior a lo previsto inicialmente.
Sin embargo, según datos del Atlas de Salud Mental de la OMS (en inglés), el gasto público promedio asignado a la salud mental en los países de América es apenas del 3 %, insuficiente para abordar la magnitud del desafío.
Para transformar los servicios de salud mental, el compromiso debe traducirse en acciones destinando más fondos a la salud mental y garantizando la integración de los servicios de esta área en la prestación de servicios de salud esenciales.
El Banco Mundial ayuda a los países a reforzar los programas de salud mental, y su labor abarca desde actividades de promoción de alto nivel, evaluaciones técnicas y financiamiento para proyectos de inversión hasta iniciativas de fortalecimiento de la capacidad.
Junto con socios internacionales, como Access Accelerated, el Banco Mundial apoya esfuerzos en varios países para abordar las enfermedades mentales. Esperamos seguir aprovechando esos éxitos, utilizando las enseñanzas extraídas de nuestro trabajo en curso y crear un mundo en el que la salud mental ya no esté separada de la salud física.
En reconocimiento del Día Mundial de la Salud Mental, que se celebró la semana pasada, acerquémonos a nuestros colegas, vecinos o familiares y dígamosles: “U R Always on My Mind” (Siempre pienso en ti). Un breve saludo, un abrazo, un movimiento con la mano para decir hola o una sonrisa pueden tener un gran impacto. Nuestro pequeño gesto contribuirá al esfuerzo colectivo de incorporar “la salud mental en todas las políticas”, un enfoque para promover la salud mental y el bienestar que implica adoptar medidas en áreas de políticas públicas no relacionadas con la salud.
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