Imagine que vive en una ciudad que se inunda constantemente, e incluso durante semanas en algunas ocasiones, después de lluvias extremas.
Imagine que vive en esa ciudad inundada, donde usted y miles de sus vecinos deben encontrar un lugar donde quedarse hasta que el agua retroceda, y finalmente puede regresar a su hogar con el temor de encontrarlo destruido.
Así es la ciudad de Trinidad, ubicada en las tierras bajas amazónicas de Bolivia, y que sufre con frecuencia los embates de fuertes y prolongadas precipitaciones que provocan el desborde de ríos, lagunas y lagos, afectando a miles de familias.
En Bolivia, el 43% de la población vive en áreas de alto riesgo de inundación. Trinidad y otras ciudades ubicadas en tierras bajas experimentan inundaciones, mientras que, en La Paz, los frecuentes deslizamientos de tierra causan muertes y daños a viviendas e infraestructuras.
¿Por qué las ciudades pueden ser particularmente riesgosas?
Una razón clave es la alta densidad de población en comparación con las áreas rurales, que se agrava si las áreas urbanas se expanden sin una planificación adecuada: pueden construirse nuevos asentamientos en laderas inestables o en llanuras inundables de ríos, con materiales inadecuados y sin seguir los códigos de construcción.
En un país con urbanización en rápido crecimiento, los riesgos deben manejarse con cuidado, y la población urbana de Bolivia está creciendo, especialmente en ciudades intermedias. Por ejemplo, en Cobija, una ciudad pequeña con una población de 46,267 (censo 2012), el número de habitantes se ha duplicado en un período de 10 años.
Además de los peligros naturales, las ciudades están expuestas a otros tipos de perturbaciones y factores estresantes, como la contaminación, la congestión, la falta de servicios, como el agua y el saneamiento, así como las dificultades sociales y económicas.
En La Paz, la pobreza y la desigualdad son dos de las principales fuentes de estrés que afectan a la ciudad: el acceso a los servicios básicos está por debajo de lo que se espera de una ciudad altamente urbanizada y el acceso limitado a viviendas asequibles se está convirtiendo en un desafío.
Para aprovechar los beneficios de la urbanización, a la vez que se minimizan las amenazas a la población, se necesita una planificación y una gestión urbanas integrales y resilientes.
La resiliencia urbana es un concepto holístico que apunta al desarrollo de ciudades que, a pesar de los impactos y el estrés generados por los peligros naturales o de naturaleza socioeconómica o política, mantienen o restablecen rápidamente la provisión de servicios y funciones esenciales, y se adaptan adecuadamente a mediano o largo plazo.
Las principales cualidades de tales ciudades son la robustez frente a potenciales choques y factores estresantes, la coordinación entre sistemas y agencias municipales, la integración de todos los grupos de la sociedad, la redundancia de sistemas para permitir alternativas en caso de falla de un enlace y la reflectividad para permitir el aprendizaje continuo y evolucionar desde experiencias pasadas.
Consciente de la necesidad de desarrollar un enfoque integral del desarrollo urbano, el Gobierno de Bolivia ha decidido embarcarse en el desarrollo de una política integral. La idea es acompañar esta política mediante reglamentos e instrumentos adecuados para garantizar la resiliencia y la sostenibilidad.
Para apoyar a países como Bolivia en el proceso de desarrollo de la resiliencia urbana, el Banco Mundial lanzó el Programa de Ciudades Resilientes, y actualmente está explorando con el Gobierno de Bolivia la mejor forma de ayudar en el desarrollo y la aplicación de políticas en las ciudades piloto. Los mantendremos informados de cómo va este proceso.
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