A salvo del abismo: visita a Medellín 20 años después

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Medellín 

Retrocedamos 20 años. Medellín, Colombia, es la capital mundial de los asesinatos, con más de 300 homicidios por cada 100.000 habitantes. Pablo Escobar y sus lugartenientes en el negocio de la droga son los héroes de las comunas —los barrios de bajo ingreso ubicados en las laderas montañosas que se alzan por encima de los rascacielos del moderno centro. 

Tiroteos, secuestros y una anarquía endémica alimentan los titulares de los periódicos. Los adolescentes de las comunas quieren ser esbirros de Escobar, rápidos con las armas y las chicas. Luego de que Escobar muriera en un tiroteo con la policía en 1994, sueñan con convertirse en “rambos” paramilitares, inspirados en los violentos escuadrones que asolaron las áreas rurales desde mediados de la década de 1990. 

 
Regresemos a marzo de 2012. La violencia ha decaído en esta ciudad montañosa en los Andes colombianos, a contramano de la tendencia general de las grandes ciudades de América Latina. Un grupo de colegas y yo estamos aquí como parte de un estudio de la ciudad. En efecto, nos dicen que la tasa de homicidio se redujo un 80% desde su máximo en 1990. Ahora las comunas son en mayor parte pacíficas, sus calles están repletas de automóviles, peatones, niños en bicicleta.

Cada tanto vemos un policía mezclándose con los vecinos. Nos invitan a caminar unas pocas cuadras de Santo Domingo, la comuna más violenta a comienzos de la década de 1990.

Llegamos a un edificio impresionante y poco ortodoxo ubicado en una ladera que se asemeja a tres grandes piedras negras interconectadas, en marcado contraste con la arquitectura improvisada de las viviendas de bajo ingreso a su alrededor.

Nos dicen que es la biblioteca pública Parque España y que recibe más de 1000 visitantes diarios, posee una gran colección de libros, videos y una galería gratuita para exhibiciones de artistas locales. No hay grafitis en sus paredes. Un lugareño nos dice que están muy orgullosos de albergar este nuevo hito citadino, visitado por turistas de todo el mundo.

Un joven de 10 años so ofrece para contarnos los detalles de quién construyó la biblioteca, cuánto tomó construirla y por qué ha tenido un impacto positivo en la comuna (todo gracias a una donación voluntaria de 50 centavos).

Doscientos metros cuesta arriba de la biblioteca abordamos la reluciente línea de Metrocable (US$0,60 por un boleto de ida), una de las tres líneas con 15 estaciones que comunican los barrios de las laderas con la ciudad más abajo. Los niños de la comuna asisten a escuelas nuevas, tienen un diseño amigable con los niños, han sido pintadas con colores brillantes y cuentan con instalaciones que compiten con las mejores del país.

Nuevo enfoque al crimen

Funcionarios de la administración de la ciudad nos dijeron que a través de los años intentaron varios enfoques para combatir la criminalidad y la violencia, desde el descuido bienintencionado hasta la mano dura. Tanques y policías fuertemente armados incursionaban en las comunas, estableciendo breves períodos de paz que se mantenían mientras durase la “ocupación”.

Este sistema de prueba y error derivó en un “enfoque integrado y unificado”, también conocido como urbanismo social: una combinación inusual de trabajo social, infraestructura innovadora y desarrollo institucional. Lograr la conjunción de estos elementos es un trabajo verdaderamente multisectorial: los arquitectos se juntan con trabajadores sociales, psicólogos y urbanistas. Se establecen grupos musicales y de teatro con la ayuda de artistas. Con la ayuda de directores técnicos, se establecen clínicas de fútbol y básquetbol en canchas recién construidas.

El director del organismo de planeamiento de Medellín asegura que la infraestructura es crucial a la hora de proporcionarle a los residentes de las comunas acceso al resto de la ciudad —y a la ciudad acceso a la comuna. Un vecino nos dice que lo importante es “sentirnos como verdaderos ciudadanos de Medellín”, merecedores de infraestructura de alta calidad.

Un trabajador social a su vez dice que lo importante es darles a los niños cosas para hacer, modelos a seguir, y espacio para dejar atrás el camino de la violencia. No todo es perfecto y la gente de Medellín puede estar exagerando esta realidad.

El histórico acuerdo de desmovilización de 2003 que resultó en la entrega de armas por parte de muchos grupos paramilitares en todo el país ciertamente ayudó. A pesar de los éxitos, aún quedan algunos barrios “pesados” donde uno deambula bajo su propio riesgo.

Revolución juvenil

Cuando la situación tocó fondo a finales de la década de 1990, surgieron líderes juveniles con ideas nuevas y los votantes, cansados de vivir bajo el miedo, apoyaron estos nuevos enfoques. Medellín es un centro industrial y financiero en constante crecimiento, con los recursos necesarios para esquemas innovadores.

Y Medellín es conocida por su sector público sólido y profesional, un carácter alegre y un amor profundo por la ciudad. Un vecino me dijo, “siento como si hubiera vuelto a nacer.”

Los empleados del BM tienen la reputación de ser tecnócratas muy trabajadores. Aunque de alguna manera siento que todos fuimos tocados por el optimismo y la energía pura de las personas que conocimos en Medellín, quienes evitaron que su ciudad cayera en un abismo.


Autores

Carlos Felipe Jaramillo

Vicepresidente del Banco Mundial para América Latina y el Caribe

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