En temas globales, América Latina es ahora parte de la solución

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A la hora de examinar las contribuciones a la solución de los temas de interés global, América Latina está ahora del lado de las regiones que son parte de la solución y no del problema.

Desde la crisis económica y financiera, pasando por el cambio climático, hasta la crisis en el precio de los alimentos y combustibles, la región no es el epicentro del problema. Más bien, todo lo contrario.

Este no es un cambio menor para una región que al inicio de este siglo todavía asignaba sistemáticamente la responsabilidad de sus fracasos a terceros, sean países, organizaciones o procesos como lo globalización.

El cambio de mentalidad tras las crisis financieras del inicio de la década pasada, también trajo aparejado una confianza en que el futuro podía ser diferente, que el destino de los latinoamericanos podría ser forjado por los propios latinoamericanos y que el momento para ello había llegado.

Así las cosas, la región –en un marco de diversidad propia de sus circunstancias—logró combinar vibrantes sistemas democráticos con niveles de crecimiento económico por encima de los tradicionales. Y por primera vez en décadas logró reducir la terca inequidad social y unos 60 millones de latinoamericanos dejaron de ser pobres.

Remontó el impacto económico a la par del Asia del Sur y todo ello, sin ruido, sin milagros de por medio, pero con constancia y continuidad en las políticas de gestión económica responsable con vocación social, que hoy constituyen un consenso regional.

La región hoy asiste a los países ricos en su recuperación a partir de la expansión de sus clases medias y un consumo interno en aumento. Se ha convertido en un proveedor de alimentos agropecuarios de primer orden en el mundo, con capacidad de responder a la creciente demanda y con un potencial ascendente en caso de mejorarse los sistemas de logística y transporte.

Su comercio se ha diversificado notablemente y buena parte de los países más dinámicos están ligados a las economías del Asia emergente.

Unilateralmente, y a pesar de contribuir con tan solo el 6 por ciento de las emisiones de carbono que causan el cambio climático, varios países de la región han emprendido iniciativas de crecimiento "verde" que son ejemplo en el mundo.

Mientras otras regiones del mundo en desarrollo se encuentran en procesos de ebullición ante los reclamos de la gente por mayor participación en la toma de decisiones, América Latina ha venido consolidando la participación ciudadana en sus países tanto a nivel nacional como local, generando originales mecanismos de rendición de cuentas -desde la formulación de presupuestos participativos por resultados, plebiscitos, consultas populares, hasta otras formas de participación ciudadana.

En la dimensión internacional, la participación de Brasil, México y Argentina en el G-20 ha elevado la voz de la región en temas globales, al tiempo que nuevas formas de integración política como la UNASUR han contribuido a que la región pueda articular consensos en temas críticos.

Lejos de adoptar una actitud de complacencia reñida con la situación de inequidad social aún persistente, los éxitos de estos años deberían servir como un impulso para emprender las reformas necesarias.

Reformas que permitan ensanchar y sostener el crecimiento económico y las oportunidades para aquellos que ahora por primera vez comienzan a percibir un futuro mejor.

 


Autores

Sergio Jellinek

Ex gerente de Comunicaciones

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