América Central busca optimizar el costo de la energía a través de las renovables

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Hace poco, durante una visita a uno de los países de América Central, mientras hablábamos por teléfono con el jefe del centro del despacho eléctrico, empezamos a notar cierta urgencia y nerviosismo en el tono de su voz. Poco después, se empezaron a escuchar voces de fondo en la llamada. Según nos explicó, estaban teniendo una crisis debida a variaciones en la generación de energía eléctrica, por lo que nos pidió continuar nuestra conversación en otro momento.
 
Dos minutos después, el país sufrió un apagón nacional debido a que el sistema tuvo una pérdida repentina de generación de más del 12% del total de la demanda existente en ese momento. Este tipo de apagones se repite en otros países de la región que están incorporando más fuentes renovables variables para generar electricidad, como la solar o la eólica.
 
Nuestras preocupaciones sobre los efectos de la variabilidad en la seguridad del sistema se estaban convirtiendo en realidad. Se hacía necesario colaborar con los países de la región para actualizar la forma de gestionar sus reservas de electricidad hacia un enfoque dinámico, más moderno y alineado a su nueva realidad.
 
América Central ha apostado por incrementar en sus sistemas la participación de energías renovables no convencionales por varias razones. La primera de ellas es que los países han establecido compromisos internacionales para combatir y revertir los efectos del cambio climático mediante la reducción de sus emisiones de gases de efecto invernadero (GHG). Estas son definitivamente buenas noticias ya que suponen una apuesta por energía limpia y sostenible.
 
Por otra parte, existen matrices de generación de electricidad poco diversificadas y con una elevada dependencia de dos fuentes de generación: los derivados del petróleo y la energía hidroeléctrica. Esta baja diversificación hace vulnerables a los países ante la volatilidad del precio del petróleo y los efectos del cambio climático, como la existencia de sequías más intensas y prolongadas.
 
Si bien las energías renovables resuelven parte de estos problemas, es importante ser conscientes que requieren una planificación y gestión especializada debido a la disponibilidad intermitente de sus recursos de generación, como son el sol o el viento. Sin un enfoque especial para incorporar la energía de estas fuentes variables, los sistemas eléctricos pueden entrar fácilmente en una situación de emergencia y derivar, por ejemplo, en un mayor número de apagones.
 
Para contribuir a facilitar la integración de estas energías en los países de América Central, en línea con las estrategias de cada país, el Banco Mundial diseñó una intervención regional, con el apoyo del Fondo Coreano para el Crecimiento Verde (KGGTF), el Programa de Asistencia para la Gestión del Sector Energía (ESMAP) y el Fondo Español para América Latina y el Caribe (SFLAC).
 
Esta actuación permite a los países adaptarse y mitigar oportunamente los efectos de la variabilidad de las fuentes de energía, mediante una gestión optimizada de las reservas de los sistemas. Para ello se han desarrollado soluciones adaptadas a las necesidades específicas de cada país, basadas en una filosofía común que facilita el camino para la integración regional, trayendo lecciones aprendidas de Europa y otros países de América, así como tendencias de tecnologías de punta de Corea del Sur.
 
El objetivo es desarrollar metodologías dinámicas (en lugar de las existentes, que son estáticas) para el cálculo de reservas. Estas se basarían no solamente en las estimaciones de la demanda y las variaciones por el consumo, sino también en las estimaciones de generación y su variabilidad en base a pronósticos meteorológicos. Todo ello usando métodos probabilísticos y parámetros exigentes que garanticen la seguridad del sistema. Esto con la idea de usar solo la reserva estrictamente necesaria en cada momento.
 
Como resultado de esta intervención, los países mejorarán el control de sus sistemas y el suministro de electricidad. Además, podrán aumentar la cantidad de fuentes de energías renovables variables en su matriz energética de forma segura y optimizarán su relación costo/beneficio. En el caso de Guatemala, el país ha estimado que el uso de la nueva metodología les permitirá ahorrarse alrededor de 40 millones de dólares anuales, además de mejorar la calidad y seguridad del sistema, mientras se reducen las emisiones GHG.
 
Gracias a este nuevo enfoque de gestión y el aporte del BM -en forma de conocimiento global, así como de recursos financieros y técnicos- los países de América Central se posicionarán junto a los países de vanguardia a nivel mundial en la integración planificada y armonizada de energías renovables variables.
 

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Autores

Mariano González Serrano

Especialista sénior en Energía

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