América Latina clama por un buen sistema de salud

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América Latina: Clamando por un buen sistema de salud. Foto: Marie Chantal Messier

Se necesita un buen sistema de salud para criar a un niño, o a una nación, sanos. Esto es cierto en América Latina o en cualquier otro lugar del mundo.

Este es el gran mensaje de un pequeño video recientemente publicado por el Banco, en el que aparece un dibujo animado de una encantadora bebé recién nacida llamada Maya. En éste, Maya llora profusamente, muchas veces, pero sus lágrimas no se deben a una enfermedad o padecimiento, sino a que se siente bien.

Las de Maya son lágrimas de felicidad —producto de un bebé saludable. Los invitamos a seguir sus etapas de crecimiento y los problemas que afronta a través de su página de Facebook.
 


¿Realmente necesitamos un dibujo animado para saber que los sistemas de salud son importantes? En principio, no. Hace mucho que especialistas en varias disciplinas se dieron cuenta de que solo a través de un sistema de salud bien diseñado pueden asegurar servicios adecuados y protección financiera a todos durante toda la vida.

Trabajar de manera poco sistemática lleva a omitir demasiadas necesidades y oportunidades, e incluso puede resultar en actividades superpuestas o encontradas. Sin embargo, en la práctica el concepto de “fortalecimiento del sistema de salud” ha sido algo difícil de "vender". En la última década, el mundo duplicó su apuesta por luchar contra las enfermedades.

Esto le ha dado un impulso muy necesario a la causa de la salud mundial. Sin embargo, hasta ahora solo una pequeña porción del dinero o de la atención se ha destinado a construir mejores sistemas de salud. ¿Por qué? Una de las razones son los criterios de medición.

Es difícil medir la cantidad de muertes o enfermedades que uno evita al mejorar un sistema de salud. Por el contrario, invertir en acciones o enfermedades específicas promete resultados más claros y calculables. Pero la experiencia de la década pasada muestra que aun las inversiones más personalizadas dependen de un sólido sistema de salud subyacente para alcanzar o sostener su potencial.

A futuro, será aún más crucial contar con un sistema sólido a medida que los países combaten las enfermedades no transmisibles, en donde las acciones específicas casi nunca son relevantes. Sospecho que otra de las razones es la comercialización. Como marca, la palabra “sistema” ciertamente deja mucho que desear.

Suena inaccesible, carece de humanidad, e incluso puede llegar a insinuar una computadora con fallas. Por lo tanto, si al tocar el bolsillo se toca el corazón, no es de extrañar que “sistemas” no haya inspirado a tantos seguidores como otras campañas más piadosas. (Como recordatorio de que la marca importa, tomen en cuenta lo que le sucedió a la “merluza negra” cuando se convirtió en “bacalao austral”).

Sin embargo, pocos sistemas tienen un mayor impacto positivo sobre los humanos que los sistemas de salud. Por ejemplo, esto se hace evidente cada vez que:

  • Un sistema de vigilancia sensible corta de raíz una epidemia naciente
  • Una buena cobertura de la seguridad social evita que la atención a la salud disminuya durante una recesión económica
  • Incentivos transparentes motivan a los trabajadores de la salud a hacer lo mejor por sus clientes
  • Una buena administración de la salud reduce las tasas de tabaquismo, alcoholismo y consumo de sal


Maya es nuestra manera de humanizar el sistema de salud. Su feliz viaje desde la concepción hasta el nacimiento tuvo lugar porque docenas de servicios y funciones diferentes trabajaron al unísono creando una sinergia perfecta. Ella nos recuerda que un sistema de salud es más que sus partes individuales.

Tiene que ver con las reglas y relaciones que hacen que esas partes encajen y trabajen de manera conjunta —con resultados reales y duraderos.Es por esto que en la última década el Banco Mundial ha enfocado su ayuda a la salud en América Latina y el Caribe hacia el fortalecimiento de sistemas de salud mediante enfoques en base a resultados.

Respaldamos programas nacionales, operados por el país (no “proyectos del Banco Mundial”), en áreas como:

  • ampliación de seguros de salud para los pobres
  • fortalecimiento de la rendición de cuentas de los prestadores de servicios
  • fortalecimiento de sistemas públicos de salud para fomentar conductas más saludables
  • integración del sistema de atención de salud desde el nivel primario hasta el terciario.

 
Un enfoque en base a resultados condiciona el flujo de financiamiento a logros específicos en cobertura, calidad, servicios y otros hitos cruciales. Al revisar estos resultados, nos servimos de rigurosas evaluaciones para demostrar el poder multiplicador derivado de fortalecer los sistemas.

Para tomar un solo ejemplo, un nuevo enfoque sobre rendición de cuentas en Argentina incrementó de manera significativa el número y calidad de las visitas prenatales en provincias pobres.

Como resultado, los bebés de provincias participantes mejoraron su tasa de supervivencia, tamaño y salud al nacer. Esto ocurrió porque el nuevo sistema de incentivos del país asegura que las cosas correctas ocurran en el momento correcto —tal como ocurrió con Maya.

Tal vez nunca tengamos las herramientas para medir el impacto exacto de cada mejora en un sistema de salud (si bien se están llevando a cabo esfuerzos para mejorar la precisión, como escribió mi colega Cristian Baeza en su blog, en inglés).

Pero la experiencia de Argentina y otros países de la región muestra que si bien Maya en si puede ser un dibujo animado, los resultados que ella representa son cualquier cosa menos ficción.

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Autores

Keith Hansen

Director del Banco Mundial para Kenia, Somalia, Ruanda y Uganda

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