América Latina: ¿Debería este Día de la Tierra ser diferente a los demás?

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Resulta tentador pensar que este es un Día de la Tierra más, después de todo se viene celebrando desde 1970. Pero este año debería ser diferente, al menos en América Latina y el Caribe.

Este año marca el tercero de una sequía en el noreste brasileño, que sigue afectando a unas diez millones de personas, según informes recientes; un año en que Buenos Aires y Río de Janeiro tuvieron que soportar lluvias torrenciales e inundaciones que afectaron a cientos de miles de personas en estas grandes áreas metropolitanas.

También es el año en que en el noreste de Estados Unidos se sigue alojando a personas en viviendas temporarias tras el paso del huracán Sandy, mientras que Haití continua luchando por ponerse de pie después del gran terremoto.

Y por si esto fuera poco, el mundo entero continúa asediado por problemas ambientales: contaminación ambiental interna y urbana, suministros de agua y saneamiento inadecuados que siguen afectando la salud de las poblaciones vulnerables de toda la región, especialmente a los niños pequeños.

Claro que también están sucediendo cosas positivas. En los últimos diez años, más de 73 millones de personas dejaron la pobreza atrás y 50 millones se unieron a las filas de la clase media como resultado del sólido crecimiento económico y políticas fiscales y sociales adecuadas. Y los mercados de las materias primas — importantes para buena parte de América Latina dada la dependencia regional de los recursos naturales — se mantienen razonablemente fuertes.

Por lo tanto, ¿cómo asegurar que los avances de la región en términos económicos y sociales continúen, y que los logros que con tanto esfuerzo se consiguieron no retrocedan ante eventos negativos, especialmente aquellos relacionados con el clima?

Por suerte, varios países están llevando a cabo programas ingeniosos para atender toda una serie de temas ambientales que los afectan de manera directa. Estas iniciativas incluyen una mayor capacidad de recuperación ante los desastres naturales y un incremento en la variabilidad climática, mejoras ambientales y, al mismo tiempo, actividades de mitigación para evitar el cambio climático.

En mis viajes recientes a la región se hizo evidente que muchas cosas están cambiando.

  • La creciente concientización ambiental en Brasil es evidente no solo en su lucha por conservar la Amazonia, sino también por proteger el Cerrado — una enorme sabana convertida en tierras fértiles mucho menos conocida a nivel internacional — y ampliar las zonas de conservación marina para proteger buena parte de sus ecosistemas. 
  • Colombia acaba de aprobar una ley que establece un sistema de compensación de la biodiversidad, que ayudará a mejorar sus áreas protegidas y a la vez maximizar la capacidad de recuperación y el efecto de mitigación.
  • Perú ha avanzado bastante ensu lucha contra la contaminación atmosférica, algo bueno para la salud de sus ciudadanos y con efectos positivos sobre las emisiones de gases de efecto invernadero. Río de Janeiro (i) está a la vanguardia en cuanto a su marco para un desarrollo urbano bajo en carbono, que incluso ha certificado bajo estándares ISO14001 (un conjunto de normas que definen un sistema efectivo de gestión ambiental).
  • Varias ciudades grandes han invertido en sistemas de transporte beneficiosos para los pulmones y la Tierra, como el sistema de autobuses de transporte rápido en la Ciudad de México, el cual tuve el placer de probar el otro día. O el sistema de subterráneos de San Pablo, que tenía dos líneas cuando estudiaba allí hace 30 años y que ahora tiene cinco líneas recorriendo esta enorme metrópolis, transportando a unos 3,4 millones de pasajeros al día.

Así que tal vez sea el momento de abandonar la división artificial entre capacidad de recuperación y mitigación. Inaugurando mejores sistemas de transporte, más accesibles a la población, las ciudades elevan el nivel de los servicios que les prestan a los ciudadanos, preservando su salud.

También ayudan a conservar el medio ambiente y al mismo tiempo frenar las emisiones de gases de efecto invernadero. Asimismo, mediante el establecimiento de programas de conservación forestal y la adopción de modelos agropecuarios más sustentables, como los de Costa Rica y Colombia, los países pueden mantener sus servicios ambientales y mejorar la capacidad de recuperación, mientras maximizan la capacidad de estos sumideros de carbono de importancia mundial.

Centrándose en una mejor gestión de los recursos hídricos, se podrá proveer de agua a más ciudadanos, de una manera segura y económica, haciendo que los ecosistemas tengan más capacidad de recuperación ante sequías o inundaciones.

Si bien América Latina es una región pionera en muchos de estos temas y, para muchas personas, un ejemplo a seguir, aún queda mucho por hacer.

En este sentido, la región afronta una variedad de retos específicos. Desde sequías a inundaciones y otros desafíos ambientales, pasando por una elevada tasa de urbanización y una mayor demanda mundial de sus recursos naturales, desde petróleo, gas, litio y cobre hasta maderas tropicales y soja.  Como resultado, la región tiene ante sí el desafío urgente de seguir impulsando la agenda del crecimiento verde que muchos de sus países ya comenzaron a desarrollar.  Además, con una creciente clase media presionando sobre la demanda de bienes y servicios, la región tiene que hacer frente el reto adicional de hacerlo de una manera inclusiva.

Siguiendo el camino del crecimiento verde inclusivo, la combinación única de capital natural y otros activos que posee América Latina puede ser usada como una fuente de ventaja competitiva y utilizada de manera estratégica para desarrollar otros tipos de capital, tanto tangible como intangible.

Por lo tanto, sí, este Día de la Tierra debería ser diferente. Nuestro objetivo de eliminar la pobreza y crear mayor prosperidad e igualdad nos abre varias alternativas de las cuales elegir, incluyendo enfoques amigables tanto con la Tierra como las personas.

El fin último es ayudar a que los latinoamericanos tengan una vida mejor, no solo hoy, mañana también.
 

 


Autores

Karin Kemper

Directora mundial del Departamento de Prácticas Mundiales de Medio Ambiente, Recursos Naturales y Economía del Banco Mundial

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