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Hay una estadística que me dejó perplejo y mortificado a la vez: la principal fuente de daño físico para la mujer no son los accidentes de tráfico, ni el crimen, ni algunas de las más graves enfermedades.
Es la violencia doméstica. Una de cada cuatro mujeres será víctima de este tipo de violencia en el curso de sus vidas. Es decir, la cuarta parte de la población femenina, una cifra abrumadora que nos dice que no se trata de mujeres anónimas, sino de conocidas, compañeras de trabajo, vecinas, gente con la que nos topamos en el metro cada día.
Digo mujeres porque son ellas quienes constituyen la gran mayoría de las víctimas. Peor aún, la mayor parte de casos no son denunciados. En diversas encuestas las mujeres son a menudo reacias a reconocer el abuso al que son sometidas por parte de sus compañeros o familiares.
Por tanto es extraordinariamente difícil obtener una imagen completa del problema. Este es un mal global, de sociedades desarrolladas y emergentes por igual. Sin embargo, América Latina parece llevarse la peor parte. Por ejemplo, en América Central, la mitad de la población femenina es susceptible de sufrir violencia doméstica durante su vida.
Más allá del sufrimiento físico y mental ocasionado por este flagelo, la violencia doméstica es un claro obstáculo para el desarrollo de las naciones. No sólo tiene repercusiones a nivel individual, sino también en las sociedades y economías donde las víctimas no pueden participar y contribuir plenamente.
Yo soy de los que cree que los problemas complejos requieren de soluciones diversas. En el Banco Mundial hemos analizado diferentes tipos de violencia de género y hemos observado que la capacidad de la mujer para actuar y tomar sus propias decisiones es una condición esencial para alcanzar la igualdad de género y el desarrollo.
Para que ello ocurra, la sociedad debe apoyarlas y darles las herramientas necesarias para superar los obstáculos que enfrentan.
Y en el mundo de hoy, donde las mejores soluciones surgen del encuentro entre la tecnología y el espíritu humano, creo que no pueden faltar las respuestas digitales a los problemas sociales.
En este espíritu hemos organizado un hackatón contra la violencia doméstica en siete ciudades - toda Centroamérica y Washington DC- que tuvo una respuesta espectacular. No sólo por la calidad de las creaciones individuales sino también por el espíritu de colaboración comunitario.
Aplicaciones ganadoras
Durante 36 horas ininterrumpidas, casi 400 desarrolladores o hackers se aplicaron en buscar las mejores soluciones digitales y respuestas a preguntas tales como: ¿puede la tecnología ayudar a las víctimas a tener acceso a servicios legales, sanitarios o a una casa? O, por ejemplo, ¿cómo puede la tecnología ayudar a detectar si alguien se encuentra en situación de peligro? O bien, ¿cómo ayudar a conectar a las víctimas con trabajos y servicios para reconstruir sus vidas?
Algunas de las aplicaciones o apps ganadoras son realmente impresionantes por su simpleza y efectividad combinadas.
Las aplicaciones del hackatón estarán disponibles aquí. Para muestra un botón:
- Hackers de Washington crearon una aplicación online contra el ciberacoso. La propuesta ganadora no sólo avisa a las víctimas sobre la presencia de un dispositivo rastreador, sino que también les proporciona información para eliminarlos de sus teléfonos móviles.
- Otra aplicación, también de la hackatón de Washington, avisa a amigos y familiares en caso de que una joven quiera ser llevada al extranjero para celebrar un matrimonio forzado. Se calcula que más de 3.000 jóvenes han sido sacadas de EEUU a la fuerza en los últimos dos años.
- Los ganadores en El Salvador se enfocaron en la prevención, con una línea de emergencia integrada en la web y SMS, para proporcionar información sobre la violencia de género y sobre cómo hacer una denuncia.
- En Costa Rica, los desarrolladores se enfocaron en los adolescentes. Utilizando Faceboook, desarrollaron una aplicación para preguntar a los jóvenes cómo de saludable es realmente su relación amorosa.
- En un país con más teléfonos móviles que personas, la mayoría de los ocho prototipos construidos en Guatemala utiliza la funcionalidad de SMS para ayudar a las víctimas a encontrar puestos de trabajo, hacer una denuncia y proporcionar guía en caso de abuso doméstico.
También en Guatemala, el equipo ganador aprovechó el carácter anónimo de las redes sociales, con su creación de un ciberespacio para ayudar a las víctimas a compartir sus experiencias.
Estas son sólo algunas de decenas de aplicaciones que vieron la luz durante este hackatón. Nada sería más grato para mí y para las miles de víctimas de la violencia doméstica en la región que el problema pudiese desaparecer, como por arte de magia, con el simple deslizar de un dedo por una pantalla para activar una App de auxilio.
Pero sabemos que esto es solo el inicio, aunque muy positivo, en la búsqueda de respuestas del siglo XXI a un viejo y terco problema.
Este blog se publicó conjuntamente con El Huffington Post
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