Un número cada vez más grande de ciudadanos de todo el mundo están exigiendo a urbanistas y autoridades políticas de sus ciudades que “hagan bien las cosas” al momento de diseñar espacios urbanos públicos.
La gente que vive en las ciudades, tanto en países desarrollados como en desarrollo, está recuperando sus calles para que sirvan como espacios públicos, exigiéndoles a los urbanistas que rediseñen las mismas para asegurar una distribución más equitativa de este espacio público, priorizando la asignación de calles para que las personas caminen, usen la bicicleta y socialicen.
Este fue el tema principal discutido la semana pasada en el seminario “Calles y espacios públicos para ciudades más prósperas” llevado a cabo en Buenos Aires, Argentina.
¿Cómo podemos contribuir a una sociedad más equitativa a través de la construcción de ciudades más equitativas?
En un mundo cada vez más urbanizado, la movilidad urbana es esencial para el bienestar social y económico de los ciudadanos. Sin embargo, los sistemas de transporte urbano actuales —basados mayormente en el movimiento de automóviles privados— han priorizado a los automóviles en el espacio y el diseño operacional de las calles por encima de los demás modos de transporte, algo que ha tenido consecuencias sociales, ambientales y económicas negativas, reduciendo la habitabilidad urbana y el acceso equitativo.
Los valores de urbanidad y movilidad están siendo repensados en todo el mundo y las ciudades de América Latina no son ajenas a este cuestionamiento en torno a cómo deberían desarrollarse las ciudades contemporáneas. Una de las respuestas al tema de la sostenibilidad yace en el concepto de proximidad, que combina diferentes dimensiones de las propuestas urbanas necesarias en el s. XXI.
Estas dimensiones incluyen la salud pública —en particular la lucha contra los hábitos sedentarios— así como la densidad, compacidad, cercanía, capacidad de recuperación y habitabilidad del espacio público.
Todo esto apunta a un nuevo paradigma urbano que toda ciudad creativa debería adoptar para aprovechar la economía del conocimiento y garantizar la cohesión social.
Con objeto de impulsar la productividad y la innovación, las ciudades creativas están diseñando ambientes peatonales a escala más humana, en conjunto con una amplia gama de opciones de transporte urbano sostenible. Una economía del conocimiento requiere de lugares heterogéneos propensos a los encuentros casuales entre personas diferentes. Los espacios y las relaciones entre personas están siendo reinventados; la dinámica metropolitana de hoy en día juega tanto con la distancia como con la proximidad.
La ampliación del alcance de una ciudad funcional termina, de manera paradojal, en un retorno a una dinámica de la cercanía para algunas de nuestras actividades diarias. En este contexto, es importantísimo aprender nuevas formas de diseñar espacios públicos que acomoden nuevas formas de moverse libremente dentro de la ciudad, disfrutando todo lo que esta tiene para ofrecer.
El Banco Mundial está trabajando en estos mismos temas junto a varios de nuestros socios en las ciudades latinoamericanas, coordinando esfuerzos para atender sus necesidades de movilidad, seguridad vial, eficiencia de la aglomeración, inclusión y asuntos ambientales a nivel local para impulsar la prosperidad compartida y reconciliar movilidad con calidad de vida y sostenibilidad ambiental.
Estamos trabajando en torno a un enfoque holístico, haciendo hincapié en un mensaje clave: la movilidad sostenible significa una convergencia de agendas, una movilidad que sea saludable, segura, asequible, equitativa, universal, eficiente y limpia.
También sirve como respuesta a algunos de los problemas más intrincados asociados a la pobreza urbana, no solo en términos de acceso a oportunidades económicas, sino también tomando en cuenta una dimensión más abarcadora de la inclusión social, como mejor acceso a escuelas, instalaciones de salud e interacciones sociales más amplias.
Estos son algunos de los hallazgos más relevantes de un reciente trabajo sobre “transitabilidad en una ciudad multimodal”, elaborado junto al ITDP y la Ciudad de Buenos Aires, que derivó en la publicación de un manual de diseño vial:
- Existen muchos ejemplos de cómo hacer una ciudad habitable centrada en las personas. Entre la teoría y la práctica, cada ciudad encuentra sus propias soluciones. Es este conjunto de simples soluciones en torno al diseño el que debería ser reconocido y registrado para definir el camino de una ciudad hacia un diseño más sostenible y saludable, con soluciones locales viables y realizables.
- Caminar, junto a otras estrategias multimodales, forma parte de la respuesta a la hora de fomentar la sostenibilidad en el transporte. Ciudades como Buenos Aires solo pueden beneficiarse de estrategias de peatonalización, dado que su efecto multiplicador es esencial para lograr un cambio hacia una movilidad más sostenible.
- A medida que las ciudades se urbanizan y densifican, deben proporcionar espacios y oportunidades para que las personas se relajen, respiren, se conecten y construyan sus comunidades, manteniendo de esta manera una cierta calidad de vida. El mobiliario urbano, en toda la amplitud del término, es parte esencial de un espacio urbano integrado. Es clave para que los aglomerados urbanos funcionen y debería ser incluido en la primera etapa de planeamiento del espacio urbano en lugar de ocupar un lugar secundario, dado que es más difícil de implementar y mucho más caro de instalar.
- El mobiliario urbano puede contribuir de manera positiva o negativa a la inclusión: si el mobiliario está diseñado para atraer segmentos específicos de la población (espacios comerciales exclusivos, edificios inteligentes, museos costosos), a largo plazo tenderán a fomentar el aburguesamiento. Como resultado, el mobiliario urbano debería planearse adecuadamente para que promueva la inclusión y la integración de razas y grupos económicos diversos, promoviendo de esta manera la creación de comunidades y la generación de oportunidades para que todos puedan disfrutar de espacios urbanos públicos agradables, educativos, alegres, seguros, limpios y saludables.
- La falta de políticas o coordinación institucional para el planeamiento y desarrollo urbano ha resultado en una disposición desigual de infraestructuras que muchas veces afecta a zonas densamente pobladas con una población más vulnerable, con menos recursos económicos y carente de servicios básicos. La disminución del acceso al espacio público y límites indefinidos entre las esferas pública y privada pueden poner coto a la democracia. Existe la necesidad de un nuevo paradigma que reconozca la incapacidad del mercado de garantizar la creación de una jerarquía de espacios abiertos, públicos y privados, protegidos en el tiempo.
- Además de estos problemas generalizados en términos de infraestructura, faltan sistemas de información integrados para la recopilación de datos. El desarrollo de sistemas de recopilación de datos integrados fiables e indefinidos es clave, por ejemplo para evaluar intervenciones de infraestructura e informar políticas urbanas y de transporte documentadas. Estamos utilizando la actual información sobre seguridad de la Ciudad de Buenos Aires, junto a la reciente peatonalización del microcentro de la ciudad, bicisendas y la ampliación del Metrobús, para evaluar con mayor detalle el efecto de estas grandes inversiones en infraestructura y su relación con la criminalidad, la violencia y cambios en las lesiones ocasionadas por el transporte.
- La participación de los ciudadanos es clave para planificar e implementar efectivamente mejores espacios urbanos; las nuevas tecnologías (innovación colaborativa, datos abiertos, etc.) pueden tener un impacto transformador en términos de una cooperación inteligente con los ciudadanos. Se debe hacer énfasis en la responsabilidad compartida entre la comunidad y las entidades privadas en términos de mantenimiento del espacio público.
Lo que caracteriza a la discusión entre urbanistas y tomadores de decisiones hoy en día no es la falta de concientización respecto a la dirección a tomar, sino la conexión entre esa concientización y sus acciones.
Teniendo en cuenta el efecto cerrojo y el mayor costo de un rediseño o la corrección de un enfoque equivocado, existe la urgencia de mejorar la capacidad gubernamental de seguir desarrollando enfoques “orientados a las personas” en sus procedimientos de planeamiento, arraigados en una visión de una ciudad más habitable con un fuerte perfil de sostenibilidad.
Les estaremos informando respecto a los resultados de este trabajo a medida que avanzamos, y nos gustaría recibir sus opiniones.
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