¿Te imaginas que un cuento pueda servir para prevenir actitudes violentas? En Honduras, los círculos de lectura están demostrando que las letras pueden tener más fuerzas que las pandillas. Lo descubrí hace poco al visitar una comunidad del municipio norteño de La Ceiba, donde conocí a Diego Aguilar* .
“He aprendido a compartir con los demás niños y a aprovechar mi tiempo libre. También he aprendido a pintar y a reciclar”, me explicaba Diego. Mientras lo oía, me di cuenta del cambio que ha generado este tipo de iniciativas no solo en los niños sino en los habitantes de toda la comunidad.
Destinado a niños entre 7 y 12 años y jóvenes en riesgo social, estos talleres se realizan con cuentos educativos que promueven los valores, los derechos humanos y el interés por compartir historias personales.
Otra iniciativa es Arte por Mi Comunidad, a través de la cual jóvenes en situación de riesgo se capacitan para poder pintar murales y otro tipo de arte. En ciudades como La Ceiba, Choloma y El Progreso, los muros de algunos barrios aún contienen frases con los lemas de las principales pandillas pero también imágenes de esperanza.
También el cine está demostrando su poder contra la violencia en Honduras, país que figura entre los que registran las mayores tasas de homicidios del mundo, de acuerdo a la agencia de Naciones Unidas contra las Drogas y el Delito (UNODC), si bien en los últimos meses estas cifras han disminuido.
Como en las otras actividades, el cine comunitario va dirigido a los más pequeños y a los jóvenes en situación de riesgo, que logran disfrutar de un espacio de paz y armonía durante la proyección de películas seleccionadas para fortalecer valores pacíficos.
Todas estas iniciativas forman parte de Municipios Más Seguros, un proyecto de la Subsecretaría de Seguridad en Prevención de Violencia del Gobierno de Honduras ejecutado por el Instituto de Desarrollo Comunitario Agua y Saneamiento (IDECOAS-FHIS), que apoyamos en el Banco Mundial con un crédito de 15 millones de dólares. La iniciativa también incluye otras actividades que han tenido gran impacto, como atención psicosocial para jóvenes en riesgo y recuperación de espacios públicos.
Como enlace del proyecto en Honduras y después de haber tenido la oportunidad de participar en todas las actividades, me considero afortunada ya que he sido testigo del cambio positivo que han tenido estas iniciativas en las comunidades donde trabajamos.
Las sensaciones iniciales de los participantes de recelo ante las actividades propuestas se han convertido en confianza. Las comunidades han dejado de considerarse abandonadas y hoy más que nunca se sienten vivas y activas. Y lo más importante, comprometidas con fomentar la paz. De ahí han nacido además, líderes excepcionales que sabemos seguirán trabajando para la prevención de la violencia en nuestro país.
Y si bien sé que este tipo de cambios no se generan de la noche a la mañana, los testimonios de esas comunidades me demuestran que con esfuerzos conjuntos y paciencia podemos lograr cambios. Cambios que se reflejan en las risas de todos esos niños que han aprendido a través de la literatura, el cine y la pintura que no están solos en la lucha por crear un mejor futuro para Honduras.
*Por seguridad, los nombres de los beneficiarios han sido cambiados
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