Bosques submarinos en Chile, héroes invisibles de la acción climática

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Chungungo (Lontra Felina) entre macroalgas en el AMCP-MU Pitipalena-Añihué. Imagen: Alejandra Lafún. Chungungo (Lontra Felina) entre macroalgas en el AMCP-MU Pitipalena-Añihué. Imagen: Alejandra Lafún.

Chile se encuentra en una condición privilegiada para la acción climática, gracias a sus vastos recursos costeros y marinos.  Esta riqueza nace de la conexión entre la corriente de Humboldt y la Antártida, que transporta aguas ricas en nutrientes por las costas del país y sus más de 1.000 kilómetros de fiordos y canales. Además, corrientes del fondo marino elevan nutrientes a la superficie, provocando espectaculares floraciones de plancton que atraen hasta nueve especies de ballenas, incluyendo a la más grande, la ballena azul.

En estas fértiles aguas se hospedan frondosos bosques de macroalgas, que respiran dióxido de carbono y lo transforman en materia orgánica mediante fotosíntesis, al igual que los bosques terrestres. Cerca de un tercio de la superficie de macroalgas costeras del mundo está en Chile, pero su trabajo es poco conocido, quizás porque se esconde bajo el velo del mar. 

Además de las macroalgas, otros ecosistemas importantes para la captura de carbono son los manglares, praderas marinas y marismas. Es tan significativo el aporte de estos ecosistemas a la mitigación del cambio climático, que se creó el término “carbono azul” para referirse al carbono capturado por los ecosistemas marinos.

Hoy, estos ecosistemas marinos son una pieza clave para resolver la crisis climática.

Por su velocidad de crecimiento, se estima que las macroalgas de Chile logran capturar al menos 265 mil toneladas de carbono al año.  Las más conocidas, Cochayuyos, lugas, pelillos y huiros, forman praderas o bosques en todas las regiones de Chile. Crean vida sobre las rocas, llegando a crecer hasta medio metro al día y más de 30 metros en total.

Estos bosques juegan un rol clave para la economía local de comunidades que dependen del mar, protegiéndolas de las marejadas, pero también sustentando pesquerías de jaibas, langostas, erizos, moluscos y peces. Hoy, las macroalgas son además cosechadas como fuente de alimento o para desarrollar productos químicos, lo que abre oportunidades para diversificar el sustento de las comunidades costeras.

Chungungo (Lontra Felina) entre macroalgas en el AMCP-MU Pitipalena-Añihué. Imagen: Alejandra Lafún.
Chungungo (Lontra Felina) entre macroalgas en el AMCP-MU Pitipalena-Añihué. Imagen: Alejandra Lafún. 

 

Los ecosistemas marinos de Chile como un activo global para la acción climática

A pesar de que el Panel Intergubernamental de Expertos para el Cambio Climático de las Naciones Unidas (IPCC) hizo un llamado por más acciones basadas en el océano para combatir el cambio climático, pocos países las han incorporado.

En América Latina, Chile está liderando con el ejemplo al incluir acciones de conservación marina en sus compromisos climáticos determinados a nivel nacional (NDCs).

En este contexto, el Banco Mundial, en conjunto con el Ministerio de Medio Ambiente, identificaron las oportunidades climáticas de los ecosistemas marinos del país y desarrollaron una hoja de ruta que permita aprovechar el enorme potencial del carbono azul de Chile.

Bosques de Huiro Palo (Lessonia Tuberculata). Imagen: Claudio Moreno.
Bosques de Huiro Palo (Lessonia Tuberculata). Imagen: Claudio Moreno.

Dada su importancia, el país debe avanzar en el manejo sustentable de las macroalgas, abordando desafíos como la extracción ilegal y el barreteo (práctica extractiva que retira el alga completa y no permite que vuelva a crecer). Además, es necesario promover una mayor generación de valor para los algueros, con cadenas productivas integradas localmente y agregación de oferta para obtener mejores precios.

Las futuras áreas marinas protegidas comprometidas en el centro y norte del país, podrían ser una herramienta clave en el manejo sustentable de estos ecosistemas. En la zona sur, el Parque Nacional Bernardo O´Higgins -el más extenso del país- ofrece condiciones excepcionales para el manejo sustentable de macroalgas y la gestión del carbono azul para generar nuevos ingresos a las comunidades locales.

Las macroalgas son un ecosistema excepcional, ya que ofrecen una triple acción climática.  Mitigan emisiones de carbono mediante la fotosíntesis, ayudan a la adaptación de los ecosistemas marinos a los cambios climáticos, y potencian la resiliencia de comunidades costeras y la economía azul. Son el ejemplo latente de la necesidad de visibilizar el valor de los ecosistemas marinos para asegurar un futuro más sostenible y equitativo.

 


Autores

Gabriela Encalada

Especialista Ambiental del Banco Mundial

Jorge Barbosa

Especialista en economía azul

José Rehbein

Consultor del equipo de Medio Ambiente, Recursos Naturales y Economía Azul

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