Tal vez se asombre, pero la mayoría de los hogares centroamericanos reciben subsidios eléctricos directos, favoreciendo, en algunos casos, a 8 de cada 10 hogares. Esto beneficia, sin duda, a muchas familias en pobreza y con pocos recursos, ya que reduce el monto que pagan por la electricidad.
Sin embargo, un estudio reciente del Banco Mundial demuestra que, con reformas a sus sistemas de subsidio a la electricidad, Centroamérica tiene una oportunidad para que un mayor número de estos subsidios lleguen a familias vulnerables y así se contribuya a reducir la pobreza en la región, al mismo tiempo que se toman medidas para aminorar el impacto que tienen en las cuentas fiscales.
De acuerdo con este informe, actualmente una gran parte de los subsidios van destinados a los hogares que menos lo necesitan, es decir, los más ricos (gráfico 1). Ejemplo de ello es Nicaragua, uno de los países más pobres de América Latina, donde solo 25 centavos de cada dólar va para el 40% más pobre de la población.
¿A qué se debe esto?
Tras analizar los mecanismos para otorgar los subsidios en cada país de Centroamérica, el estudio identifica dos factores claves. El primero es que los subsidios eléctricos solo benefician a aquellos hogares que están conectados a la red eléctrica. Teniendo en cuenta que muchas familias pobres, sobre todo de las áreas rurales, no están conectadas, automáticamente quedan excluidas de la posibilidad de recibir estos subsidios.
El segundo es que, de acuerdo con estos sistemas, las familias que más electricidad consumen son también las que más subsidios reciben (gráfico 2). Estas suelen estar en los hogares más ricos, que es donde existen más electrodomésticos y otros aparatos eléctricos.
Gráfico 1: Los hogares más pobres reciben menos subsidios
Porcentaje de subsidios recibido por el 40% más pobre y más rico, 2016
Gráfico 2. Los hogares de mayores ingresos consumen más electricidad subsidiada
Consumo de electricidad de los receptores de subsidios por decil de ingresos, 2016
Fuente: Hernandez et al 2017. Etiquetas: D1-D10 indican los deciles 1 a 10 del ingreso familiar per cápita; Costa Rica (CRI), El Salvador (SLV), Guatemala (GTM), Honduras, (HND), Nicaragua (NIC) y Panamá (PAN).
Esto nos deja dos lecciones. La primera es que el diseño de los mecanismos para otorgar los subsidios importa. Los mecanismos normalmente asignan ayudas basadas en umbrales de consumo que tienen como objetivo la exclusión de los consumidores de mayor volumen. La medida en que estos umbrales logran este objetivo determina, en gran parte, la eficiencia de la focalización.
Por un lado, en países como Honduras y Panamá, donde los umbrales de consumo subsidiado son muy elevados en relación con el consumo local de electricidad, los hogares con más ingresos consumen mucha más electricidad subsidiada que otros hogares (gráfico 2). Y, por otro lado, en países como El Salvador y Guatemala, donde el límite del consumo subsidiado es mucho más bajo, se tiende a subsidiar menos los hogares con más ingresos.
Pero incluso en El Salvador y Guatemala, el 40% más rico de la población recibe más subsidios que el 40% más pobre. Esto nos lleva a la segunda lección: basar la elegibilidad de los hogares en el consumo de electricidad resulta imperfecto si el objetivo es beneficiar a los más necesitados. ¿Por qué? Estos mecanismos incluyen algunos hogares con ingresos altos pero que consumen menos electricidad que la establecida en el umbral mientras que excluyen a algunos hogares pobres que consumen más de lo establecido por el umbral o que no están conectados a la red eléctrica.
Estas dos lecciones sugieren que los subsidios a la electricidad serían más efectivos si estuvieran focalizados usando umbrales de inclusión menores y adaptados a las necesidades de la población. Esto se podría lograr de diferentes formas. Por ejemplo, excluyendo a los hogares de algunos barrios con ingresos altos (como las comunidades cerradas).
Otra opción es cambiando la forma de otorgar los subsidios, de manera que en lugar de ser descuentos en las facturas de la electricidad fueran transferencias directas a los hogares que consumen menos electricidad que el establecido por el umbral. Incluso, estas transferencias podrían incluir a los que están fuera de la red, y así eliminar distorsiones en la entrega de los subsidios. Según el informe, si se optara por este mecanismo usando programas de transferencias condicionadas se podría reducir la pobreza en El Salvador, Panamá y Nicaragua en más del 3%, a la vez que se lograría reducir el costo de los subsidios entre un 20 y un 50%.
Una mejor focalización beneficiaría, a su vez, a las finanzas de los países centroamericanos, que destinaron en subsidios eléctricos 1,300 millones de dólares anuales entre 2012 y 2014. El impacto fiscal de los subsidios varía desde el caso de Costa Rica, con sistemas auto financiados donde los subsidios no tienen costo fiscal; hasta Nicaragua, donde el costo es del 1,4% del PIB anual. Al liberar espacio fiscal, estos países podrían destinar mayores recursos para otras áreas, como salud o educación, que juegan un papel crítico en mejorar el futuro de los centroamericanos.
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