Actividades del Programa de Apoyo Temporal al Ingreso PATI / Banco Mundial
Con colaboración de Emma Monsalve.
El Salvador fue uno de los países más afectados del mundo durante la crisis financiera del periodo 2008-09. El país sufrió una contracción significativa de la economía (el Producto Interno Bruto disminuyó 3.1 por ciento en 2009) y afectó gravemente la situación del empleo: entre 2008 y 2009 más de 100,000 salvadoreños, es decir 3 por ciento de la fuerza laboral, quedó desempleado o sub-empleado.
Para contribuir a mitigar los efectos de la crisis, el Gobierno de El Salvador, con el apoyo del Banco Mundial, lanzó el Programa de Apoyo Temporal al Ingreso (o PATI) con un doble objetivo: a corto plazo mejorar los ingresos a de las personas en situación de pobreza y vulnerabilidad en las zonas urbanas y a mediano plazo aumentar la empleabilidad de los beneficiarios, ofreciéndoles oportunidades de capacitación, al mismo tiempo que la posibilidad de adquirir experiencia trabajando en actividades sociales productivas.
El PATI proporcionaba a cada participante una contribución en efectivo por un máximo de seis meses a cambio de su participación en proyectos de trabajo comunitario, capacitación ocupacional y cursos de orientación para el mercado laboral. Los beneficiarios elegibles debían tener al menos 16 años de edad sin estar estudiando o trabajando. Además, se daba prioridad en la participación a las mujeres jefas de hogar. Entre 2010 y 2015, año en que se eliminó gradualmente, el programa benefició a 43,000 personas, de las cuales alrededor de 40 por ciento estaba en el rango de edad de entre 16 y 24 años y más de 70 por ciento eran mujeres.
El Programa se implementó principalmente en asentamientos urbanos con alta incidencia de pobreza y desempleo, pero no necesariamente con altos niveles de violencia y delincuencia, ya que estas características no formaban parte de su estrategia inicial de focalización. Esto es particularmente relevante pues El Salvador tiene una de las tasas de homicidio más altas del mundo. Las últimas cifras comparables para 2015 muestran que el país tiene la segunda tasa de homicidio más alta del mundo, 108 por cada 100,000 habitantes, muy por encima del promedio mundial de 6 por cada 100,000 habitantes para ese año. La mayoría de las víctimas de homicidios son hombres jóvenes de entre 15 y 34 años.
Sabemos por estudios previos que el desempleo juvenil se asocia con mayores tasas de homicidio, a diferencia de la correlación entre el desempleo de los adultos y la delincuencia, cuyo vínculo es más débil. Es por ello que, a pesar de que el PATI no estaba destinado a los municipios más violentos, los ejecutores del programa esperaban una posible reducción indirecta de la violencia al ser la mayoría de los beneficiarios jóvenes que no tenían trabajo formal ni estudiaban. Pero la evidencia sobre cómo los programas de empleo temporal pueden relacionarse con el crimen es muy escasa. Solo dos estudios recientes lo han analizado y muestran resultados no concluyentes para la India y Papúa Nueva Guinea.
Es por ello que decidimos observar la incidencia de diferentes tipos de crímenestales como delitos contra la propiedad, asesinatos, homicidios, violaciones, etc., (según lo informado a la policía nacional) por mes en cada uno de los 263 municipios salvadoreños y compararlo con los periodos y zonas geográficas donde operó el PATI. El resultado es un estudio que muestra que el programa en El Salvador contribuyó a una reducción en la gran mayoría de tipos de crimen, con excepción de los casos de violación y robo. En periodos en los que el programa se implementó a nivel de municipios, la tasa de criminalidad se redujo en 8.6 por cada 100,000 personas, en comparación con los municipios en los que no se implementaba.
El estudio sugiere que el PATI tuvo un efecto mayor en la reducción de robos y extorsiones, seguido de lesiones y homicidios. Estos resultados refuerzan la idea de que el programa contribuyó a complementar los ingresos más bajos y por lo tanto a reducir la mayoría de delitos motivados por razones económicas. También creemos que la reducción en las tasas de homicidios en delitos de otra naturaleza podría deberse a factores relacionados con el estímulo del capital social, dado que el programa fomentaba la participación comunitaria y requería de un tiempo de trabajo no menor a seis horas diarias, lo cual potencialmente disminuía el tiempo disponible para actividades ilegales. Los fuertes efectos de reducción de la delincuencia sería también resultado de que la mayoría de los beneficiarios del PATI eran mujeres y jóvenes, un grupo de edad con alto riesgo de desarrollar conductas antisociales y delictivas.
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