A finales del año pasado, poco antes de entrar en período vacacional, me llegaba un correo de una oficina de país en el cual me enviaban un vídeo. En él dos jóvenes, beneficiarios de uno de nuestros proyectos, explicaban como habían abandonado su pertenencia a organizaciones violentas en Honduras para formar parte de actividades destinadas a la prevención de violencia.
Al ver el vídeo uno hace balance. Recuerda y analiza los logros que un equipo, integrado por diferentes personas pero con la misma convicción de contribuir al desarrollo de una región, logró al apoyar los Gobiernos de Centroamérica.
¿Cuáles fueron esos logros?
El año pasado nos dejó satisfacciones en diferentes áreas. A nivel educativo contribuimos a mejorar la infraestructura y el acceso a la educación superior en cuatro universidades de Costa Rica. En Nicaragua apoyamos la capacitación de profesores de escuelas unidocentes (un solo maestro para todos los estudiantes) y la entrega de libros de texto en lenguaje indígena.
Nuestro trabajo también sirvió para contribuir a mejorar la situación de la salud pública en la región. En El Salvador facilitamos la adquisición de equipos para tratar el cáncer, que ya han permitido atender a más de 8,000 pacientes. Otros 12 hospitales recibieron también equipo médico especializado, al tiempo que se realizaba una encuesta para entender el comportamiento de enfermedades con altas tasas de mortalidad en población adulta.
En 2015, los proyectos del Banco Mundial en Centroamérica también permitieron:
- Mejorar el nivel de vida de 169,500 familias en Honduras, que recibieron transferencias condicionadas como parte del programa Bono Vida Mejor, a cambio de garantizar la salud y la educación de sus hijos.
- Facilitar un mejor acceso a servicios de agua y saneamiento en países como Panamá, donde se contribuyó a formular un plan maestro para el manejo de aguas lluvias y aguas residuales en la Ciudad de Colón, o Honduras, donde nueve ciudades mejoraron su acceso a estos servicios y 865 personas se capacitaron en prácticas de higiene y salud.
- Mejorar las posibilidades de encontrar un empleo en El Salvador, donde el programa PATI benefició a 3,200 personas que recibieron formación técnica y oportunidades de empleo temporales y donde los jóvenes pudieron participar en cinco ferias de trabajo.
- Brindar mayores oportunidades a los productores rurales gracias al proyecto Comrural de Honduras, que apoyó a que 6,603 productores rurales asociados incrementaran sus ventas brutas en un 61%. En Nicaragua el estudio sobre desempeño del sector de la agricultura también ayudó a identificar oportunidades y retos en el sector.
- Mejorar la gestión del riesgo de desastres en Panamá, donde se aprobó un Plan de Prevención y Reducción de Vulnerabilidades para los destinos turísticos, y Costa Rica, donde se contribuyó a elaborar la Política Nacional de Gestión de Riesgo de Desastres 2016-2030.
- Rehabilitar infraestructuras, como la carretera que une Bluefields y San Francisco en Nicaragua, país donde a su vez se facilitó el mantenimiento de 63km de carreteras rurales. En Honduras el apoyo el BM permitió que se pavimentaran 127 kilómetros de tres carreteras principales.
- Fortalecer los gobiernos locales en países como El Salvador, donde se adquirieron bienes para 255 municipios, se generaron 12,212 empleos temporales directos y se formaron a 481 trabajadores públicos.
- Prevenir la violencia a través del proyecto Municipios Más Seguros, que facilitó la participación de 23,690 hondureños en programas de prevención de violencia.
- Fomentar la transparencia apoyando a diferentes Gobiernos a través de iniciativas como EITI o Cost, de transparencia en los sectores de industrias extractivas y construcción.
- Promover el desarrollo de los pueblos indígenas en Panamá mediante el ajuste de los programas de protección social del país de manera que tengan en cuenta las necesidades y la identidad cultural de los pueblos indígenas.
Somos optimistas porque se espera que el desempeño económico de la región sea moderadamente positivo. De hecho, tres de los países centroamericanos (Panamá, Nicaragua, y Costa Rica) estarán entre los cinco que registrarán mayor crecimiento en Latinoamérica debido a la caída de los precios de las materias primas y a la recuperación de la economía de los EEUU.
¿Y los retos?
A pesar de que las perspectivas económicas son optimistas, no podemos negar que la región todavía enfrenta desafíos importantes. Seguimos teniendo altas tasas de pobreza en países como Nicaragua, Honduras o Guatemala, donde también la desigualdad es un grave problema. Por esto, me gusta enfatizar que uno de los principales retos de Centroamérica será que crezca mucho más rápidamente y logre que los beneficios del crecimiento lleguen a toda la población.
Para ello habrá que seguir haciendo esfuerzos en las áreas donde ya estamos trabajando pero sobre todo en tres aspectos que considero prioridades para este año.
- En primer lugar, la violencia, que afecta particularmente el Triángulo Norte. En el Banco Mundial hemos enfatizando que la violencia tiene el potencial de generar unos círculos viciosos que afectan negativamente el clima de inversiones y el crecimiento. Esto a su vez limita la generación de empleo y de oportunidades económicas para la población, lo cual crea incentivos negativos que pueden derivar en que la población vulnerable se acerque a las bandas criminales.
- En segundo lugar, la educación. Eliminar la pobreza en Centroamérica va a requerir no solo que se generen empleos sino también que estos sean de calidad. Y para ello la educación es imprescindible. En la actualidad en los países de la OCDE más del 80 por ciento de los jóvenes entre 25 y 29 años tienen un nivel de educación secundaria o mayor, una cifra que en el caso de Centroamérica es del 39% en promedio (con casos como el de Guatemala, donde es un 20% o Panamá, donde es el 63%).
- Y finalmente, la trasparencia institucional. Los ciudadanos de todos los países están exigiendo cada vez mayor transparencia y rendición de cuentas. Algo que sabemos porque es una prioridad. Pues tal y como mencionaba recientemente el Presidente del Banco Mundial, un dólar que desaparece por la corrupción es un dólar que no se va a poder usar para apoyar el desarrollo de los países.
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