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En el contexto de una ralentización global, y la búsqueda de una solución balanceada al crecimiento ecónomico, aquí les presento algunos aportes a la conversación. Todos los países aspiran a tener un crecimiento económico alto y sostenido, pues así es mucho más factible la reducción de la pobreza y la expansión de oportunidades para todos los ciudadanos.
En esto no hay duda. Pero, ¿cómo alcanzar altas tasas de crecimiento a lo largo del tiempo? Está claro que no hay una receta única ni mágica. De lo que sí hay consenso entre economistas es sobre algunos de los ingredientes que son necesarios en cualquier fórmula para crecer.
La Comisión de Crecimiento ya utilizó esta útil metáfora y apuntó ingredientes clave:
- Integración económica: los países con crecimiento alto y sostenido invariablemente se integraron de manera inteligente en la economía internacional y aprovecharon las ventajas de la globalización. Pensemos en China y en muchas de las economías de Asia. O más cerca, en Centroamérica, los casos de Panamá y Costa Rica en los últimos diez años.
- Estabilidad macroeconómica: en la jerga de los economistas ésta es una condición necesaria pero no suficiente. Centroamérica también es una buena demostración de este punto. Las políticas económicas de los años setenta llevaron a una inestabilidad que repercutió en un crecimiento económico muy bajo, o incluso negativo, durante los años ochenta. Pero la estabilidad por sí sola no genera necesariamente un alto crecimiento, como ejemplifica el devenir de la economía guatemalteca en las últimas décadas.
- Altas tasas de ahorro e inversión: por encima del 25% del PIB, sumando inversión pública y privada, y con significativos contenidos de inversión en capital humano y en infraestructura física. Es importante, no obstante, que los altos niveles de inversión pública no pongan en riesgo la estabilidad macroeconómica. Por ello es necesario que existan suficientes ingresos y eficiencia en el sector público para poder hacer frente al gasto necesario para cerrar las brechas de capital humano y físico.
- Mercados que funcionan bien, donde los precios conducen a decisiones de inversión, ahorro o consumo eficientes, y en los que hay competencia. De nuevo, se suele decir que sin competencia no hay crecimiento, si bien la competencia por sí misma no lo garantiza.
- Gobiernos capaces, con alta credibilidad y comprometidos con una estrategia de crecimiento bien definida. La experiencia internacional sugiere que las estrategias de crecimiento suelen tener mayor éxito cuando encierran la promesa de igualdad de oportunidades y ofrecen a todos los habitantes las mismas posibilidades de gozar de los frutos del crecimiento.
Como todo en economía, esta síntesis está sujeta a matizaciones y, sin duda, habrá voces discrepantes. Me viene a la mente la cita de Winston Churchill quejándose de que si uno pone a dos economistas en una habitación le darán dos opiniones diferentes, salvo que – Churchill añadía – uno de los economistas fuese John Maynard Keynes, en cuyo caso tendría tres opiniones distintas.
Sin cuestionar la agudeza de Churchill pienso que, ante el desafío de cómo conseguir aumentar el crecimiento económico en los países, en particular en Centroamérica, un diálogo abierto en una pluralidad de opiniones no solo no restaría sino que aportaría al esfuerzo.
Ciertamente la tarea no es fácil, pero los frutos de sostener un crecimiento alto en el tiempo son tan altos que meritan los esfuerzos.
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