Imagina navegar por el río Nechí, en Antioquia, a bordo de Serena, la primera embarcación solar eléctrica de América Latina. Silenciosa, sostenible y construida con talento colombiano, demuestra la capacidad del país para desarrollar tecnología de primera clase y llegar a áreas remotas. Serena no solo transporta personas, sino que lleva consigo un mensaje: la ciencia, la educación y la innovación pueden transformar vidas.
Este es uno de los múltiples logros visibles del programa Colombia Científica, una iniciativa que entre 2017 y 2023 demostró que las alianzas estratégicas pueden ser una herramienta transformadora para la Educación Superior, la Ciencia, la Tecnología e Innovación de un país. Impulsado por el Instituto Colombiano de Crédito Educativo y Estudios Técnicos en el Exterior (ICETEX), bajo el marco del Programa de Acceso y Calidad en la Educación Superior (PACES) del Banco Mundial, este programa buscaba, a través de ocho alianzas estratégicas, mejorar la calidad educativa y científica en Colombia para abordar los desafíos más urgentes del país.
El éxito de Colombia Científica radica en su capacidad innovadora para unir mundos que siempre deberían caminar juntos. A través de alianzas interinstitucionales, el programa conectó 39 universidades entre públicas y privadas, 56 entidades internacionales de 20 países, entidades del gobierno, empresas y comunidades locales para enfrentar cinco grandes desafíos del país: salud, energía sostenible, seguridad alimentaria, bioeconomía y reconstrucción social en zonas del posconflicto.
¿Y cómo se traduce eso en la vida real?
Significa, por ejemplo, que más de 20 estudiantes e investigadores de la Alianza Energética 2023, liderada por la Universidad de Antioquia en Medellín, pudieron trabajar en proyectos científicos con impactos palpables, como el desarrollo de tecnologías para mejorar la eficiencia energética en zonas rurales. También colaboraron con la Universidad Eafit en iniciativas como Serena, una embarcación solar diseñada especialmente para el municipio de Magangué, en Bolívar, una comunidad altamente vulnerable que depende del río como fuente esencial de transporte e ingresos. Estudiantes y profesores de ingeniería no solo aprendían en clase: se metían de lleno en un laboratorio real, creando prototipos que podrían mejorar la vida de comunidades enteras.
También se impulsó el fortalecimiento de universidades no acreditadas, emparejándolas con universidades acreditadas para fortalecerlas institucionalmente, fomentar el intercambio de conocimientos y elevar la calidad del sistema educativo. Como resultado, es posible encontrar múltiples artículos, documentos y eventos preparados en conjunto entre profesores y estudiantes de diferentes universidades ubicadas en lugares diferentes de Colombia y del mundo.
Por ejemplo, en la Alianza Bio-Reto XXI, liderada por la Universidad Industrial de Santander (UIS), docentes y estudiantes trabajaron en alianza con la Universidad de Cartagena y colegas de la Universidad Tecnológica del Chocó, aprovechando la biodiversidad local para crear productos como repelentes, bloqueadores solares, antivirales y cosméticos a base de plantas colombianas. Además, formaron a nuevos talentos universitarios y capacitaron a comunidades del Chocó en prácticas sostenibles de conservación del bosque.
Y hay más: en la Alianza GAT CÁNCER, liderada por la Pontificia Universidad Javeriana en Bogotá, se están desarrollando tratamientos contra el cáncer a partir de plantas como la pimienta, la moringa o la guanábana. Mientras tanto, la Universidad Pontificia Bolivariana en Medellín lideró la Alianza Nanobiocáncer, que aplica nanotecnología, biotecnología y bioingeniería para prevenir, diagnosticar y tratar el cáncer de colon.
Todo esto pasó en Colombia, con talento local y compromiso colectivo.
¿Y qué logró todo esto?
Al cierre del programa en 2023, los resultados superaron las expectativas, con impactos transformadores y sostenibles tanto en la educación superior como en el sector de Ciencia, Tecnología e Innovación.
Para 2023, más de 1.200 investigadores incluyendo 204 de universidades no acreditadas, participaron en los proyectos científicos financiados por el Programa; y 1.081 estudiantes y docentes recibieron formación de alto nivel. Todas las universidades participantes contaban con un plan de fortalecimiento institucional para alcanzar o mantener la acreditación otorgada por el Gobierno colombiano. Al cierre, 15 de las 18 universidades no acreditadas participantes habían alcanzado o estaban a punto de obtener dicha acreditación.
Las ocho alianzas superaron sus metas de producción científica y tecnológica en un 133,5%, aportando más de 4.400 nuevos productos científicos para dar respuesta en los cinco desafíos identificados para el país. Esto incluyó 66 prototipos industriales, 44 productos patentables, 10 patentes concedidas y la creación de 10 empresas basadas en tecnología. En términos económicos y sociales, se involucraron 160 aliados en 22 departamentos del país, lo que garantizó cobertura nacional e inclusión en la atención de los desafíos regionales y nacionales.
Colombia Científica ha sido un esfuerzo sin precedentes para posicionar la Educación Superior y la Ciencia, Tecnología e Innovación como herramientas clave frente a los grandes desafíos de Colombia y del mundo. Al reunir a actores diversos y enfocarse en problemas reales, el programa no solo superó sus metas, sino que dejó un modelo de innovación colaborativa que puede ser replicado. Las lecciones de esta experiencia pueden inspirar a tomadores de decisiones en Colombia y todo el mundo a construir ecosistemas educativos y científicos que impulsen el desarrollo sostenible.
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