Construir casas y crear comunidad, el desafío del reasentamiento en uno de los ríos más contaminados del mundo

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La gente va llegando en pequeños grupos, en familia. Hay alegría manifiesta pero también se escuchan inquietudes. "Viene el Alcalde y otras personalidades, seguro que así no nos pueden incumplir", se escucha a uno de los invitados.

Otros, mientras esperan el anhelado momento, recuerdan las múltiples promesas recibidas durante los más de 15 años que llevan habitando una franja de unos metros en las orillas del Río Bogotá.

Para las 125 familias de este lugar decir "Vivimos a orillas del río” es una frase cargada de significado, porque no se trata de cualquier curso de agua, sino de uno de los más contaminados de América Latina.

Hoy se va a "la primera piedra" de lo que serán las nuevas casas para estas personas, que encontraron en la orilla del río un lugar donde vivir y algunos hasta un medio de subsistencia. El acto también simboliza que los acuerdos entre los vecinos y las instituciones representadas en el lugar serán ratificados.

El proyecto de adecuación hidráulica y ambiental del río Bogotá ha censado estas familias porque  tienen una oportunidad para obtener una nueva vivienda.

Las negociaciones adelantadas por la Corporación Autónoma de Cundinamarca (CAR) y el Municipio de Mosquera han concluido en la asignación de un predio que se subdividirá en lotes y donde se construirán viviendas nuevas para todos.  

El proyecto para la Recuperación Hidráulica y Ambiental del rio Bogotá pretende principalmente mejorar la calidad del agua hasta hacerla apta para uso agrícola y reducir el riesgo de inundaciones mejorando su cauce y creando parques multifunción a lo largo del rio. Con un costo aproximado de US 487 millones, cuenta con financiación del Banco mundial por US 250 millones y se espera que las obras concluyan hacia el 2021.

Al llegar, la gente encuentra una tarima, sillas y una imagen en gran tamaño que muestra una idea de cómo van a quedar las casas una vez se termine el proceso de urbanización. Además, un letrero que invita a recorrer un sendero que los lleva directamente hasta el predio elegido.

Son aproximadamente 100 metros de distancia. "¿Recuerdas todos esos trámites y papeles firmados para obtener los subsidios? Ahora siento que valió la pena", dicen unos a otros tratando de llenar con palabras esta corta distancia que les permitirá "ver" los lotes.

Llegan a un terreno plano y vacío. Se forman pequeños grupos, miran callados, recorren con la mirada cada rincón.

Al regreso, el aviso con la imagen del proyecto de vivienda del proyecto toma toda la atención de las familias. "Es bonito" dice un niño a su padre. "¿Cuál es la tuya?", interroga una niña. “¿La suya es de dos pisos o de uno?", pregunta una señora a otra.

Aún se requiere gran esfuerzo para que el proyecto se convierta en realidad. La compañía constructora manifiesta que está contratada y que iniciará obras una vez se terminen algunos detalles técnicos, el alcalde anuncia la transformación de las viviendas, la inclusión de las familias en el desarrollo del municipio, el cumplimiento de lo acordado y pone cifras a la inversión física. Todos aplauden con energía…Es un hito, pero ¡también un reto!

En las orillas del río viven habitantes en extrema pobreza, otros en viviendas de mejor calidad pero también con ingresos inestables y finalmente un grupo de 25 familias dedicadas al reciclaje, muy informales e indeseados por los demás.

Ahora, compartirán el mismo lugar, serán vecinos unos de otros. El reasentamiento colectivo siempre trae consigo dificultades en la reconstrucción del vecindario, por tratarse de familias que se conocen y tienen historias con encuentros y desencuentros. La reorganización de la vecindad aunada a las diferencias e historias entre las familias plantea grandes retos a la convivencia.

Actualmente, están alineados en la orilla del río y son pequeñas comunidades que en algunos casos solo comparten lo básico con los vecinos más inmediatos. Unos y otros manifiestan recelo por los demás, en las reuniones para determinar la localización de cada familia sobre el plano de las viviendas, emergieron las diferencias y lograr “acomodarlos” se convirtió en una tarea titánica.

Aún quedan dudas de la sostenibilidad de estas nuevas relaciones creadas con el apoyo de los profesionales sociales. La sostenibilidad solo tendrá una oportunidad si los procesos de acompañamiento son también sostenibles e incluyentes.
 
El caso de los recicladores es especial, no solo se traslada la vivienda, también el lugar de almacenamiento de lo recuperado y la administración y venta de estos materiales. Para ellos se establece un lugar especial que incluye una bodega para organizar el reciclaje.

"Ahora si nos tocó organizarnos" dice uno de ellos. "Aquí tenemos que dejar muchas malas costumbres", responde otro reciclador, reconociendo sus propias realidades. Al final de la ceremonia, regresan despacio a sus casas, muchos callados. Algunos reflexionan en voz alta: "el lío no es construir las casas… ¡el problema es construir la comunidad!”

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