El Día Internacional de la Mujer es una oportunidad importante para recordar que ningún país o economía alcanzará su máximo potencial o enfrentará los retos del siglo 21 sino hasta que las niñas y mujeres tengan los mismos derechos, oportunidades y voz que los niños y los hombres. El tema de la igualdad de género cada vez toma más relevancia y en los últimos años diversos países han pasado del debate a la acción.
En América Latina ha habido avances en la igualdad de género. Se ha mejorado el acceso de las mujeres a la educación, a los servicios de salud y al empleo. La región ha alcanzado la paridad de género en educación; la expectativa de vida de las mujeres se ha incrementado y, entre 1990 y 2014, la participación femenina en la fuerza laboral creció 33 por ciento.
Aun así, persisten retos en cuanto a embarazos en adolescentes, la baja calidad de los empleos para mujeres y la violencia de género. En países como Colombia y México, las desigualdades entre hombres y mujeres en áreas como el acceso a la financiación, a líneas de crédito o a cuentas bancarias, son aún un freno para el desarrollo social y económico.
¿Qué puede hacerse para que hombres y mujeres jalen parejo y detonen juntos el potencial económico de sus países?
Varias cosas. Por ejemplo, es importante cerrar las brechas de género en educación e invertir a largo plazo para garantizar que tanto niñas como niños —principalmente de las comunidades indígenas y afrodescendientes— asistan a la escuela y concluyan sus estudios.
Invertir en los jóvenes para aprovechar el dividendo demográfico también es relevante. En números absolutos, la mayoría de jóvenes que no estudian ni trabajan (ninis) se encuentran en Brasil, Colombia y México. Entre las mujeres jóvenes, el principal factor de riesgo para convertirse en nini es casarse antes de los 18 años, exacerbado por el embarazo adolescente.
Por ello, es necesario promover la inserción al mercado laboral con políticas que contemplen los obstáculos e inequidades que enfrentan las mujeres para incorporarse a éste.
La tasa de participación de las mujeres en el mercado laboral mexicano es del 45.5 por ciento, más baja que en otros países (en Colombia es del 58 por ciento). Crear mejores condiciones laborales y fortalecer las oportunidades de empleo para ellas con horarios flexibles, capacitación y diversidad en los puestos gerenciales, así como disminuir el impacto que el rol de cuidadoras y de amas de casa tiene en su desempeño laboral, son iniciativas que pueden desbloquear el potencial económico de las mujeres.
Reducir la violencia de género también debe ser prioritario.
¿Cómo fomentar la igualdad de género?
Hay mucho por hacer. En nuestro trabajo en Colombia y México fomentamos la igualdad de género a través de diversos proyectos. Por ejemplo, el diseño de la Acuapista, que mejorará la navegabilidad de los esteros que conectan los departamentos colombianos de Nariño, Cauca y Chocó, al unirlos por medio de una vía acuática, se tomaron en cuenta las necesidades de las mujeres para la construcción de los muelles, ya que ellas serán las usuarias principales.
El proyecto les dará mayor acceso al transporte y seguridad al navegar por la zona y las empleará para las operaciones diarias de los muelles y dentro del Sistema de Gestión del Agua. Cuando sea posible, tendrán un espacio para la venta de artesanías en el muelle.
En Colombia hemos trabajado en proyectos por la inclusión social y económica de mujeres afectadas por diversos tipos de violencia, para que restablezcan su vida normal y productiva.
El proyecto Paz y Desarrollo promovió la vida digna en las zonas más afectadas por el conflicto, por medio de la capacitación, educación, trabajo, ingresos y apoyo sicológico y social. También apoyó a organizaciones de mujeres víctimas del conflicto que, a su vez, ayudan a otros perjudicados.
El empoderamiento de la mujer en el sector forestal también genera oportunidades y beneficios para los hogares y las comunidades. En la sierra norte de Oaxaca, México, promovemos a los emprendedores forestales con un proyecto que busca la equidad de género por medio de más participación de la mujer en prácticas laborales sostenibles en el uso de recursos naturales para incrementar el valor de los bosques.
A su vez, el proyecto de Expansión de Finanzas rurales ha logrado avances importantes para ampliar el acceso al financiamiento entre las mujeres y los grupos tradicionalmente marginados. El 78 % de los receptores de los préstamos son agricultoras y microempresas y pymes.
Ante el acoso sexual en el transporte público en México, colaboramos en un proyecto piloto que busca generar una respuesta comunitaria ante este tipo de situaciones que las mujeres viven diariamente. Con el lema “Hazme el Paro”, el proyecto busca que los conductores sean agentes de cambio, que las personas no callen frente al acoso y que las víctimas tengan herramientas para detenerlo y denunciarlo.
También apoyamos el programa de transferencias de efectivo condicionadas, Prospera, que no solo empodera a las madres de familia, sino que además fomenta el acceso a alimentación, salud y educación de los más vulnerables y favorece la inclusión social y productiva de sus beneficiarios.
Jalar parejo para conseguir que hombres y mujeres tengan las mismas oportunidades y juntos contribuyan al desarrollo de un país conlleva un esfuerzo colectivo, así como un cambio de conducta de la sociedad. No es fácil, pero para garantizar que nadie quede excluido, #Ahoraeselmomento.
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