Also available in English
'Made in Latin America'. ¿No sería esta una etiqueta genial? — una que gradualmente dejaría de asociarse a algún imaginario producto latinoamericano hasta convertirse en un verdadero sello de aprobación para muchos de los esfuerzos y logros de la región.
Me encuentro en Miami para la Séptima Conferencia Anual Latinoamericana para hablarle de las perspectivas regionales a los responsables de tomar decisiones, y creo que esta idea no se me podría haber ocurrido en un mejor lugar —'Mi-a-mi', reflexiono, el crisol económico y social de América Latina, muchas veces considerada la capital de negocios de la región.
De hecho, creo que esta etiqueta no dista mucho de la realidad. América Latina se está convirtiendo en un modelo para muchas otras regiones del mundo, especialmente después de los recientes problemas mundiales.
'Made in Latin America', 'Hecho en Latinoamérica', es por ejemplo encontrar un equilibrio adecuado entre disciplina fiscal, programas sociales incluyentes y crecimiento robusto —sin dudas algo difícil de alcanzar, como pueden atestiguar los países de la zona euro.
Nuestra región es una prueba viviente de que puede lograrse.
La experiencia nos dice que no existe una fórmula única para obtener dichos resultados. Pero puedo afirmar, sin temor a equivocarme, que algunos elementos han sido cruciales para llegar a la situación actual en la región: a saber, una mezcla de políticas económicas adecuadas e inversiones sociales clave, manteniendo vivo el impulso del crecimiento e incrementando las oportunidades para los latinoamericanos.
He visto los frutos de esta potente mezcla en la mayoría de lugares que visité en América Latina. En diez años (2002-2011), el PIB per cápita de la región creció casi un 25 por ciento. Seis países —Panamá, República Dominicana, Perú, Uruguay, Argentina y Chile— son dignos de menciones especiales luego de crecer más de 40 por ciento.
La crisis financiera mundial de 2007-2009 despeinó a América Latina pero no hizo mella en sus fundamentos económicos, como sí lo hicieron crisis pasadas. Dicha capacidad de recuperación es el resultado directo de políticas sólidas, disciplina fiscal e instituciones financieras robustas.
A pesar de las recientes turbulencias mundiales, se espera que la región crezca entre 3,5 y 4 por ciento en 2012-2013.
Hablando de logros, se me ocurre otro que merece, en mi opinión, el apelativo 'Hecho en América Latina': la dramática reducción de la brecha de equidad en la última década.
Unos 73 millones de personas dejaron atrás la pobreza moderada como resultado de la ampliación de los programas sociales y de oportunidades económicas para todos. Las redes de protección, notablemente los programas de Transferencia Condicionada en Efectivo, se han convertido en un modelo para otras regiones.
Nuestra región también ha logrado importantes avances en igualdad de género: 70 millones de mujeres adicionales ingresaron a la fuerza laboral desde 1980; hoy en día hay más mujeres que hombres en la educación superior.
La batalla por la productividad
Pero no todo es color de rosa. Mantener la estabilidad, continuar reduciendo la desigualdad y ampliando las oportunidades, en sí son palabras mayores, especialmente en un mundo volátil y complejo como el actual.
Sin embargo, si tuviera que elegir el mayor desafío a futuro para la región, diría que es ganar lo que he llamado la "batalla por la productividad".
Mejorar la productividad y la competitividad latinoamericanas para sostener el crecimiento y asegurar los logros alcanzados debería encabezar la lista de pendientes de los responsables de la toma de decisiones.
¿La razón? El desempeño del crecimiento de América Latina en el siglo XX fue, por decirlo de alguna manera, insatisfactorio. El ingreso per cápita se mantuvo constante en un 30 por ciento del de EE. UU, mientras que el ingreso per cápita de los países de Asia Oriental aumentó de 15 por ciento a más de 70 por ciento en los últimos 50 años.
Una logística eficiente es crucial para alcanzar una mayor competitividad. Sin embargo, América Latina sigue pagando un precio muy elevado en este rubro: el precio promedio en la región es de dos a cuatro veces mayor que en los países de la OCDE o Singapur.
Y la lista continúa. La escasa inversión en innovación es parcialmente responsable de la baja productividad. Los países de la región, exceptuando Brasil, invierten mucho menos que el 1 por ciento del PIB recomendado para Investigación y Desarrollo. Por contraste, economías estelares como Finlandia, Corea, Israel, o Suecia han estado invirtiendo entre 2 y 5 por ciento del PIB en innovación desde principios de los noventa.
Algo similar ocurre con la educación. El porcentaje de la población de América Latina con educación terciaria aumentó de 9,5 por ciento en 1990 a 14,2 por ciento en 2009. Mientras tanto, en los Tigres asiáticos subió de 10 a 20 por ciento en el mismo período.
Afortunadamente, la región ya comenzó a lidiar con muchos de estos desafíos, algo que creo la coloca en el camino hacia el éxito.
Tengan en cuenta lo siguiente. A nivel mundial, la influencia de América Latina ha crecido, con lo cual ahora tiene un rol mayor en foros claves como el G-20 y Río+20. En los grandes temas mundiales, la región ya no es vista como "un problema" sino como parte de la solución, como demuestran las discusiones en torno al cambio climático y el precio de los alimentos. América Latina es un líder mundial en proyectos "verdes" luego de que muchos países adoptasen una estrategia de crecimiento de bajo carbono; también es un granero mundial con un gran potencial para el desarrollo de respuestas a largo plazo a uno de los problemas más acuciantes del mundo —el alza en el precio de los alimentos. En algunas partes de la eurozona, la región también es vista cada vez más como un modelo de crecimiento: con prosperidad, sin descartar logros sociales y económicos.
Todas estas contribuciones únicas —y estoy seguro que muchas otras en el futuro— merecen el apelativo 'Hecho en América Latina'. Ahora solo hay que remangarse y empezar a trabajar.
Únase a la conversación