Este 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, no es un día de celebración sino más bien de reflexión. Las economías de América Latina y el Caribe continúan subutilizando una fuente importante de talento: las mujeres.
Si bien en años anteriores celebrábamos que había más mujeres en la fuerza laboral que antes (53% en 2019, comparado a 41% en 1990), y que las brechas de género en la participación económica se estaban reduciendo, la verdad es que todavía estábamos lejos de la paridad en muchos campos, incluida la participación laboral (77% para hombres en 2019). Pero la situación ha empeorado aún más con la pandemia. Esta ha truncado el avance y resalta cuán voluble es la participación económica de las mujeres.
Nuevos datos muestran que el 56% de las mujeres de la región que trabajaban antes de la pandemia no podían hacerlo al inicio de la cuarentena. Además, el 21% perdió su trabajo por completo. Los hombres también se enfrentaron a paros laborales, pero a una tasa mucho menor (39% y 13%, respectivamente). Los datos también muestran que a medida que pasó el tiempo y las medidas de distanciamiento social (o su cumplimiento) disminuyeron, las mujeres volvieron a la actividad económica a un ritmo mucho más bajo que los hombres.
Y las brechas de género se hicieron aún mayores en países como Perú, Ecuador, Argentina y El Salvador. Un estudio reciente centrado en Perú muestra que las brechas de género son más amplias entre las mujeres que viven en hogares donde hay niños. Estos patrones son comunes en toda la región y muy preocupantes. Para empezar, las perdidas laborales se traducen en enormes retrocesos económicos; usando las tasas de participación laboral actuales, la pérdida económica para la región equivale al 14% del PBI per cápita . Pero también destacan cuán voluble fue el progreso y cuántos y cuán profundos los problemas estructurales subyacentes, desde las estrictas regulaciones laborales hasta las normas sociales, que continúan limitando la capacidad de las mujeres para seguir participando en la economía.
Porcentaje de paro laboral, por género en ALC, durante un período de 3 meses
Un problema complejo
En una presentación reciente, se nos preguntó por qué los impactos de la pandemia tenían más probabilidades de afectar negativamente a las mujeres que a los hombres en la región.
A pesar de que la respuesta es compleja, con muchas dimensiones a considerar, existen algunos principios generales y evidencia emergente de por qué los patrones que estamos viendo son peores para las mujeres que para hombres.
- Las mujeres en la región estaban concentradas en sectores económicos y ocupaciones más susceptibles a las medidas de distanciamiento social . Por ejemplo, ocupaciones intensivas en contacto físico, en trabajos que necesitan interacciones cara a cara (como turismo), y ocupaciones que tenían poca facilidad para adaptarse al teletrabajo (como servicios de cuidado personal).
- Las mujeres suelen ser las principales encargadas del cuidado del hogar, incluyendo niños y adultos mayores . Desafortunadamente, en América Latina, las normas sociales más tradicionales dictan que las mujeres soporten la carga más pesada del trabajo doméstico y de cuidados . Con las escuelas parcial o totalmente cerradas, y miembros del hogar menores y mayores requiriendo cuidados adicionales, se espera que las mujeres en la región, más que los hombres, brinden dicha atención.
- Cambios en la naturaleza de los trabajos (por ejemplo, automatización, cambios de procesos), catalizada por la pandemia y que afecta la oferta de puestos laborales en muchos subsectores económicos (y en ocupaciones) donde se emplea a grandes segmentos de mujeres. La pandemia nos ha llevado al futuro en cuanto que los empleadores, en muchas industrias y sectores, han adoptado soluciones tecnológicas y cambios en la forma en que operan a fin de depender menos en las personas.
- Factores estructurales subyacentes de las economías latinoamericanas que hacen que la (re)creación de empleo sea un desafío, especialmente para las mujeres. Tres factores clave incluyen altos niveles de informalidad, empleos de baja calidad, y estrictas regulaciones laborales.
- Los trabajos de baja calidad, especialmente en términos de salarios, afectan más a las mujeres que a los hombres . Y ahora, aunque las personas están regresando al trabajo, muchas están regresando a trabajos que ofrecen menos ingresos que antes. Otro factor son las estrictas regulaciones del mercado laboral que imponen altos costos de empleo a las firmas y eliminan los incentivos para contratar nuevos trabajadores.
El objetivo de este blog es explicar por qué no es un 8 de marzo de celebración, y ayudar con este pequeño insumo a crear conciencia sobre la reversión de los logros que estamos viviendo. También esperamos que nuestra discusión deje claro que es urgente actuar con rapidez. No hay duda de que las razones que contribuyen a mantener a las mujeres fuera de la economía, identificadas aquí, presentan grandes desafíos; y estas seguramente no son las únicas en muchos contextos.
Y no es suficiente enfatizar la importancia de abordar estos retos para evitar que los retrocesos se vuelvan permanentes y para que nuestra región pueda beneficiarse, social y económicamente, de la contribución de uno de sus activos más importantes: las mujeres. También es importante recordar a los lectores, especialmente aquellos que están trabajando en planes de reactivación, que todo plan de recuperación económica viable debe incluir a las mujeres para asegurar la sostenibilidad de sus esfuerzos. Esperamos que la reactivación inclusiva sea motivo de celebración para los 8 de marzo en el futuro.
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