Doblando la apuesta por el desarrollo infantil temprano en América Latina

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foundation Aeiotú, Bogotá. / Photo: Yanina Budkin

Dos años después de que el Banco Mundial se uniera a Shakira y ALAS para crear la Iniciativa para la Primera Infancia, este segundo feliz aniversario del programa trae consigo millones de cumpleaños felices para los niños y niñas de toda la región.

Alrededor de 5 millones de niños y sus madres, disfrutan los beneficios de esta iniciativa, que ha supuesto una inversión de US$400 millones —más del doble de lo esperado para esta etapa, y US$100 millones más que la suma total prevista para el programa en su conjunto.

 

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Estas inversiones respaldan proyectos de desarrollo infantil temprano (DIT) en casi todos los países de la región, abarcando un amplio espectro de actividades.

Esta “apuesta redoblada” por el desarrollo infantil temprano (DIT) muestra que nuestros clientes en América Latina y el Caribe reconocen que invertir temprano es invertir de manera inteligente. Ninguna inversión en desarrollo genera un mayor retorno para la gente y la economía que el DIT.

Esos primeros cinco años de vida hacen más que desarrollar el cerebro y el cuerpo. Establecen la capacidad futura de un niño de crecer, aprender, mantenerse saludable e interactuar correctamente con los demás. Debido a esto, el DIT es una inversión que se hace ahora o nunca.

Una vez establecido, el patrón de desarrollo de un niño es prácticamente irreversible. Este hecho implacable puede atrofiar las oportunidades de vida de un niño casi desde el principio. Pero también puede jugar a su favor de manera poderosa.

Si obtiene la atención a la salud, nutrición, afecto, estímulo y educación que necesita —y que cada niño merece—, los beneficios que obtenga en esos primeros años probablemente sean irreversibles. No importa lo que ocurra después en su vida: no perderá los centímetros extra de altura, o su mayor aptitud para el aprendizaje, ni olvidará las habilidades sociales que obtuvo.

En los últimos 25 años, la economía ha constatado algunos de los significativos beneficios a largo plazo derivados de la inversión en la niñez. (Siempre es divertido observar cómo los economistas aprenden cosas que la mayoría de las personas han sabido por siglos.)

El DIT también ofrece la ventaja adicional de ser intrínsecamente sustentable. Muchas inversiones en desarrollo requieren de un mantenimiento constante, están sujetas a cambios de política repentinos, o corren riesgo de volverse obsoletos a medida que los tiempos o las condiciones cambian. El DIT perdura.

Por lo tanto, los países de la región ya han pasado la etapa del “por qué” del DIT, y se encuentran explorando el “cómo” y “con quién”. Cada programa tiene su propia fórmula sobre cómo invertir de mejor manera en la niñez.

Diferentes estilos, un solo objetivo

Algunos trabajan a través de una sola agencia gubernamental para abordar desafíos específicos como la salud de los niños o la educación preescolar. Éstos pueden ser muy exitosos, como el Plan Nacer en Argentina, que luego de establecer herramientas para el desempeño y rendición de cuentas de los proveedores de salud y gobiernos provinciales, obtuvo mejores resultados en la salud.

México tuvo un éxito similar en el sector educativo, donde la educación pre-escolar universal se traducirá en mejores resultados para el futuro. Otros enfoques son transversales. Algunos crean alianzas entre varios niveles de gobierno y la sociedad civil, para todos los sectores sociales y más allá.

En los distritos urbanos más pobres de Bolivia, los municipios están reforzando los servicios de pediatría para que más madres jóvenes puedan asegurarse un puesto de trabajo, de forma coordinada con el ministerio de trabajo.

En Belice, las comunidades locales ofrecen servicios integrados para todo el espectro social, desde salud maternal hasta la promoción de estilos de vida saludables en escuelas locales. Uno de los ejemplos más notables a nivel mundial de un enfoque transversal es Crece Contigo en Chile.

Para reducir las brechas y superposiciones, creó un sistema integral que monitorea a los niños desde el crecimiento prenatal hasta que ingresan a la escuela a los cinco años de edad.

El programa permite una coordinación sin fisuras entre los ministerios de salud, educación y protección social, asegurando que todos los niños reciban el paquete de servicios que necesitan.

De manera similar, y como parte de nuestra cooperación Sur-Sur, El Salvador, Honduras y Nicaragua se aprestan a desarrollar políticas DIT integrales. El Banco ha reunido a funcionarios de ministerios para el sector social (p. ej. salud y educación) y ministerios centrales (p. ej. planeamiento y finanzas) para trabajar junto a la sociedad civil en la elaboración de estrategias unificadas para las prioridades nacionales y locales.

Muchas veces, un buen primer paso en un trabajo transversal es simplemente determinar qué instituciones están trabajando en un lugar dado para recabar una imagen completa de los centros pediátricos, clínicas de salud y otros proveedores de servicios, y encontrar oportunidades para la colaboración.

Dicho estudio de reconocimiento fue el punto de partida de nuestra colaboración con 28 municipios en Brasil. Tanto América Central como Brasil se han beneficiado de una visita de estudio a Chile para presenciar el programa Crece Contigo en acción.

En la última década América Latina ha experimentado un crecimiento continuo y una reducción de la pobreza. Pero aún tiene un largo camino por recorrer. Hasta que cada miembro de la sociedad esté equipado para aprovechar las crecientes oportunidades, la región seguirá desaprovechando buena parte de su potencial.

La construcción de estas capacidades comienza incluso antes de nacer. Con la ayuda de la Iniciativa para la Primera Infancia, los países han aumentando significativamente sus inversiones en la niñez. El Banco Mundial redobla su apuesta junto a ellos, consciente de que esta de hecho es una apuesta muy segura.


Autores

Keith Hansen

Director del Banco Mundial para Kenia, Somalia, Ruanda y Uganda

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