Ecuador y Perú: El mar como la ruta para un futuro azul y sostenible

Disponible en:
Fotografía: Juan Manuel García / FCD. / Banco Mundial Fotografía: Juan Manuel García / FCD. / Banco Mundial

En el Océano Pacífico existe una oportunidad extraordinaria para el desarrollo sostenible y azul.  Fértiles aguas se extienden desde el sur del Perú, donde encontramos bosques submarinos de inmensas algas, hasta las Islas Galápagos, en Ecuador, donde aguas llenas de vida atraen a tiburones, tortugas y muchas otras criaturas sorprendentes.

Ambos países son ejemplos de la profunda conexión entre humanos y el mundo marino en diferentes aspectos culturales, económicos y de subsistencia. Para ambas naciones, el océano es proveedor de alimentos, turismo y recreación, energías renovables y transporte, pero también aporta a la captura del 90% del calor y un tercio de las emisiones de CO2 de origen humano, al tiempo que produce más del 50% del oxígeno a nivel mundial, entre muchas otras características asombrosas.

A pesar de su importancia, y al igual que sucedió con los bosques terrestres hasta el siglo XX, se suele pensar que no es necesario planificar la gestión del océano, probablemente debido a que su inmensidad y productividad parecen interminables.

Hoy en día, el océano enfrenta urgentes desafíos ambientales debido al cambio climático, la contaminación, incluyendo residuos plásticos, la sobrepesca y muchos otros. Sin embargo, a medida que conocemos más del mar, vamos  descubriendo la importancia y la posibilidad que aún existe de mantener saludable al océano y sus ecosistemas, potenciando el crecimiento económico y los medios de vida.

Para superar los desafíos, es necesario entender mejor el mundo marino y planificar nuestra interacción de manera integrada. Es decir, desarrollar una Gestión Marina Integral y así conectar con las maravillas del océano. Si aprovechamos esta oportunidad, el Crecimiento Azul (o “crecimiento económico ambientalmente sostenible basado en los océanos"), puede ofrecer tanto como una oportunidad imprescindible para la recuperación económica ante los impactos de la COVID-19,  como también un camino hacia el desarrollo sostenible y un mejor futuro.

El mar del Perú y del Ecuador

Perú y Ecuador están conectados por las aguas frías y ricas en nutrientes de la corriente de Humboldt, que permite espectaculares floraciones de plancton, alimentando al sector pesquero peruano e impulsan la increíble biodiversidad de las Galápagos.

Las aguas peruanas son tan ricas que posicionan al país como uno de los mayores productores a nivel mundial de calamar, anchoveta y muchas otras pesquerías.  Sin embargo, la gestión a largo plazo de estas pesquerías es un desafío frente a la pesca ilegal o no reglamentada a nivel nacional e internacional, y frente a los limitados recursos existentes para financiar una pesca artesanal sostenible. Al mismo tiempo, los sectores azules emergentes como la acuicultura, el turismo y las energías renovables se pasan por alto, perdiendo la oportunidad de aprovechar todo su potencial para contribuir a la economía del Perú.

La situación de Ecuador es similar, incluyendo una alta vulnerabilidad a las flotas pesqueras internacionales, y ecosistemas invaluables que son admirados en todo el mundo. Las aguas alrededor de Galápagos atraen a miles de turistas y presentan un enorme potencial para el desarrollo de la industria del turismo marino como complemento al terrestre. Otras oportunidades para la acuicultura y las energías renovables también pueden ayudar a la recuperación económica del país y el crecimiento futuro.

El mar de ambos países ofrece la oportunidad de desarrollar una economía azul integrada, que gestione de manera sostenible los sectores existentes, como la pesca y el transporte marítimo, y promueva el crecimiento de otros emergentes como el turismo, las energías renovables y la acuicultura, entre otros.

Consciente de este increíble potencial, el Banco Mundial está trabajando estrechamente con Perú y Ecuador para desarrollar algunos de los componentes básicos que permitirán la transición hacia la economía azul,  apoyando a los pescadores artesanales para que emprendan negocios innovadores y sostenibles, y preparando un diagnóstico de la situación actual de los recursos marinos y los sectores azules.

Los pescadores artesanales son irremplazables conocedores del océano, que podrán ayudarnos a identificar muchos de los cambios que están ocurriendo silenciosamente y los que vendrán.  Es por eso que el Banco Mundial se enfoca en trabajar con las comunidades locales, incluyendo a mujeres y jóvenes, tratando de mejorar la calidad de vida de las personas y la salud del océano al mismo tiempo. Se espera que los proyectos futuros fomenten estos objetivos junto con los gobiernos de ambos países.

Con estas acciones, los océanos pueden convertirse en un aliado en la lucha contra el cambio climático en línea con las llamadas Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDC), y en el cumplimiento de otros acuerdos internacionales.

También se necesita planificar estratégicamente cómo aprovechar al máximo el potencial de los océanos, incluyendo la protección de algunas áreas para resguardar ecosistemas críticos y asegurar la reproducción de los peces, asegurando así la rentabilidad de los sectores azules a largo plazo frente al cambio climático y otros desafíos.

Más allá de la planificación y las políticas públicas, es solo a través de las comunidades costeras y los trabajadores de los sectores azules que Perú y Ecuador pueden alcanzar un crecimiento azul. 

Image: Juan Manuel García / FCD. / World Bank.

Autores

José Rehbein

Consultor del equipo de Medio Ambiente, Recursos Naturales y Economía Azul

Jorge Barbosa

Especialista en economía azul

Gabriela Encalada

Especialista Ambiental del Banco Mundial

Únase a la conversación

Este contenido no se mostrará públicamente
Caracteres restantes: 1000