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Existen cada vez más datos que indican que las mujeres y los hombres se desplazan de manera diferente. Si bien hay muchas razones que lo explican, un factor clave es la persistencia de las normas y roles de género tradicionales que se traducen en responsabilidades domésticas distintas, horarios de trabajo diferentes y, en última instancia, necesidades de movilidad dispares. Una mayor aversión al riesgo general (i) y mayor sensibilidad ante problemas de seguridad (i) también desempeñan un papel importante en la manera de desplazarse de las mujeres. Sin embargo, el género sigue siendo a menudo un elemento secundario en la toma de decisión del sector del transporte , lo que significa que la mayoría de las políticas o planes de inversión en infraestructura no se diseñan para tener en cuenta las necesidades de movilidad específicas de las mujeres.
La buena noticia es que gracias al big data esto puede cambiar. En un estudio reciente, el equipo de Transporte del Banco Mundial combinó varias fuentes de datos para analizar cómo viajan las mujeres en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA). Se analizaron datos de señales de teléfonos móviles, datos sobre congestión obtenidos por Waze, datos de tarjetas inteligentes del transporte público y datos de una encuesta realizada por el equipo a comienzos de 2022 a más de 20.300 usuarios de automóviles y motocicletas.
La investigación reveló que, en promedio, las mujeres viajan en el AMBA con menos frecuencia que los hombres, recorren distancias más cortas y tienden a realizar viajes más complejos con múltiples paradas y propósitos. En promedio, el 65 % de los viajes de las mujeres son de menos de 5 kilómetros, frente al 60 % de los viajes de los hombres. Además, los patrones de desplazamiento por hora de las mujeres son diferentes, ya que realizan un 10 % más de viajes que los hombres durante las horas de menor actividad del mediodía, y la mayoría se origina en la zona central del AMBA. Esto refleja la mayor carga de responsabilidades domésticas que enfrentan las mujeres, como recoger a los niños de la escuela, y el hecho de que ellas suelen trabajar en horarios más irregulares.
Andar en bicicleta y caminar
En el AMBA, las mujeres tienden a realizar un 7 % más de viajes no motorizados que los hombres, y el transporte no motorizado representa el 19,7 % del total de sus viajes en comparación con el 18 % de los hombres. En general, la decisión de las mujeres de andar en bicicleta está muy influenciada por la existencia (o ausencia) de una infraestructura adecuada para el ciclismo (i). En el AMBA, los desplazamientos no motorizados de las mujeres se concentran en gran medida en la Ciudad de Buenos Aires, donde una red cada vez mayor de carriles exclusivos y el desarrollo del sistema de bicicletas compartidas han hecho que movilizarse por este medio sea mucho más atractivo y accesible. Las respuestas a la encuesta de los actuales usuarios de automóviles y motocicletas sugieren que la proporción de mujeres que consideraría usar un carril para bicicletas seguro en sus viajes habituales en lugar de un vehículo motorizado es mucho mayor (43 %) que la proporción de hombres (26 %). Los datos recopilados por la Secretaría de Transporte y Obras Públicas confirman que las mujeres están más dispuestas a adoptar el uso de la bicicleta cuando existe una infraestructura adecuada: con el desarrollo exponencial de la red de ciclovías, la proporción de mujeres entre los ciclistas de la Ciudad de Buenos Aires alcanzó el 21,3 % en 2019 en comparación con solo el 7,2% una década antes.
Transporte público
En el AMBA, las mujeres realizan un 13 % más de viajes en transporte público que los hombres, y el transporte público representa el 21,7 % del total de viajes de las mujeres frente al 18,6 % de los hombres. Las mujeres tienden a usar más el transporte público en distritos con servicios frecuentes.
El impacto de la COVID-19
Con el inicio de la pandemia de la COVID-19 en 2020, las mujeres disminuyeron sus viajes más que los hombres. Esto se debió en parte a una mayor dependencia del transporte público, que operó con un servicio reducido durante varios meses. Además, según los resultados de la encuesta realizada por el equipo del estudio, el riesgo de infecciones por la COVID-19, asociado con los espacios públicos como el transporte masivo, fue mucho más importante en las elecciones de los desplazamientos de las mujeres: más del 40 % lo mencionó como el factor individual más importante en comparación con el 32 % de los hombres.
La disminución en el uso del transporte público fue particularmente pronunciada entre las mujeres de ingreso alto, que generalmente tenían acceso a una mayor flexibilidad laboral y estaban en mejores condiciones para reducir sus desplazamientos. En comparación con las mujeres de ingreso bajo y los hombres, más mujeres de ingreso alto pudieron empezar a caminar y andar en bicicleta. Esto se debe a que las mujeres de ingreso alto suelen vivir en zonas con una mejor infraestructura de transporte no motorizado y porque sus distancias de viaje disminuyeron más significativamente que las de otros grupos durante la pandemia.
Promover un transporte inclusivo
Sobre la base de estos resultados, se beneficiaría el transporte que usan las mujeres en el AMBA con un mayor enfoque en la micromovilidad y una infraestructura de ciclismo segura en el AMBA donde las mujeres hacen desplazamientos que suelen ser más cortos. Los horarios del transporte público también deberían adaptarse a la mayor demanda de viajes de las mujeres fuera de las horas pico. A medida que nos esforzamos por crear ciudades más inclusivas, el big data puede ser muy útil para ayudar a los planificadores a analizar el transporte con una perspectiva de género y asegurar que diseñen soluciones de movilidad acordes con las necesidades de todos los usuarios.
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