En Ceará, Brasil, los alcaldes tienen que mejorar los resultados educativos para recibir más fondos

Famílias buscam crianças na escola em Fortaleza, Brasil Famílias buscam crianças na escola em Fortaleza, Brasil

En Fortaleza, una ciudad del noreste de Brasil, existen muchas escuelas en barrios pobres, lo que plantea a los educadores una serie de desafíos en lo que respecta a mantener la asistencia de los alumnos a clase . Sin embargo, en menos de una década, la ciudad ha reducido la tasa de abandono de los estudiantes del ciclo inferior del nivel secundario del 30 % al 0,6 %. Y en apenas cuatro años —de 2013 a 2017—, la cantidad de alumnos de quinto grado con una alfabetización muy deficiente disminuyó del 24 % a solo el 8 % (en portugués).

 

¿Qué ha impulsado estos buenos resultados? Un enfoque decidido dirigido a reducir el abandono escolar.

Si un alumno no va a clase, la escuela activa una búsqueda para localizarlo. Primero, hace una llamada y esto queda registrado. Si el personal de la escuela no encuentra al niño ni a sus padres, debe ir a la casa. Todo esto sucede el mismo día en que se ausenta el alumno. El año pasado, las escuelas realizaron más de 20 000 llamadas telefónicas y más de 3000 visitas domiciliarias. Este año, el gobierno municipal de Fortaleza contrató a unas 35 organizaciones no gubernamentales y de otro tipo para trabajar con los estudiantes que requieren un mayor esfuerzo.

 

Suena sencillo, ¿no? Sin embargo, los gobiernos municipales suelen fallar cuando tienen que movilizar a distintas instituciones del ámbito local —escuelas, servicios sociales, departamentos de policía— para ayudar a mantener a los niños en la escuela, incluso en países mucho más ricos. Es extraordinario que un alcalde de Brasil pueda movilizar a todas las escuelas para adoptar este grado de proactividad y ver resultados tan claros y rápidos.

 

Una estrategia que ha impulsado este entusiasmo es la incorporación de los incentivos basados en resultados: para obtener más fondos del gobierno del estado, los municipios deben demostrar avances. Y los departamentos deben trabajar juntos para garantizar estos beneficios.

Avances en el aprendizaje

Ceará, uno de los estados más pobres de Brasil y cuya capital es Fortaleza, presenta uno de los primeros casos documentados de que un mecanismo de transferencias intergubernamentales basado en los resultados puede conducir a reducciones en las tasas de abandono y mejores avances en el aprendizaje. Desde 2007, cuando comenzó a vincular parte de sus transferencias fiscales a los municipios con el desempeño educativo, el estado ha experimentado una de las mejoras más importantes del país en cuanto a calidad de educación, con 9 de sus municipios ubicados entre los primeros 20 de Brasil en 2017.

 

Para los países que buscan reducir las tasas de abandono y mejorar los resultados de aprendizaje de los estudiantes, la experiencia de Ceará con el financiamiento basado en resultados ofrece algunas lecciones útiles . Además, estas enseñanzas se volverán más pertinentes en el actual contexto de pandemia de COVID-19, en el que es posible que caigan los resultados de aprendizaje y aumenten los abandonos. En este contexto surge una doble necesidad: abordar estos costos a corto plazo y mejorar los sistemas de educación a largo plazo.

Primero, cada año, Ceará distribuye una cantidad fija de fondos. Esto significa que los municipios compiten entre sí por esos recursos.

Segundo, para obtener más recursos, los municipios no necesitan lograr los puntajes más altos en las pruebas o las tasas de abandono más bajas; simplemente deben demostrar mejoras. Pero esto implica que cada año deben continuar buscando avances para recibir dinero de ese fondo; es probable que los que se duerman en los laureles pierdan el apoyo económico. En el caso de Ceará, los municipios pobres fueron los que realmente aprovecharon la oportunidad y algunos obtuvieron aumentos de financiamiento de entre un 60 % y un 70 %, nada menos.

 

Tercero, los municipios no necesariamente tienen que gastar los fondos adicionales en educación, sino que pueden canalizarlos hacia otros servicios, como mejorar las aceras o los parques públicos. Esto eleva inmediatamente el perfil del secretario municipal de educación: pasa de estar en la base de la jerarquía local a ser el mejor amigo del alcalde. Los alcaldes se dan cuenta de que, para conseguir más dinero para sus municipios —y multiplicar sus posibilidades de ser reelectos—, los niños deben permanecer en la escuela y aprender.

No solo se trata de obtener más dinero

El enfoque de provisión de fondos no fue lo único que cambió Ceará en 2007. Como señaló la vicegobernadora Izolda Cela durante una visita del Banco Mundial al estado a principios de 2020, “no sirve decirles a las personas que hay un lingote de oro al otro lado de la piscina si no saben nadar”. Para ayudar a los municipios, el estado se encarga de lo siguiente:
  • Se ofrece asistencia técnica en el marco de una iniciativa de alfabetización en curso.

  • Las escuelas reciben materiales didácticos que definen una clara rutina de clases y asignan prioridad a capacidades básicas, especialmente la alfabetización en los primeros grados.

  • Los docentes se someten a una capacitación periódica sobre cómo usar estos materiales, incluidas observaciones de clases con comentarios.

  • Se alienta a las escuelas de alto desempeño a actuar como mentoras de las de bajo desempeño para mejorar sus resultados.

  • Se proporcionan materiales y capacitación a las secretarías de educación municipales con el objetivo de incrementar el tiempo de enseñanza en el aula; se reduce la cantidad de clases multigrado; se adoptan criterios de selección meritocráticos para los directores de escuela; y se ofrecen incentivos financieros y de otro tipo a los docentes cuyos alumnos alcancen los objetivos de alfabetización.

¿Cuáles son algunos de los requisitos necesarios para que este modelo funcione?

Los municipios deben hacerse responsables de las escuelas y empoderarse. A diferencia de la mayor parte de los estados brasileños, Ceará ha transferido la gestión de prácticamente todas las escuelas públicas primarias y del primer ciclo de secundaria a los gobiernos municipales, y les ha dado la autonomía para decidir qué estrategias funcionan mejor para ellos.

Además, el estado necesitaba tener la capacidad de medir esos resultados de manera creíble y transparente. Y lo que es más importante, esto significaba medir los resultados de aprendizaje de los alumnos. En Brasil se realizan evaluaciones nacionales en quinto y noveno grado, pero las autoridades de Ceará, luego de observar los escasos resultados de quinto grado, incorporaron una evaluación anual del nivel de alfabetización en alumnos de segundo grado.

 

Como sabemos aquellos que trabajamos para mejorar los resultados en materia de educación, no hay soluciones simples y universales. En nuestra búsqueda de respuestas, a menudo nos centramos en lo que están haciendo actualmente los países con mejores resultados en las evaluaciones internacionales, como Singapur, Corea del Sur y Finlandia. Sin embargo, estos países emprendieron planes de reforma y los mantuvieron durante décadas.

El caso de Ceará ofrece la oportunidad de observar en tiempo real el modo en que un estado pobre con un sistema escolar de gran tamaño está eliminando prácticamente el problema del abandono escolar  y mejorando ostensiblemente el nivel de aprendizaje. Si no estuviéramos atravesando esta pandemia de COVID-19, les recomendaría un viaje de estudio a Ceará. En cambio, les propongo hacer un viaje virtual a través de una publicación (i) reciente del Banco Mundial.


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