Los garífunas y su papel en el desarrollo de Honduras

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Hace 217 años llegaban los primeros afrodescendientes a Honduras.  Aquellos garífunas, unos 5.080, procedentes de la isla de San Vicente, desembarcaron en la isla de Roatán, hoy uno de los sitios turísticos más importantes del país.

Desde ese 12 de abril de 1797, la presencia garífuna en el país ha aumentado, y en la actualidad se estima que representan el 10% de los ocho millones de habitantes que tiene Honduras, según declaraciones del presidente de la Organización de Desarrollo Étnico Comunitario (Odeco), Céleo Álvarez, a la agencia EFE en abril de este año.

Si bien estas comunidades, descendientes de los esclavos traídos de África y los caribeños indígenas, han visto mejorar su situación en algunos aspectos, todavía existen retos pendientes. Para evaluar estos desafíos, participé el pasado 21 de agosto, en un evento para conmemorar el 3er aniversario de la Primera Cumbre Mundial de Afrodescendientes, que tuvo lugar en La Ceiba.

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Durante el encuentro enfatizamos en la necesidad de lograr la inclusión social y económica de estos pueblos como paso necesario para obtener una prosperidad para todos los ciudadanos de Honduras. Pues si bien es cierto que se ha avanzado en la reducción de la pobreza extrema, todavía existen poblaciones que siguen excluidas de los logros en materia de desarrollo. Es por ello que resulta urgente resolver el problema de la exclusión.

No hacerlo resulta costoso para los países y además limita su potencial de productividad y desarrollo. De acuerdo a un estudio reciente del Banco Mundial, la exclusión social puede conducir a una posición social más baja, acompañada por menores ingresos, menos aportes de capital humano, menos acceso al empleo y servicios, así como menos poder de opinar en la toma de decisiones a escala local y nacional.

El informe “Inclusión social, clave de la prosperidad compartida para todos”, también recuerda que a los grupos excluidos se les niegan las oportunidades. Pues tienen significativamente menos probabilidades de recibir los beneficios de las inversiones para el desarrollo.

Lo más importante, y la buena noticia, es que  la inclusión puede planificarse y lograrse, de forma que estas comunidades se desarrollen socialmente, culturalmente, y también económicamente.

No es un proceso rápido. Exige tiempo y compromiso. Un compromiso que en el Banco Mundial asumimos y que esperamos que sirva para que el futuro de este pueblo se presente con menos retos. Y que así, cada 12 de abril se pueda celebrar la llegada del pueblo garífuna al país, y además su contribución a favor del desarrollo de Honduras. 
 


Autores

Giorgio Valentini

Representante del Banco Mundial en Honduras

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