Recientemente me topé con una situación desconcertante que, desafortunadamente, he visto varias veces a lo largo de mi carrera: curvas de crecimiento estancadas en los niños, lo cual me preocupa aún más en el actual contexto de precios de los alimentos crecientes e inestabilidad económica a nivel mundial.
Fui testigo de estos hechos como parte de una misión de supervisión para un programa de nutrición respaldado por el Banco en la remota comunidad de montaña de Chinacla en Honduras.
La pequeña Ana, de veinte meses de edad, (en la foto) no ha subido de peso en los últimos ocho meses, y su curva de crecimiento muestra de manera sistemática que sufre de desnutrición. Está pálida, muestra signos de cansancio, y no puede llevar a cabo una tarea tan simple como garabatear en un papel.
La madre de Ana, que apenas supera el metro y medio de estatura, escucha a la voluntaria con ojos llorosos, mientras jura que sigue sus indicaciones de alimentar regularmente a su niña. La voluntaria dice que la pequeña niña ya ha sido derivada a la clínica en varias ocasiones, pero que el doctor dice que se encuentra en buen estado. La madre de Ana la ha estado llevando sin falta a sus sesiones mensuales de educación para la salud, donde se le toma el peso y evalúa su desarrollo motriz y cognitivo. ¿Por qué no sube, entonces, de peso?
De alguna forma, Ana no está recibiendo la atención que necesita. Ya sea más alimentos, más vitaminas y minerales, el tratamiento de una infección o enfermedad subyacente, o simplemente una mejor atención en el hogar, de alguna manera el sistema de salud no ha sido capaz de responder de forma adecuada a su problema de falta de peso.
Desafortunadamente, el caso de Ana no es excepcional. Honduras enfrenta un alto nivel de desnutrición crónica. En algunas de las comunidades más pobres del país, uno de cada dos niños son muy bajos para su edad. Por otro lado, la tasa de sobrepeso infantil del país aumentó de manera significativa en los últimos años. Como en muchos países de América Latina, cada vez más niños hondureños son “bajos y regordetes”.
La desnutrición crónica en Honduras es aún más elevada que en Haití, el país más pobre del Hemisferio Occidental. Esta situación tiene un impacto desastroso sobre el crecimiento humano y económico, contribuyendo a mantener al país sumido en la pobreza. Las pérdidas en el PIB del país debidas a la subnutrición se estima llegan a US$400 millones (alrededor de 2 o 3 por ciento del PIB del país, de acuerdo a cifras del Banco Mundial.
En un contexto de precios de los alimentos elevados e inestabilidad económica mundial, es imperativo proteger a los más pobres y vulnerables, en especial mujeres y niños. En momentos difíciles, las familias pobres pasan de consumir alimentos nutritivos a fuentes más baratas de calorías como las grasas y los azúcares simples.
Los efectos son especialmente severos en lo niños más pequeños: cuando las madres se ven expuestas a precios de los alimentos elevados, sus hijos se atrofian cada vez más, como se muestra en varios estudios. Esto deriva en pérdidas en el desarrollo de capital humano (incluyendo capacidades cognitivas) que son imposibles de recuperar más adelante.
Sin embargo, la inversión actual para mejorar la nutrición no llega a ser suficiente. Al igual que en muchos países en desarrollo, los doctores hondureños están capacitados para tratar casos severos de desnutrición, no para detectar y prevenir los efectos irreversibles del hambre oculta. Las presentes operaciones nutricionales en el país podrían ser mucho más efectivas si se alineasen con las más recientes recomendaciones internacionales, tales como el monitoreo regular de la talla de los niños, y el uso de las más recientes curvas de crecimiento de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Esta situación ha sido el catalizador para que el Gobierno y el Banco Mundial entren en acción. En Honduras, el Banco Mundial brinda apoyo al programa Atención Integral a la Niñez en la Comunidad (AIN-C) como parte de un compromiso de US$20 millones iniciado en 2005. AIN-C brinda a las familias, comunidades y autoridades municipales la posibilidad de que reconozcan el crecimiento y el desarrollo de los niños como un indicador de salud, bienestar y desarrollo. Actualmente, esta estrategia se está implementando en más de mil comunidades, beneficiando a casi 16.000 niños. Diseñado en la década de 1990, el Programa AIN-C de Honduras es visto como un modelo exitoso y de bajo costo para prevenir la desnutrición en la región.
Esta iniciativa tiene un fuerte componente educativo que apunta a concientizar sobre los peligros de la desnutrición y asegurar la sustentabilidad de las inversiones en los Proyectos de Protección Nutricional y Social del Banco. A este efecto, el Banco recientemente creó este video: “Mi futuro en mis primeros centímetros” en colaboración con la Secretaría de Salud de Honduras.
Entre otras cosas, el video recalca el hecho de que todos los niños – en todo el mundo – tienen el mismo potencial de crecimiento si se les proporciona la nutrición apropiada crítica para el desarrollo durante los primeros dos años de su vida.
Este video ha tenido un impacto significativo en audiencias claves, incluyendo a diseñadores de políticas hondureños. “Este video me llegó directamente al corazón”, dijo el Ministro de Salud Arthur Benda. “Ahora más que nunca estoy convencido de que todos los niños tienen el mismo potencial de crecimiento, no importa su origen étnico o cultural. La diferencia depende de la calidad de los servicios nutricionales que reciban y de la participación y compromiso de los padres con la atención de sus hijos.”
Como resultado de la ayuda del Banco Mundial y de la influencia de este video, el Programa AIN-C prevé alinear sus operaciones con la evidencia científica más avanzada.
Los niños hondureños como Ana necesitan: que se utilicen los estándares de crecimiento de la OMS para medir de manera regular la estatura de los niños, un uso más efectivo de los suplementos nutricionales, una mejora del sistema de supervisión para que los niños con raquitismo reciban ayuda inmediata, y la ampliación del programa para promover una buena nutrición entre las madres embarazadas.
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