La COVID-19 acelera la adopción de tecnología y profundiza la desigualdad entre trabajadores en America Latina y el Caribe

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La Organización Internacional del Trabajo estima que debido a la pandemia se han perdido hasta 47 millones de empleos en América Latina y el Caribe. Nuestras encuestas por teléfono sugieren que muchas más familias reciben menos ingresos debido a la caída generalizada del consumo y a la reducción en horas trabajadas. ¿Eres tú uno de ellos?

Y las noticias no mejoran. La COVID-19 está acelerando algunas tendencias preexistentes en el mercado laboral: la adopción de nuevas tecnologías, y la profundización de la desigualdad de ingresos . ¿Qué podemos hacer?

Quiero compartir algunas ideas sobre dónde estamos ahora y como los países de la región pueden convertir este panorama oscuro en oportunidades para fortalecer el mercado laborar en toda la región.

Software, robots, y soluciones digitales

Aún antes de la pandemia, muchos economistas habían identificado a la automatización y la adopción de nuevas tecnologías como los principales motores del cambio en el mercado laboral y en la naturaleza del trabajo. Evidencia reciente demuestra que muchas empresas respondieron a la crisis adoptando más tecnología. En este sentido, una nueva investigación del Banco Mundial asegura que “alrededor del 34 % de las empresas han aumentado (cerca del 22 %) o empezado (cerca del 8%) el uso de internet, redes sociales, y plataformas digitales ; y un 17 % de las empresas invirtieron en nuevos equipos, software, o soluciones digitales como respuesta a la pandemia”.

 

Gráfico: Figura: Fracción de empresas según respuesta al shock

Figura: Fracción de empresas según respuesta al shock

 

Al mismo tiempo, la revista National Geographic reporta que la demanda por robots ha aumentado alrededor del mundo. Según la organización Robotics for Infectious Diseases, a principios de julio del año pasado había robots de todo tipo ayudando en la pelea contra la pandemia en al menos 33 países.

En parte toda esta nueva tecnología refleja los esfuerzos por acomodar el teletrabajo y el trabajo remoto, pero las inversiones en nuevo equipamiento, software, y soluciones digitales también sugieren que ciertas tendencias que existían antes de la pandemia se han acelerado  y que muchos empleos que se perdieron durante la pandemia quizás no se recuperen.

Los trabajadores serán reemplazados

A medida que las empresas incorporan nuevas tecnologías, el mercado laboral entra cada vez más rápido en el espacio digital , ya sea mediante el teletrabajo u ofreciendo horas de trabajo a través de las plataformas digitales.

Estos cambios afectan a los trabajadores de manera diferente. Aquellos que trabajan en puestos que son intensivos en tareas rutinarias manuales (como obreros en las fábricas) o tareas rutinarias cognitivas (secretarias y administrativos) están siendo reemplazados rápidamente por máquinas y software.

Esta transformación, conocida en la literatura económica como Cambio Tecnológico con Sesgo Anti-Rutinario, está bien documentada en los países avanzados. En nuestro nuevo informe “Efecto Viral: COVID-19 y la Transformación Acelerada del Empleo en América Latina y el Caribe” mostramos que estos cambios se estaban produciendo en la región latinoamericana también.

Lamentablemente, la crisis ha profundizado la desigualdad en una de las regiones más desiguales del planeta. Como en el resto del mundo, solo un segmento de la fuerza laboral fue capaz de trabajar de forma remota: la gente de mayor nivel educativo y de ingresos más altos. Según una nueva encuesta del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y la Universidad de Cornell, los miembros de los hogares más pobres tienen una probabilidad tres veces mayor de perder su empleo que los de los hogares más ricos.

¿Qué se puede hacer?

Por un lado, la respuesta de los gobiernos en la región ha sido en general bastante fuerte, alcanzando a millones con apoyos económicos. Pero si bien los trabajadores en el sector formal se han beneficiado de la protección de sus empleos o de sus ingresos, los trabajadores informales han tenido que arriesgar su salud y/o depender de las transferencias del gobierno. Además, las respuestas de los gobiernos no atacan las raíces de la desigualdad y los efectos profundos que tendrá el aumento en la incorporación de tecnología y la digitalización del mercado laboral.

Desde ya se puede ver que los costos de la exclusión digital han aumentado. El acceso a plataformas digitales permite iniciar nuevos emprendimientos y abre más oportunidades de trabajo, ya sea para encontrar nuevo empleo o para ofrecer horas adicionales de trabajo para complementar el ingreso familiar. Pero su ausencia puede aumentar la desigualdad, dejando rezagados a los hogares más pobres o los que están en regiones geográficamente más remotas.

Los gobiernos necesitan invertir en infraestructura digital para proveer acceso confiable y asequible a los mas de 244 millones de latinoamericanos que aún no tiene acceso a la internet.

Además, los gobiernos deben considerar las reglas, protecciones y regulaciones que han de regir el mercado laboral digital. Este debate no está cerrado, ni siquiera en los países más avanzados. Por ejemplo, en algunos países, la discusión se centra en si clasificar a los trabajadores ocasionales (gig workers) como empleados o como contratistas independientes.

Los responsables de políticas deben balancear la flexibilidad y la capacidad de crear empleos del mercado laboral digital con la necesidad de proteger a los trabajadores  y expandir la cobertura de las redes de protección social. 

No hay respuestas fáciles y sencillas. Pero hay una oportunidad de salir de esta crisis con una nueva economía digital que incorpore más trabajadores en el sector formal y expanda la red de protección social a los hogares vulnerables.

 

 


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