El dato del crecimiento económico de un país genera con frecuencia mucho interés. Ocupa espacios en la prensa y en análisis económicos y es una referencia de aspiración para tomadores de decisiones en los sectores público y privado. Pero hay que ir más allá del dato y prestar mayor atención a las características de ese crecimiento: ¿está ayudando a acercarse a las economías más avanzadas? ¿Beneficia a más personas? ¿Puede adaptarse ante adversidades? ¿Es un crecimiento que cuenta con las características de “la trilogía ideal”, es decir que es dinámico, inclusivo y sostenible?
América Central y la República Dominicana tienen un buen récord en crecimiento económico. Entre 1991 y 2019, América Central creció en promedio un 4,5% por año y la República Dominicana un 5,3% entre 1993 y 2018. Avanzaron a un mayor ritmo que el resto de América Latina y el Caribe durante las últimas tres décadas e, incluso, más que el promedio anual de los países de la OCDE.
Lamentablemente, ese crecimiento no fue suficiente para que América Central y la República Dominicana cerraran la brecha con los países más ricos. Por ejemplo, el ingreso per cápita en la mayoría de los países de la región ha estado desde hace 70 años por debajo del 20% del ingreso per cápita en Estados Unidos. En cambio, otras regiones sí han cerrado su brecha: el ingreso per cápita en Asia oriental y el Pacífico pasó del 10% en 1950 al 30% actual del ingreso de Estados Unidos y los países de Europa del Este saltaron desde un nivel similar a alrededor del 40% del ingreso de Estados Unidos.
Ese crecimiento también resultó insuficiente para reducir sustancialmente la pobreza y la desigualdad en América Central y la República Dominicana. Alrededor de 1 de cada 3 centroamericanos vivía en pobreza antes de la pandemia y los países de la región -excepto El Salvador y República Dominicana- están entre los más desiguales del hemisferio.
La buena noticia es que ahora los países se recuperan de la severa recesión de 2020 y registran un sólido crecimiento. Es justo el momento para repensar el futuro de América Central y la República Dominicana y proponerse un crecimiento económico mayor y mejor, que le ponga fin a la pobreza y traiga más prosperidad para todos. Un crecimiento económico que cumpla con la trilogía ideal: dinámico, inclusivo y sostenible.
Hacia la trilogía ideal del crecimiento
• Un crecimiento dinámico, con economías y fuerzas laborales cada vez más productivas. Será posible si se invierte en innovación y se implementan estrategias para que los países ofrezcan y exporten productos y servicios más sofisticados y diversos. Requerirá fortalecer las capacidades de empresas y trabajadores y continuar mejorando los entornos para los negocios. La agenda regional de facilitación de comercio también resulta clave. El Banco Mundial estima que, si se implementan plenamente los acuerdos de facilitación del comercio de la OMC, se reducirían en un 15% los costos para el comercio, que actualmente son muy altos en la región. Esto llevaría a un aumento del PIB regional de 4,3% para 2030. Si se amplía esta reducción de costos comerciales a México, el comercio con México crecería 130% y el PIB regional aumentaría en 6,7% para 2030.
• Un crecimiento inclusivo, con oportunidades para toda la población y en particular para los más pobres. Si se invierte más y mejor en capital humano y en provisión de servicios básicos, más personas tendrán acceso a educación y salud de calidad, pero también se reducirán las brechas de conocimientos y habilidades, lo que fortalecerá la productividad y la capacidad innovadora de la fuerza laboral. La inversión en capital humano es indispensable además para fomentar el desarrollo de industrias modernas que ocupen a más trabajadores calificados. La región necesita también medidas para formalizar a la mano de obra que actualmente está en la economía informal y ampliar la participación de mujeres y jóvenes en el mercado laboral.
• Un crecimiento sostenible, que pueda adaptarse y afrontar adversidades económicas o climáticas. Se necesitan inversiones públicas y privadas que reduzcan las brechas de infraestructura física y digital. Será clave que estas inversiones sean resilientes ante desastres, reduzcan la exposición de personas y países a riesgos naturales o económicos, y eliminen o mitiguen los efectos secundarios de actividades económicas que amenacen el ambiente y el crecimiento futuro. América Central y la República Dominicana tienen amplia oportunidad también para fortalecer sus instituciones y el estado de derecho, incluyendo la transparencia y la eficacia de los gobiernos. Todo esto ayudará a promover la competitividad de la región en los mercados globales y aumentar sus oportunidades para atraer negocios e inversión de calidad.
En el Banco Mundial estamos comprometidos a trabajar con gobiernos, iniciativa privada, sociedad civil, organizaciones comunitarias, jóvenes, mujeres, pueblos indígenas y socios de la comunidad internacional para repensar el futuro de América Central y de la República Dominicana. Un futuro con un crecimiento dinámico, inclusivo y sostenible.
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