La violencia de género constituye un importante problema de salud pública y en términos de la representación y la capacidad de acción de las mujeres en toda la región de América Latina y el Caribe. La ampliación de los conocimientos sobre las medidas de prevención y de respuesta ante la violencia de género es una de las principales áreas temáticas del Laboratorio de Innovación de Género para América Latina y el Caribe del Banco Mundial.
Aunque algunas mujeres pueden actuar con violencia en sus relaciones con los hombres, y existen casos de violencia entre parejas del mismo sexo, los agresores más comunes son compañeros íntimos hombres. A nivel mundial, la forma más común de violencia de los hombres contra las mujeres es la infligida por la pareja.
En una revisión sistemática y un reanálisis de los datos realizado por la Organización Panamericana de la Salud (OPS) se señala que, al contrario de lo que suele suponerse, las mujeres de la región andina reportan más casos de violencia infligida por la pareja que las mujeres de América Central.
La violencia infligida por la pareja (VP) tiene efectos profundos y duraderos. Los datos de las encuestas de población en América Latina y el Caribe indican que los niños y las niñas que viven en hogares donde las mujeres sufren violencia infligida por su pareja tienen mayor probabilidad de padecer violencia física.
En Bolivia y Colombia —dos de los países con mayor prevalencia de VP física o sexual en la región — el 48 % y el 61 % de las mujeres, respectivamente, declara que los niños y las niñas de sus hogares son castigados con golpes, palizas, bofetadas o palmadas. Este maltrato tiene repercusiones en la salud mental y física a largo plazo.
En casi todos los países de la región para los que hay encuestas representativas a nivel nacional, se observa que más del 40 % de los niños y las niñas sufrieron castigos violentos en el mes anterior y que, por lo general, el porcentaje es mayor en el caso de los chicos.
La evidencia empírica sobre efectividad de medidas para prevenir y responder ante este tipo de violencia es fragmentada en América Latina y el Caribe y especialmente exigua en los países andinos.
En un análisis sistemático de estudios (2014) se determinó que la región representa menos del 2 % de las acciones que tienen por objeto reducir la violencia de género y que han sido sujetas a una evaluación rigurosa. Esto implica que la evidencia sobre la efectividad de las intervenciones para prevenir y reducir la violencia de género no solo es escasa, sino que también está fragmentada.
No obstante, el creciente cúmulo de acciones sujetas a evaluación rigurosa en otros contextos indica que es posible prevenir la violencia contra las mujeres y las niñas. Los enfoques integrales en los que participan diversos actores y sectores durante períodos de tiempo prolongados generan resultados más positivos. Las intervenciones en las que participan mujeres y hombres de diversas edades y clases sociales y en las que se aplican múltiples actividades como parte de una misma intervención pueden generar reducciones significativas de la violencia. Varias modalidades de programas de visitas domiciliarias y actividades de asistencia por parte de profesionales de la salud encaminadas a asistir a mujeres en situación de riesgo de violencia de pareja han sido efectivas en reducir la victimización en países de ingreso alto y se podrían adaptar, probar y aplicar de forma experimental en la región.
Los estudios de investigación e intervenciones financiadas por la Feria del Desarrollo: Innovaciones para Abordar el Problema de la Violencia de Género son prometedoras. En Perú, la Universidad Cayetano Heredia incorporó un nuevo enfoque para prevenir la violencia de pareja a través de la creación e implementación del Programa de hombres que renuncian a su violencia, impulsado por el Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables. El programa busca promover la participación de hombres en la prevención de la violencia de género y ha servido como base para diseñar actividades de capacitación y políticas públicas. Hoy en día, el programa forma parte de los servicios integrales que ofrece la Municipalidad de Lima.
En Colombia se está llevando a cabo una evaluación del impacto a mediano y largo plazo que estudia el programa de madres adolescentes de la Fundación Juanfe. El programa, denominado Modelo 360 Grados, abarca la salud física, emocional y psicológica, y la educación, con el objetivo de proporcionar apoyo integral a las madres adolescentes que corren riesgo de convertirse en víctimas de la violencia.
En Honduras, YTH y el Programa GOJoven Internacional del Instituto de Salud Pública y GOJoven han puesto en marcha una iniciativa para reducir la violencia en noviazgos adolescentes. Así mismo, están estudiando el impacto de ZonaSegura, una aplicación móvil y campaña de mensajes de WhatsApp que tiene como objetivo prevenir la violencia en el noviazgo a través de la provisión de información preventiva, educación sobre relaciones saludables y enlaces a servicios y recursos sobre la violencia en noviazgos adolescentes.
El empoderamiento económico es una de las áreas de intervención en las que más estudios se han llevado a cabo tanto en América Latina como en otras regiones. El Instituto Internacional de Investigaciones sobre Políticas Alimentarias (IIPA), con el respaldo de la Feria del Desarrollo: Innovaciones para Abordar el Problema de la Violencia de Género, evaluó la efectividad de un programa que proporcionaba transferencias monetarias o de alimentos a mujeres pobres de zonas rurales de Bangladesh en conjunto con información para promover un cambio de conducta alimentaria. Los resultados del estudio indican que al cabo de 6-10 meses después de iniciar el programa, esta combinación redujo la violencia de pareja en un 26% en comparación con el grupo de control o el grupo que solo recibió las transferencias. Un programa similar en Ecuador que combinaba transferencias monetarias, vales y alimentos, así como capacitación en materia de nutrición, redujo entre un 19 % y un 30 % los comportamientos controladores y la violencia física o sexual que sufrían las mujeres a manos de su pareja.
Es necesario prestar más atención a la identificación de acciones que aborden las desigualdades de género y las actitudes que condonan la violencia . Por este motivo, el Laboratorio de Innovación de Género para América Latina y el Caribe del Banco Mundial pretende estudiar el papel que desempeñan las normas sociales en la perpetuación de las brechas de género existentes e intenta promover herramientas e instrumentos que puedan generar cambios en el comportamiento. Esta una labor necesaria y, además urgente, que permitirá proporcionar la información necesaria a los responsables de formular políticas públicas para promover la igualdad de género e impulsar cambios en la región.
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