Mirando a Colombia a través del lente de paz

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El Día Internacional de la Paz se celebra el 21 de septiembre. Luego de 50 años de guerra civil, finalmente tenemos un Día Nacional de la Paz para celebrar también en Colombia.
 
Colombia alcanzó un punto de inflexión del 24 de noviembre de 2016 cuando el presidente Juan Manuel Santos y el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC-EP), Rodrigo Londoño Echeverri, firmaron un acuerdo de paz histórico en el Teatro Colón de Bogotá.
 
Pero esto es algo más que un acuerdo de paz del montón, es uno de los acuerdos más amplios que Colombia —o el mundo— haya visto en muchos años. Y hay buenas razones para ello...
 
Como resultado de una de las guerras civiles más prolongadas de la época moderna, Colombia alberga más de ocho millones de víctimas de un conflicto y la mayor población de desplazados internos del mundo. También es sede de algunos de los movimientos rebeldes activos más antiguos de América Latina y el Caribe.
 
Dadas estas circunstancias, cualquier acuerdo de paz creíble tenía que abordar aquellos temas que han atormentado a Colombia por más de un siglo: la relación entre ámbito urbano y rural, mecanismos y garantías para la participación política, el problema de cultivos y drogas ilícitas, acceso a la tierra, y temas en torno a víctimas y combatientes, entre otros. 
 
En el fondo, este es un acuerdo sobre seguridad ciudadana, justicia y puestos de trabajo, los mismos temas que definieron el Informe sobre Desarrollo Mundial: Conflictos, Seguridad y Desarrollo de 2011 del Banco Mundial.
 
Como uno de los socios para el desarrollo más importantes de Colombia, el Banco Mundial comparte objetivos comunes con el país en términos de erradicar la pobreza extrema y promover un crecimiento compartido e inclusivo. En los últimos diez años, la inversión del Banco en Colombia creció de manera continua, dando como resultado la cartera de préstamos más grande de América Latina y el Caribe, y una de las más grandes del mundo para el Banco.
 
Dado el momento histórico, el gobierno nacional le solicitó al Banco Mundial integrar una temática transversal en cada actividad que lleva a cabo en Colombia: apoyar la consolidación de la paz.
 
Y así comenzó el desafío conceptual.
 
Para resolver este problema, nuestro equipo en Colombia y nuestra Unidad Global en temas Sociales, Urbanos, Rurales y de Resiliencia desarrolló e implementó una metodología que permitiera la inclusión de sensibilidad ante el conflicto en el diseño de todos los proyectos.
 
Lo denominamos el ‘Lente de paz’.
 
El desarrollo de este Lente de paz implica un proceso continuo de aprendizaje e investigación en torno a la historia de los conflictos en Colombia así como el monitoreo de los cambios en la dinámica en las diferentes partes del país durante la etapas iniciales de la implementación del acuerdo de paz.
 
La metodología fue articulada alrededor de siete dimensiones clave: 
  1. Un foco territorial que represente a las diferentes regiones del país
  2. Los efectos de los conflictos armados en estas regiones
  3. La presencia de grupos armados ilegales en el territorio
  4. El impacto de las economías ilegales en las regiones
  5. La presencia del Estado y la sociedad civil
  6. El compromiso por consolidar la paz en cada territorio, y
  7. Los riesgos de reanudación de la violencia en cada región. 
El Lente de paz permitió la inclusión de consideraciones inherentes a la consolidación de la paz en el diseño e implementación de todos los proyectos del Banco Mundial en Colombia, manteniendo a su vez el foco puesto en las diferentes áreas temáticas prioritarias. Por ejemplo, un proyecto de apoyo a la educación terciaria ha sido adaptado para favorecer a las víctimas del conflicto y otras poblaciones vulnerables, mientras que un programa para el desarrollo sostenible bajo en carbono emplea a ex combatientes como guardaparques en el monitoreo de la deforestación. 
 
El Lente de paz difiere de antiguos filtros por conflicto dado que no solo intenta evitar ‘hacer mal’, sino en su lugar, busca asegurar que todas las intervenciones estén ‘haciendo bien’, realizando un aporte positivo a la construcción de la paz, más allá del tipo de inversión o afiliación sectorial.
 
De última, el Lente de paz ayuda a alcanzar un objetivo muy valioso: ¡que todo el trabajo de desarrollo en Colombia contribuya a la construcción de la paz!
 
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Autores

Marcelo Jorge Fabre

Especialista senior en temas de violencia y conflicto

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