No hay nada de "natural" en los desastres naturales

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En los últimos meses hemos visto suceder eventos de la Naturaleza que se han derivado en grandes desastres con un trágico costo. Desde los deslizamientos en Río de Janeiro, en noviembre, hasta el tsunami de marzo en Japón y, sin ir muy lejos, los tornados que asolaron hace poco vastos trechos de Missouri, los "desastres naturales" están a la orden del día.

Es decir, lo que algunos llaman "desastres naturales". Pero este es el término que me gustaría definir. La verdad es que no hay nada natural en un desastre. Los "desastres naturales" se extinguieron con los dinosaurios, es decir antes de que el planeta fuera poblado por la raza humana. Lo único "natural" es el evento en sí: sea erupción volcánica, terremoto, huracán, lluvias, u otros. El desastre se presenta cuando permitimos el crecimiento de las ciudades e infraestructura con poca planificación y sin tomar en cuenta su interacción con el ambiente. Hemos construido ciudades en medio de lechos de ríos, en laderas y ángulos que desafían las leyes de gravedad, hemos intervenido en la naturaleza cortando bosques y vegetación.

Pregunto: ¿es un desastre para la sociedad si un huracán de Categoría 5 nace y muere en medio del Océano Atlántico? ¿O si un terremoto de gran magnitud ocurre en el desierto del Sahara? ¿O si tempestades de nieve azotan la cima de los Andes? Desde mi punto de vista creo que no.
Por contraste, un terremoto como el ocurrió en Haití, o los deslizamientos en las precarias laderas habitadas de la Regiao Serrana, sí se constituyen en trágicas catástrofes, con un saldo de miles de muertes, como hemos visto.

De acuerdo a las Naciones Unidas, un tercio de la población rural de América Latina y el Caribe -unas 150 millones de personas- viven en barrios marginales, que son zonas altamente vulnerables a los desastres.

Hace falta un esfuerzo mayor para informar que el problema de los desastres es la falta de planificación y el rezago en la agenda de desarrollo regional. La cobertura noticiosa a veces no ayuda porque enfatiza el carácter impredecible de las catástrofes. Esto ha dado pie a argumentos políticos para dejar de lado la prevención, pues dado que es algo "externo" a nuestro mundo o va más allá de nuestro control, no hay nada que podamos hacer. ¡Falso! Ahora bien, cabe la aclaración de que muchos países de América Latina y el Caribe vienen trabajando este tema de manera responsable. El Banco Mundial está acompañando estas iniciativas con asesoría técnica y respaldo financiero para la prevención de riesgo en lugares como Haití, Brasil, El Salvador, Perú por mencionar ejemplos recientes. Allí se han establecido programas de construcción de viviendas e infraestructura más segura, capacitación en el manejo de riesgo de desastres y prevención pura a través de mecanismos de financiamiento de contingencia (CAT DDO).

Los desastres no respetan fronteras, razas ni estratos sociales, sin embargo afectan desproporcionalmente a los pobres y a los países en desarrollo. De acuerdo a estadísticas del Banco Mundial, 95 por ciento del total de muertes por desastres ocurren en países en desarrollo. Frecuentemente por la falta de opciones y de una buena planificación de nuestras ciudades, los pobres tienen que vivir en los lugares más riesgosos. Es aquí donde la responsabilidad de nuestros gobernantes y de los ciudadanos entra a tallar. No hay más excusas en el sentido de que los desastres son "naturales" o "castigos" de la Naturaleza. Sólo son castigos en tanto causan un gran dolor, pero pueden ser evitados o en su mayor parte reducidos.

Es hora de dejar de lado pensamientos pre-históricos y enfrentar este desafío tan latente. Todo el mundo, y en especial los países en desarrollo, tenemos que generar estrategias de desarrollo sostenible. Sólo considerando evitar nuevos riesgos, reducir los riesgos existentes y adaptándonos a los efectos negativos del cambio climático, podremos estar más seguros de que las inversiones, las ciudades, y principalmente nuestras vidas tendrán un futuro más promisorio.

 


Autores

Joaquín Toro

Especialista líder en gestión de riesgo de desastres

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