Las vacunas son una de las herramientas más poderosas en la historia de la salud pública y han permitido disminuir de manera significativa la mortalidad infantil desde mediados del siglo XX. Sin embargo, como nunca antes, las familias de todo el mundo han visto interrumpida la vacunación programática o de rutina debido a la pandemia de COVID-19. Esto quiere decir que tanto niños como adultos han dejado de recibir vacunas esenciales para mantenerse protegidos contra enfermedades prevenibles.
Por ejemplo, en países como el Líbano la vacunación de rutina se redujo en promedio un 31%, mientras que en Estados Unidos, la vacunación contra el sarampión, paperas y rubeola cayó hasta un 63% para niños y niñas de 2 a 8 años de edad.
Actualmente, la atención se centra mayoritariamente en el avance del proceso de vacunación contra la COVID-19, pero las muertes evitables y consecuencias causadas a niños y adultos que no han recibido las vacunas contra otras enfermedades transmisibles podrían ser mucho mayores que las de la pandemia.
En efecto, la Organización Mundial de la Salud (OMS) estimó en menos del 20% la probabilidad de que un niño nacido en 2020 haya recibido todas las vacunas recomendadas para cuando cumpla los cinco años. Esta situación podría revertir avances históricos en el control e incluso en la erradicación de enfermedades prevenibles a través de la vacunación.
¿Qué pueden hacer los países para minimizar el impacto de la pandemia de COVID-19 en la vacunación de rutina? La OMS difundió recomendaciones para las actividades de inmunización durante la pandemia y la experiencia de Chile puede entregar algunas buenas prácticas a considerar.
La vacunación de rutina en Chile durante la pandemia de COVID-19
Si bien en Chile la vacunación de rutina experimentó una caída durante el año 2020, en comparación con el promedio de coberturas 2015-2019 las bajas no superaron el 12% en el peor caso. Esto se debe, principalmente a la existencia de un robusto Programa Nacional de Inmunizaciones (PNI).
Este programa existe en el país desde 1978 y define a las vacunas como un bien público, por lo que son entregadas a todos los habitantes sin distinción para su protección frente a enfermedades inmunoprevenibles relevantes para la salud pública. En esta línea, y por resultar fundamental para la protección y prevención de brotes de otras enfermedades, las recomendaciones emitidas por el Ministerio de Salud (MINSAL) en junio de 2020 se dirigían a mantener la vacunación de rutina mientras las medidas para el control de la transmisión de SARS-CoV-2 lo permitieran.
A nivel interregional, en Chile se crearon centros de operación logística para la coordinación y gestión de los servicios de vacunación, distintos a los centros de salud, al mismo tiempo que a nivel local, hay flexibilidad para desarrollar innovaciones que se ajusten a la realidad en terreno, como la del Hospital de Coinco que implementó un servicio de vacunas de rutina a domicilio para los niños menores de 18 meses.
De manera importante, la vacunación programática no sufrió de reducciones de personal de salud. Esto se debió a que el MINSAL aumentó el recurso humano dirigido a los servicios de inmunización, tanto vacunación COVID-19 como otras campañas. Por ejemplo, a través del programa Fortalecimiento de Recurso Humano en Atención Primaria de la Red Asistencial, se inyectaron más de USD 100.000 a inicios de 2021 a la atención primaria de salud para la contratación de personal, dotación para extensión horaria y días festivos, viáticos, movilización y pago de horas extraordinarias de la vacunación en terreno, junto con la adquisición de artículos e insumos en el área logística y cadena de frío.
En cuanto a vacunación escolar, la Región de Magallanes y Antártica Chilena, la más austral del país, es un buen ejemplo de las iniciativas implementadas. Allí se adecuaron diversos centros públicos y colegios como lugares de vacunación escolar, y cada uno se empalmó con un centro de salud, lo que facilitó la asignación de vacunas y beneficiarios. A través de correos electrónicos, redes sociales y medios de comunicación local, se citó a los alumnos por colegio y curso, evitando aglomeraciones y largas esperas. Cabe resaltar que se mantuvo un protocolo estricto para resguardar las medidas de ingreso, las medidas sanitarias y el registro de los menores a través del Registro Nacional de Inmunizaciones (RNI), el cual permite el seguimiento nominal de todas las personas vacunadas en el país a la largo de su vida.
El futuro de la inmunización
La protección de la población de las enfermedades prevenibles por vacunas es un aspecto que debe ser prioritario en las agendas de salud de todos los países. En el caso de Chile, el Banco Mundial está asesorando al Departamento de Inmunizaciones del MINSAL para analizar la experiencia del PNI con una mirada internacional, buscando informar posibles futuros procesos estratégicos y reformas que permitan la continuidad sostenible de los servicios de inmunización. Esto facilitará la identificación de fortalezas en prácticas de inmunización que pueden servir a otros países de la región o con similares programas de vacunación, junto con oportunidades de crecimiento y mejora a partir del ejercicio comparado con otros programas robustos y de larga trayectoria.
Fortalecer los sistemas de vacunación hoy es más urgente que nunca, no solo para hacer frente a la pandemia de COVID-19, sino que para evitar el resurgimiento de enfermedades ya controladas, eliminadas o erradicadas.
Únase a la conversación