Políticas públicas con un verdadero rostro humano

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Este blog es parte de la serie "Pequeños cambios, grandes impactos: aplicando #cienciasdelcomportamiento al desarrollo"

El otro día olvidé mi celular en casa. Camino a la escuela, mi hija de tres años me preguntó por qué lo había olvidado. “No sé, estaba distraído, supongo”, respondí, sólo para ser confrontado con otro “por qué”. Por supuesto, no se detuvo allí. Después del tercer “por qué” realmente no se me ocurría nada razonable para decir y, lo confieso, las preguntas ya no me parecían divertidas. Sin embargo, este pequeño intercambio resume por qué las ciencias del comportamiento deberían ser usadas en las políticas públicas. ¿Cómo?

Es muy probable que alguna vez se le haya olvidado de algo involuntariamente. Los seres humanos nos olvidamos de las cosas de vez en cuando e incumplimos con nuestras fechas límite sin intención de hacerlo. Realmente intentamos hacer ejercicio, comer sano y perder peso, pero nos resulta difícil hacerlo. Y si hay un salero en la mesa del restaurante somos mucho más propensos a ponerle sal al plato que si no lo hubiera. Tendemos a dejarnos llevar y con frecuencia no pensamos lo suficiente sobre por qué hacemos lo que hacemos. Esta es la razón por la cual los implacables “por qué” de los niños nos parecen encantadores; simplemente no estamos acostumbrados a preguntarnos por qué hacemos ciertas cosas.

Aún más revelador, cuando se nos pregunta, a menudo ni siquiera tenemos una buena intuición de qué está realmente detrás de muchas de nuestras acciones. Esto no sólo se aplica a tareas mundanas como llevar nuestro celular o agregarle sal al plato. Pregúntese cómo llegó a apoyar o estar en desacuerdo con la última reforma de política propuesta por su gobierno. ¿Leyó el proyecto de ley de principio a fin para llegar a su posición, o simplemente apoyó lo que alguien más opinó, tal vez basándose en lo que el periódico o político que le gusta dijo? Adoptar posiciones en base a dichos atajos mentales no es siempre incorrecto. De hecho, tiene mucho sentido para hacer frente a la enorme complejidad que nos rodea. Aplicar las ciencias del comportamiento a las políticas públicas no es más que tomar en serio estas simples verdades.

Hacia la dirección correcta

La buena noticia es que las ciencias del comportamiento están siendo aplicadas en la política pública, también en América Latina. Y una de las lecciones más alentadoras hasta el momento es que pequeños cambios en las políticas públicas pueden tener grandes impactos. En el Perú, una intervención simple pero ingeniosa del Ministerio de Educación, en colaboración con el Banco Mundial y otros organismos, tiene como objetivo cambiar las actitudes de los niños y maestros hacia el aprendizaje al enfatizar que llegar a ser inteligente es algo en lo que cada estudiante puede trabajar. Esto se basa en las publicaciones sobre mentalidad de crecimiento (growth mindset), que destacan que cuando los estudiantes creen que pueden ser más inteligentes, entienden que con esfuerzo pueden mejorar. La iniciativa, que costó sólo 20 centavos de dólar por estudiante, resultó en una mejora de los resultados de las pruebas de los estudiantes de una magnitud considerable.

Este hallazgo es particularmente importante para los grupos socioeconómicos menos privilegiados, que pueden tener una mayor tendencia a considerar la inteligencia como un rasgo inalterable, como muestra una encuesta más exhaustiva realizada en Chile. Y muchas otras intervenciones están siendo exploradas por MineduLab, el laboratorio de innovación del Ministerio de Educación de Perú, para abordar desafíos relacionados con la educación como el ausentismo de los maestros, la motivación de los docentes, mejorar el rendimiento estudiantil, aumentar la participación de los padres y reducir las tasas de deserción escolar.

El Banco Mundial se ha asociado con autoridades de todos los niveles para implementar proyectos en diversos campos. En Guatemala y Costa Rica, conjuntamente con el equipo Behavioural Insights del Reino Unido -el pionero entre las unidades gubernamentales para aplicar ciencias del comportamiento a las políticas públicas-, se logró aumentar el pago de impuestos a través de cartas y mensajes de texto enviados a los contribuyentes. En Costa Rica nos asociamos con el municipio de Belén, así como con la organización ideas42, y mejoramos la conservación de agua al informar a los hogares sobre cómo su consumo de agua se compara con el promedio de su barrio.

 Proyecto de Mejoramiento de los Servicios de Justicia

El método de las ciencias del comportamiento: aprender, probar, adaptar

Una contribución importante de las ciencias del comportamiento a las políticas públicas es el método en sí mismo. Comienza con una definición clara del problema en cuestión, sin ningún supuesto acerca de qué está conduciendo al comportamiento que se analiza. Esto es más fácil de decir que de hacer, ya que a menudo tenemos arraigadas ideas preconcebidas sobre lo que puede estar detrás de los comportamientos. Se sigue con una serie sistemática de "por qués", no muy diferente a la de mi hija de tres años, que debe guiar el análisis y hacer un diagnóstico del comportamiento de los individuos involucrados. Por último, y clave del método, es el énfasis en un proceso iterativo en el que establecemos un sistema que provea de retroalimentación rápida y frecuente para que podamos aprender, probar y adaptar continuamente.

Llevar a cabo un análisis riguroso requiere del tipo de datos administrativos que proporcionan las autoridades fiscales o las pruebas obligatorias de desempeño escolar. Esto es necesario para establecer inequívocamente el impacto causal de intervenciones que a menudo son engañosamente simples y que con frecuencia contradicen el mito de que los grandes problemas siempre requieren grandes soluciones. Al mismo tiempo, mirando hacia el futuro, quizás debamos comenzar a considerar cómo las ciencias del comportamiento pueden también informar a las políticas públicas en áreas que pueden ser importantes, pero donde tal vez no tengamos tantos datos u oportunidades para implementar intervenciones asignadas en forma aleatoria.

A pesar de estos desafíos, la gama de temas en los que se están aplicando las ciencias del comportamiento continúa ampliándose. Ideas42, mencionada anteriormente, está explorando la aplicación de la ciencia del comportamiento para mejorar el manejo de los casos de mujeres afectadas por violencia de pareja en Bolivia. La tecnología puede ser un factor significativo para ampliar el alcance de las intervenciones informadas por las ciencias del comportamiento. En México, la Oficina del Presidente está trabajando con el equipo Behavioural Insights del Reino Unido y Unicef, en un nuevo sistema de SMS bidireccional, en el que ambas partes pueden enviar mensajes, llamado Prospera Digital -uno de los primeros de su tipo en el mundo- para brindarle a las embarazadas una forma de interactuar e influenciar el asesoramiento que reciben, crear citas personalizadas y planificar en caso de emergencias, así como durante el parto.

¿Por qué no?

Imagine que pudiéramos hacer de este tipo de intervenciones una norma más que una excepción. Imagine si las políticas públicas reconocieran nuestras muy humanas debilidades y que deliberadamente hicieran una pausa para preguntar “por qué” con la implacabilidad de un niño y el rigor del método científico. Imagine si, al hacer esto, lográramos hacer políticas públicas más efectivas.

A medida que el Banco Mundial, los gobiernos y los socios continúan experimentando y aplicando la ciencia del comportamiento a los programas y políticas públicas, compartiremos con ustedes a través de esta serie "Pequeños cambios, grandes impactos: aplicando #cienciasdelcomportamiento al desarrollo" cada dos semanas, los últimos desarrollos e ideas de la región. Únase a nosotros y comparta lo que piensa, su trabajo y sus ideas.
 


Autores

Óscar Calvo-González

Director de Crecimiento Equitativo, Finanzas e Instituciones para América Latina y el Caribe

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