Historia de dos realidades: La lucha dispar contra la pobreza y la desigualdad en América Latina y el Caribe

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Una mujer vende frutas en el suelo de una calle de Patacamaya, Bolivia Una mujer vende frutas en el suelo de una calle de Patacamaya, Bolivia. Foto: Patricio Crooker - Banco Mundial

Combatir la pobreza siempre ha sido una tarea compleja, y con la llegada de la COVID-19 se tornó más complicada aún. Por si fuera poco, los fenómenos climáticos extremos y las tensiones geopolíticas globales no han hecho más que incrementar la dificultad del desafío. En América Latina y el Caribe (ALC) las tasas de pobreza actualmente están ligeramente por debajo de las registradas antes de la pandemia, pero el promedio no ayuda a distinguir las grandes diferencias que se aprecian entre los países de la región. Esta variabilidad subraya la necesidad urgente de intensificar nuestros esfuerzos en el seguimiento de estas problemáticas. 

Para abordar esta necesidad, hemos lanzado nuestro informe bianual de Tendencias Recientes en Pobreza y Desigualdad. El documento ofrece una mirada en profundidad de las tendencias vinculadas con la pobreza en ALC y tiene como objetivo poner el foco sobre dichas tendencias para formular acciones y políticas que combatan la pobreza y fomenten la prosperidad compartida. A continuación, presentamos los hallazgos clave de nuestra primera edición.

Alivio de la pobreza tras la COVID-19

Las tendencias de la pobreza en América Latina y el Caribe no son claras: algunos países han logrado progresos importantes, mientras que otros aún lidian con disparidades persistentes. En conjunto, la región alcanzó su tasa de pobreza más baja del siglo en 2022, con el 26 por ciento de las personas viviendo con menos de US$6.85 al día (medido en paridad de poder adquisitivo de 2017). Este dato puede parecer prometedor, pero la realidad es que la región tiene mucho camino por recorrer. En la década anterior a la pandemia, la tasa de reducción de la pobreza en ALC se quedó atrás si se la compara con los avances logrados en otras regiones del mundo, lo que deja en evidencia un estancamiento preocupante. Brasil y México, las mayores economías de la región, fueron los principales impulsores de la reducción de la pobreza en ALC entre 2019 y 2022. Pero al mismo tiempo varios otros países experimentaron un aumento en sus tasas de pobreza durante la pandemia y aún no regresan a los niveles prepandémicos.

El perfil de los pobres también cambió entre 2019 y 2022. Los grupos tradicionalmente vulnerables (como aquellos con niveles educativos más bajos y los desempleados) también constituyeron una proporción menor de personas en pobreza, lo que posiblemente se deba a que las transferencias públicas durante la pandemia se incrementaron. En cambio, la proporción de pobres entre las personas con mayor nivel educativo y empleos formales aumentó. Otro cambio contrastante se observa en la pobreza espacial: las personas en áreas urbanas representaron una mayor proporción de los pobres y las personas en áreas rurales, una proporción menor.

El dilema de la desigualdad

La desigualdad sigue siendo un desafío crítico en ALC, una de las regiones más desiguales del mundo. Brasil en particular, pero también los países de América Central y la región Andina, tienen altos niveles de desigualdad de ingresos. Incluso los países del Cono Sur, que tienen los niveles más bajos de desigualdad en la región, todavía muestran altos niveles de desigualdad de ingresos, si se comparan con el resto del mundo.

En 2022, el coeficiente de Gini para la región fue de casi 50, lo que está por encima de la mayoría de las economías del mundo. Este nivel de desigualdad no está lejos de los niveles registrados en la región en 2015 y 2019, lo cual da cuenta de un estancamiento alarmante. Si se excluye a Brasil del análisis, la región experimenta un pico en la desigualdad de ingresos en 2020, seguido de una caída en 2022. Sin embargo, la disminución es mínima, pues resulta en un coeficiente de Gini de 48.

El camino a seguir

Nuestras proyecciones indican que, en ausencia de cambios importantes de políticas a nivel regional y global, la pobreza y la desigualdad disminuirán solo marginalmente en 2024 y, por lo tanto, seguirán en niveles inaceptables.

Para abordar estos desafíos de frente se necesitan intervenciones basadas en evidencia para combatir la pobreza y la desigualdad en ALC. Políticas que fomenten la creación de empleo y mejoren las condiciones del mercado laboral, particularmente para los deciles más pobres, pueden ayudar a reducir la pobreza. Este enfoque ha tenido éxito en El Salvador y México; en ambos países luego de la pandemia los ingresos laborales crecieron, lo que derivó en disminuciones de sus tasas de pobreza. Asimismo, las transferencias públicas dirigidas y los programas de beneficios sociales pueden brindar apoyo a los grupos vulnerables. Por ejemplo, en Brasil, programas de transferencia como Bolsa Familia fueron los principales impulsores de la reducción de la pobreza. Los esfuerzos por mejorar el acceso a la educación y promover el crecimiento económico inclusivo también pueden contribuir a reducir la desigualdad en la región.

Manténganse atentos a las próximas ediciones de nuestro informe de Tendencias Recientes en Pobreza y Desigualdad. Continuaremos haciendo seguimiento y analizando las tendencias de pobreza y equidad en la región, para de esta forma proporcionar información que sirva para orientar acciones y políticas destinadas a crear un futuro más próspero para América Latina y el Caribe.

 

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Óscar Calvo-González

Director de Crecimiento Equitativo, Finanzas e Instituciones para América Latina y el Caribe

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