Promover la seguridad alimentaria de los niños y empoderar a las agricultoras, un día escolar a la vez

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Productor en Guatemala
Productor en Guatemala. Viviana Perego/Banco Mundial

Guatemala es conocida por su tierra fértil, abundantes recursos naturales y un robusto sector agrícola, que emplea a la mitad de la población y representa el 10% de su PIB.  Por eso mismo es tan sorprendente que Guatemala también sea conocida por sus problemas de nutrición: en el Índice Global del Hambre de 2019 (i), Guatemala ocupa el puesto 72 entre 117 países calificados y sufre de un nivel de hambre que se considera grave. En 2015, el 12,6% de los niños guatemaltecos menores de 5 años tenían bajo peso, más de 4 veces el promedio de América Latina y el Caribe. 

El país está tomando medidas para abordar este problema. En 2017, se aprobó la Ley de Alimentación Escolar, que triplicó el presupuesto para comidas escolares de Q 1,11 (US$ 0,15) a Q 3,00 (US$ 0,41) por niño, por día escolar. La ley exige que los menús escolares sean diseñados por expertos en nutrición y que el 50% de las compras de los alimentos provengan de pequeños agricultores locales. 

La política procura contribuir de dos maneras. Primero, aumenta la seguridad alimentaria de los niños al brindarles acceso a alimentos variados y ricos en nutrientes de una fuente confiable, y segundo, empodera a la industria agrícola local. 

Adicionalmente, el enfoque en la agricultura local abre una gran ventana de oportunidad para que 2,5 millones de pequeños agricultores tengan acceso al mercado. La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) estima que la ley no solo mejorará la capacidad productiva de los agricultores, sino también podría generar amplios ingresos para el sector agropecuario a pequeña escala de Guatemala. Las previsiones para 2018 estimaban el potencial de estos ingresos en hasta Q675 millones (US$92 millones). 

Los niños guatemaltecos también se benefician. Un informe publicado recientemente por el Ministerio de Educación encontró que al 95% de los niños le gustan los nuevos menús escolares. Por lo tanto, las comidas escolares nutritivas incentivan a los niños a ir a escuela, garantizando así su desarrollo cognitivo y físico adecuado y potencialmente mejorando sus hábitos alimenticios .

Aunque este es un buen comienzo, se necesitan acciones más concretas. 

Las escuelas situadas en áreas remotas carecen a menudo de información sobre dónde comprar sus alimentos, así como también sobre normas de inocuidad y salubridad. Al mismo tiempo, los procedimientos administrativos poco claros desalientan a muchos productores locales a participar en el mercado de alimentación escolar. Por otro lado, los que sí logran ser productores, luego luchan contra otros problemas, como la baja capacidad de producción y la falta de planeamiento de las compras por parte de las escuelas.

Para resolver estas problemas, organizaciones como el Programa Mundial de Alimentos (PMA) y la FAO están trabajando para facilitar la conexión entre las escuelas y los agricultores locales. La FAO se enfoca en el fortalecimiento de las capacidades y la eficiencia de los agricultores, organizándolos en redes de productores y así simplificando su comunicación con las escuelas. Mientras tanto, el PMA trabaja con las escuelas ayudándolas a mejorar su capacidad de planeamiento: adaptando los menús al número de estudiantes, planificando mejor sus compras, y proporcionando información sobre buenas prácticas de salud e inocuidad de alimentos.

Recientemente, un equipo de expertos en agricultura y alimentación del Banco Mundial, junto con aliados del Ministerio de Agricultura de Guatemala, la FAO y el PMA, lanzaron un piloto para complementar estos esfuerzos. El piloto, financiado por el Donativo InfoDev, se enfoca específicamente en incrementar el acceso de las mujeres al mercado.

¿Por qué enfocarse en las mujeres? En un país que muestra el índice de desigualdad de género más alto y la tasa de participación laboral femenina más baja en América Latina, enfocarse en las mujeres productoras es fundamental para promover la igualdad de oportunidades y para mejorar la nutrición en el hogar. 

El piloto será compuesto por tres componentes:

  1. Se creará una plataforma virtual de intercambio de información para hacer conectar la oferta de todos los agro-emprendedores (hombre y mujeres) y la demanda de alimentos de las escuelas.
  2. Se diseñará una serie de videos específicamente dirigidos a mujeres agro-empresarias, para facilitar su acceso al mercado de alimentación escolar: por ejemplo, se les brindará información general sobre la Ley de Alimentación Escolar y los principales requisitos para lograr acceder al mercado de alimentación escolar, así como capacitación sobre buenas prácticas agrícolas y de manejo post-cosecha.
  3. Se hará una rigurosa evaluación de impacto para medir el cumplimiento de los objetivos.

En esencia, fortalecer el vínculo entre la oferta y la demanda, entre productores y escuelas, significa incrementar el acceso a alimentos frescos, nutritivos y variados. Y centrarse en las mujeres multiplica los beneficios.

La nueva Ley de Alimentación Escolar de Guatemala promete ayudar a promover la seguridad alimentaria de las niñas y niños que asisten a la escuela.  También presenta una oportunidad para conectar mejor los mercados, abordar la brecha de información, empoderar a las mujeres y mejorar la productividad en los mercados agroalimentarios. Ahora es el momento de conectar los puntos.


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