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Río+20 tiene un efecto inesperado sobre los participantes.
Mientras los gobiernos debaten en interminables sesiones un acuerdo de texto de la Cumbre de Desarrollo Sostenible, legisladores de 85 países lograron ponerse de acuerdo en tiempo récord. Establecieron un compromiso para impulsar legislación en sus propios países sobre crecimiento "verde" e incluyente, es decir con respeto al medio ambiente y para beneficio de todos en la sociedad.
Hay dos cosas que creo merecen resaltarse en este llamado Protocolo de Río+20. La primera es que los legisladores, todos miembros de GLOBE International, acordaron impulsar nuevas leyes en áreas claves como cambio climático, responsabilidad ambiental y regulación de la deforestación, entre otras.
En segundo lugar cabe notar que pese a la lentitud de los gobiernos en adoptar acuerdos globales, los legisladores tienen un rol en reuniones informales como ésta, para generar las bases de lo que puede ser la articulación de alianzas que han de reflejarse en futuras leyes.
Algo similar sucedió recientemente en México. Impulsado por el capítulo de GLOBE México, el Congreso adoptó un paquete de medidas en el terreno de cambio climático y la regulación de la deforestación que luego fue aprobado por el Presidente Felipe Calderón.
GLOBE tiene como misión crear una masa crítica de legisladores que avancen una respuesta legislativa común a los grandes desafíos del desarrollo global.
En América Latina la organización ha logrado nuclear una red informal de legisladores de carácter multipartidario -requisito esencial-, que ya tiene capítulos en Brasil, México y Colombia. Otros países de la región están discutiendo cómo hacer viable la formación de sus própios capítulos GLOBE.
Aquí también la región está mostrando liderazgo.
No hay sino que ver el comentario que me hizo Adam Mathews, Secretario Ejecutivo de GLOBE. "Estamos fascinados con la respuesta latinoamericana a nuestra convocatoria, y confiamos que la región siga siendo un ejemplo en la puesta en práctica de esta agenda", me dijo Mathews.
En efecto, América Latina fue mencionada en varias intervenciones como "parte de la solución y no del problema" en materia de desarrollo sostenible a nivel global.
Tal parece que en este terreno, y tal como sucede en la economía global, nuestra región es hoy una de las que más aporta, habiéndose convertido en una suerte de laboratorio global de innovación en desarrollo sustentable.
La innovación está presente en muchas acciones 'verdes". Desde el uso del etanol como combustible limpio en Brasil, pasando por los sistemas de transporte eficientes de Colombia y México, hasta los pagos por servicios ambientales en Costa Rica, por citar unos pocos ejemplos.
Después de décadas de rasgarse las vestiduras, los latinoamericanos podemos hoy mostrar que el progreso se construye todos los días y paso a paso. Y que, como en otros campos, es cierto que tenemos mucho que aprender pero también mucho que enseñar y poco que envidiar.
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