América Latina se convirtió en el nuevo epicentro de la pandemia de COVID-19, con picos muy altos en el número de casos y tasas elevadas de mortalidad. El impacto en los sistemas de atención a la salud, educativos y de protección social, así como en los mercados laborales de la región se ve exacerbado por las desigualdades preexistentes y por un sector de la salud poco preparado. Como resultado, la COVID-19 se transformó en la peor recesión que la región haya experimentado, erosionando los avances en capital humano alcanzados en décadas más recientes.
La rectificación de esta grave situación debe comenzar ya mismo a través de inversiones destinadas a proteger y promover el capital humano. La publicación del ICH 2020 es oportuna ,dado que nos ayuda a comprender la trayectoria del capital humano en distintos países, interiorizar qué es lo está en juego y tomar impulso para la preservación y acumulación de capital humano de cara a la pandemia.
Avances y desafíos en torno al capital humano en la última década
En los últimos diez años, la región latinoamericana experimentó mejoras en términos de capital humano, así como una reducción de la desigualdad. Entre 2010 y 2020, el Índice de Capital Humano mejoró en Latinoiamérica en alrededor del 5%.La mayor contribución a estos cambios fueron las mejoras en aprendizaje estudiantil, la reducción en el retraso en el crecimiento y la mayor tasa de inscripción en la educación secundaria superior.
Sin embargo, estos cambios se concentran en los pocos países que lograron grandes avances en sus resultados de capital humano. Gracias a reformas progresivas en sus sistemas educativos, llevadas a cabo a principios de la década de 2000, Ecuador y Perú alcanzaron mejoras sustanciales en los resultados de las pruebas PISA a lo largo de la última década. Del mismo modo, tanto Paraguay como Perú lograron disminuir abruptamente la proporción de niños con retraso en el crecimiento (de 17,5% a 5,6%y 23,3% a 12,2%, respectivamente), ayudados por acciones prometedoras como los programas de transferencias condicionadas en efectivo para madres.
A pesar de estos logros positivos, las carencias agudas siguen impactando a la región, amenazando el futuro de muchos de sus jóvenes. Aunque hubo cierta mejora en los resultados educativos, América Latina sigue teniendo dificultades, con tasas de deserción elevadas y resultados del aprendizaje bajos y amesetados. Asimismo, si bien la mayoría de los países experimentó una caída drástica de la mortalidad infantil a partir de mediados de la década de 1950, las epidemias como el cólera, (Haití) y el zika (Brasil) han tenido un impacto negativo. En Haití, por ejemplo, 25 de cada 1000 niños no logra sobrevivir más allá de los cinco años. Mientras que el retraso en el crecimiento está siendo lentamente erradicado de la región, la obesidad se convierte en un problema creciente, que resulta en un mayor riesgo de contraer enfermedades no transmisibles. Estos riesgos en torno a la educación y la salud impedirán que los jóvenes aprovechen todo el potencial de su capital humano. Además, la informalidad y la escasa cobertura de las redes de protección social en la región dejan a muchos jóvenes desprotegidos frente a los shocks de ingreso, lo que a su vez se traduce en shocks de capital humano.
A nivel global, ALC es la región con las mayores desigualdades en el ingreso. Existen diferencias sustanciales dentro de cada país de acuerdo al grupo socioeconómico, el género y la ubicación geográfica. Esto significa que los resultados en términos de capital humano de un niño que pertenece a un grupo más vulnerable son mucho peores que uno que pertenece al quintil superior de la distribución del ingreso.
¿Cómo está cambiando el panorama la COVID-19?
La COVID-19 llegó a América Latina y el Caribe en febrero de 2020, desde entonces el número de casos aumentó exponencialmente. Más allá de su impacto directo en los resultados de la salud, la pandemia tendrá repercusiones de larga duración al empeorar los avances logrados en términos de capital humano en las últimas décadas. Los impactos de la pandemia en términos de capital humano en ALC son múltiples:
- Debido al cierre de escuelas, más de 170 millones de jóvenes en Latinoamérica no están asistiendo a las aulas . Junto a la insuficiencia de recursos para el aprendizaje remoto, esto puede incrementar drásticamente la pobreza en el aprendizaje en la región. Por ejemplo, se prevé que Colombia experimente un aumento en la pobreza en el aprendizaje de entre 6 y 10 puntos porcentuales. Asimismo, se espera que el cierre de escuelas eleve las tasas de abandono escolar en la región.
- La pandemia también resultará en una gran caída en el uso de servicios de atención a la salud. Ecuador, por ejemplo, ya experimentó una reducción de 12,5 millones en el número de visitas médicas y del 11% en la cobertura de los Centros de Desarrollo Infantil Temprano.
- La seguridad y la calidad de los alimentos se verán impactadas indirectamente por la caída en el ingreso de los hogares, reduciendo de esta manera la cantidad y calidad de los alimentos consumidos a medida que las familias adoptan una dieta más pobre. El número de personas que corren riesgo de deterioro nutricional en América Latina puede llegar a 14 millones.
- Por último, un número mayor de personas corren riesgo de caer en la pobreza debido a una menor cobertura de la protección social, algo que tendrá un impacto negativo en las inversiones en capital humano.
Medidas que los gobiernos deben tomar para reducir el impacto de la pandemia
Como consecuencia de la pandemia, las medidas que tomen los gobiernos deben centrarse en la necesidad de proteger los avances en capital humano logrados en las últimas décadas . A corto y mediano plazo, las opciones incluyen apoyo para estrategias de largo plazo para el aprendizaje a distancia; desarrollo de sistemas de alerta temprana para evitar el abandono escolar; una respuesta continua durante la pandemia para la rápida identificación, protección, tratamiento y recuperación de pacientes con COVID-19; inversiones en telemedicina; así como una ampliación de las redes de protección social, a través de apoyo en forma de liquidez para hogares y mejoras en los sistemas de pago.
Mientras se atiende la situación inmediata, las políticas e intervenciones públicas también deben tener en cuenta el largo plazo: ampliar los registros sociales y avanzar hacia la universalización de la protección social; construir sistemas de salud pública sólidos y resilientes; proporcionar atención a la salud universal de calidad; invertir en educación y estímulo a la primera infancia y, por último, mejorar la empleabilidad, productividad y las condiciones de trabajo. Estas son las bases que le permitirán a la región salir fortalecida de esta pandemia.
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